—¡DING-DONG!
Lisa gruñó al escuchar el timbre de la puerta y gritó:
—¡MAMÁ! ¿¡Puedes abrir!?
Lisa tardó unos segundos en recordar que probablemente Stephanie estaba en la casa de la manada preparando el desayuno para los invitados de alto rango; para el grupo VIP al que Lisa ya no pertenecía.
Con el ruido del timbre de la puerta sin cesar, Lisa se arrastró hasta la puerta.
—¿¡QUÉ!? —gritó Lisa al abrir la puerta de golpe—. Sus ojos se abrieron de par en par al ver a dos guerreros parados allí mirándola seriamente. Ella aclaró su garganta:
—¿Se equivocaron de lugar?
Uno de los guerreros negó con la cabeza:
—Estamos en el lugar correcto, Lisa. —señaló su camisón— Cámbiate algo apropiado y ven con nosotros.
Lisa agarró su camisón a la altura del pecho como si estuvieran a punto de desvestirla a la fuerza:
—¿Por qué? ¿Adónde?
El otro guerrero frunció el ceño:
—Órdenes de Alfa. Tienes cinco minutos.