Gideon pensó en molestar un poco a Mindy, pero al final él fue el atormentado.
Ambos vestían ropas ceremoniales que permitían acceso fácil (y sin ropa interior). Solo tenía que subir más la falda de ella y la suya a un lado, y... ¡maldita sea!
Ahora tenía una erección furiosa y una compañera excitada justo allí, que desprendía el aroma más delicioso a calabaza que quería devorar. Desafortunadamente, Mindy y Gideon estaban en el podio, y si hacían cualquier cosa que sus cuerpos deseaban, darían un buen espectáculo a la gente de abajo. El bosque circundante estaba lleno de patrullas, y su casa quedaba lejos.
Los ojos de Gideon destellaron cuando tuvo una idea.
—Necesitamos salvia —dijo. Tomó la mano de Mindy y la llevó hacia un lado.