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Mindy ayudó a Gideon a arreglar el área donde se celebró la ceremonia.
El adictivo olor a lavanda de Gideon agitó la lujuria de Mindy y su mente empezó a divagar.
—¿Se dejarán llevar detrás de un puesto de comida? ¿O quizás saltarán a un cajón lleno de juguetes de peluche? Había un escenario con música en vivo, y Mindy conocía un rincón oscuro donde podría complacer a Gideon. ¡Ah, tantas posibilidades!
Mindy se sentía como una adolescente traviesa que planeaba escaparse con su enamorado, y el ánimo juguetón de Gideon le decía que él aprobaba.
Mindy estaba segura de que la gente se sorprendería al descubrir cuán mala era su Chamán, mala de una manera buena… mala de la mejor forma posible. Estaba feliz de que solo ella pudiera ver ese lado de Gideon. Los demás podían verlo como un sabio sereno, pero Mindy sabía mejor. Ese hombre era fuego y hielo en uno, y era suyo.
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