Talia bajó del árbol desanimada. Había escalado hasta la cima y mirado en todas direcciones, pero no había nada que pudiera ver aparte de árboles, rocas y montañas en la distancia.
—Esto confirma que estamos en el área donde están los Guardianes —dijo Liseli—. Su territorio está al norte de la manada de los Aulladores Oscuros, y no hay pueblos durante millas desde donde están.
—Eso no ayuda —dijo Talia desanimadamente.
Si sus sentidos estaban alterados, había una posibilidad de que un pueblo bullicioso estuviera justo allí, y sin embargo, ella no podía verlo.
Talia soltó un largo aliento y se apoyó en un árbol. Estaba cansada, sobre todo mentalmente.
¿Ahora qué? Se arrepentía de haber venido aquí por un capricho. No sabía dónde estaba, o cómo salir de allí, o dónde estaba Damon. Era desesperante. ¿Debería simplemente empezar a caminar al azar y esperar que fuera en la dirección correcta?
Las orejas de Talia se agudizaron cuando escuchó sonidos de crujido. ¿Un animal?