—Oh, sí es posible. El primer día que llegué aquí, adulteré tu bebida con drogas que te hicieron infértil.
—¡MENTIRAS! ¡DIME QUE ESTÁS MINTIENDO! —Su aura de Alfa se descontrolaba, pero su marca en el cuello de Luna Layla le hacía sentir como si solo una brisa acariciara su piel.
—Sabías que tenía un compañero, y aún así seguiste adelante con el acuerdo y marcaste tu marca en mí en el momento en que cumplí dieciocho años. ¿Realmente pensaste que me sometí a ti? Juré que tu línea de sangre terminaría contigo. El único placer que tuve mientras estuve aquí fue vaciar tu tesorería comprando lujos inútiles.
—Marcy y James... ¿quién es su padre? —Sus ojos se movían al azar, y brillaron peligrosamente cuando cayó en la cuenta. —Chester. Tu compañero destinado.
—Me aseguré de ir a él en el momento en que sentí los primeros signos del celo. Cada. Vez. ¿Pensaste que soy una prostituta como tú? Para mí, solo existía él. A ti, te soporté. A Chester, lo amé, y aún lo amo.