—¿Queréis que os dejemos ir? —preguntó Lulu al pícaro con incredulidad—. ¿Quién dice que no volveréis mañana en otro intento de secuestrar a mi Luna?
Él sonrió con suficiencia—. Tenéis razón. Probablemente regresemos. Para prevenirlo, Luna Talia debería unirse a nosotros ahora —le habló a Talia—. Nuestra tarea es solo llevarte de vuelta, para hablar. Esto no es un secuestro; es una invitación amistosa.
Lulu cruzó los brazos sobre su pecho, resaltando sus dos cimas. No le molestaba su desnudez.
—¿Crees que mi Luna es tan estúpida como para irse contigo? —preguntó Lulu.
Él encogió de hombros—. ¿Qué propones? ¿Deberíamos quedarnos aquí hasta el desayuno? ¿Qué conseguiríamos con eso? Sabes que no hablaremos. No podemos. Si nos entregas al Alpha Maddox, él nos interrogará y eso terminará con él dejándonos ir, asumiendo que sobrevivamos. Y sabemos que Luna Talia no nos matará.