—Que Bei Bei se libere de la guarida del tigre es algo que debemos celebrar. Hermano, ¿tienes alguna idea genial? —preguntó.
—Lu Heting tenía muchas ideas. No podía esperar para ofrecerle a Su Bei las mejores cosas del mundo.
—Sin embargo, esto no era lo que Su Bei quería.
—Lu Weijian también notó la angustia de Lu Heting.
—No temía a lo que una mujer quisiera, pero temía que no quisiera nada... Preferiría que ella fuera un poco materialista.
—Finalmente, Lu Heting dijo:
—Hagámoslo así. Debemos manejarlo bien».
—Vale, creo que a Bei Bei le gustará. Es discreto, elegante y agradable. Hermano, ¡por supuesto, tú pensarías en un camino! —respondió con entusiasmo.
Al día siguiente, un grupo de personas discretas llegó al aeropuerto más grande de la Ciudad de Jingdu.
Todos vestían ropa de marca y llevaban bolsas grandes y pequeñas en sus manos. Parecían asesinos de élite en las películas. Eran elegantes, tranquilos y dominantes.
