Talia miró en la dirección donde había ido Damon, y pudo ver cómo la multitud se abría para dejarlo pasar.
—¿Qué estás mirando? —preguntó Mindy.
Talia negó con la cabeza. No quería admitir que estaba observando si alguna hembra sería lo suficientemente tonta como para acercarse a su hombre. Talia había terminado de sentirse intimidada o de ser amable cuando se trataba de mujeres descaradas. ¡Damon estaba emparejado y marcado, y era de Talia!
Talia vio al jefe Page preparando con especial cuidado dos cuencos de ramen, y se fijó en otra figura a su lado, que le pasaba cosas según él extendía la mano. Trabajaban sin que se dijera una palabra. Era una niña de alrededor de diez años.
Talia podía sentir que la niña no era de la manada de los Aulladores Oscuros, y lo que destacaba en esta masa de sonrisas era que la chica no estaba sonriendo. Su expresión guardaba una tristeza contenida. Era inusual para una niña tan joven.