—¿Desde cuándo te has convertido en la ley que quieres tomar las cosas en tus propias manos? —Kathleen reprendió con la misma cantidad de enfado—. Además, si hubiera tenido éxito en matarme o no, no tiene nada que ver contigo. ¿O es tu muerte?
—¡Kathleen! —rugió Shawn—. Olvidando por un momento que no estaban solos.
Con solo un paso, atrapó su muñeca y la arrastró contra él.
—Yo.. mmmm —El resto de las palabras de Kathleen fueron engullidas en un beso feroz.
Kathleen se congeló, sus músculos se bloquearon en una parálisis momentánea, sus ojos se abrieron con asombro cuando los labios calientes de Shawn presionaron contra los suyos. El calor de su aliento envió una corriente a través de su cuerpo y en ese segundo, la mente de Kathleen se quedó en blanco. Nunca esperó que Shawn de repente la besara.
Ella no era la única persona sorprendida por el beso repentino de Shawn.
El Dr. Sullivan parpadeó con incredulidad.
—¿Estoy viendo cosas? —murmuró.