—Permítele seguir engañándose a sí misma de que tiene la superioridad hasta su repentina caída. Será una mejor victoria para celebrar, ¿no lo crees? —dijo Kathleen con un destello cínico en sus orbes morados.
—Tienes razón, hermana. Solo que no sabía que mi cariñosa hermana podría ser tan calculadora —bromeó Jason.
—¡En serio! ¿Vas a empezar con esto otra vez?
Jason levantó sus dos manos en una simulación de rendición, una mirada de miedo dibujada en su desarmantemente hermoso rostro que provocó risas tanto de Kathleen como de Lauren.
—Ahora que estamos afuera, ¿puedes llamar a los niños? —Jason rápidamente desvió la conversación hasta los niños.
Resultó ser la distracción perfecta ya que Kathleen se olvidó de su enfado y preguntó —¿cómo están?
—Se negaron rotundamente a ir a la escuela hoy e insistieron en que deben hablar contigo cuando la Sra. Carr les dijo que llamaste anoche.
—Solo aceptaron ir cuando les dije que tú los llamarías más tarde en el día, —informó Jason.