Talia se sentó en la silla con un espejo frente a ella y cerró los ojos mientras disfrutaba del servicio de peinado que Damon le proporcionaba. El ligero tirón en su cuero cabelludo mientras el peine recorría su cabello, la ponían toda hormigueante.
Sonrojada recordó su vaporenta mañana.
La luz del día los iluminaba completamente, permitiéndole ver cada gota de sudor que se formaba en su absolutamente atractivo cuerpo, mientras él se concentraba intensamente en darle placer.