(Desde la Perspectiva de Azul)
—Levántate.
—¿Mmm? —balbuceé en mi sueño.
—Es la hora del almuerzo. Necesitas comer.
—No quiero...
—Vamos, levántate ahora.
Sentí una lengua lamiendo mi oreja. Era cosquillas. Abrí los ojos rápidamente, solo para encontrar a mi marido mirándome. Pero su rostro no era tan juguetón como siempre, más bien era bastante serio.
Mi parte inferior del cuerpo dolía un poco, pero no tanto como las veces habituales después de hacerlo. Todavía estaba desnudo. Me envolví con la manta e intenté sentarme.
—Ten cuidado —dijo.
Quería preguntarle un montón de cosas, pero no conseguía decir ni una sola palabra. Lo observé mientras tomaba el plato dispuesto para mí y cortaba la carne en trozos finos.
—Aquí, abre la boca —dijo, empujando mis labios con el trozo de carne en el tenedor.
Abrí la boca y probé la suave y levemente picante textura de la carne. Él cortó los trozos en el tamaño justo como siempre me gustaba. Parecía que era bastante observador.