Nora pasó la noche en una de las casas secundarias y no tenía ni idea de por qué la casa de la manada estaba tan ocupada tan temprano en la mañana. Pensó en ingresar sigilosamente antes del desayuno o al menos hacerlo discretamente, pero subestimó lo pronto que se levantaba esta gente.
—¿Pasó algo? —preguntó Nora a un Omega.
—Tuvimos un incidente menor, pero nada que deba preocuparte —respondió Omega según las instrucciones de Luna Tatiana.
Todavía no sabían la magnitud del daño y las bajas, y hasta que prepararan una declaración oficial, la historia para los invitados era que no había pasado nada importante.
La manada del Río Azul volvió a su rutina regular mientras la gente emergía de los refugios. Por fuera, todo parecía normal, y solo los guerreros que estuvieron en el medio sabían lo mal que estaba la situación.