Tomando una respiración profunda, Benita se levantó y se dirigió al estrado de los testigos.
El alguacil se acercó para administrar el juramento.
—¿Jura solemnemente afirmar que el testimonio que está a punto de dar será la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
—Sí, lo hago.
Después de la afirmación de Benita, Cheryl se volvió hacia ella. —Señorita Dawson, usted ha sido acusada anteriormente en este tribunal por un caso de intento de asesinato contra la vida del Dr. Steffan Rosse, al cual se declaró no culpable, pero debido a la evidencia inconclusa fue sentenciada. ¿Es correcto?
—Sí, es correcto.
—¿Le importaría contarnos las circunstancias que rodearon sus acciones que llevaron a su condena?
Benita asintió. —Hace once meses, vine a Baltimore por negocios y me encontré con una amiga que sabía de mi afecto por Steffan y mi amor no correspondido. Ella me informó sobre la boda, lo cual, por supuesto, me dejó en shock hasta la médula, —se atragantó con un sollozo,