Talia se despertó al sonido del cierre de la puerta.
Observó a través de sus pestañas cómo Damon se acercaba sigilosamente a la cama. Se deslizó bajo la cubierta con cuidado y ella pudo escucharlo exhalar con alivio porque pensaba que había sido suficientemente sigiloso.
—¿Dónde has estado?
Damon se congeló cuando escuchó la voz de Talia y se volteó hacia ella de manera robótica.
—Solo revisé algo.
—¿Hay algo malo?
—¿Por qué piensas que algo va mal?
Talia le dio una mirada sabiendo. —Puedo sentir tus emociones, y sé que estás preocupado.
Antes de que Talia pudiera hacer más preguntas, Damon la atrajo hacia su abrazo y besó su frente.
No quería decirle acerca de Lisa. Talia ya tenía mucho en su mente.