—Nada, Diosa... —Shawn levantó sus dos manos en señal de rendición—. Puedes elegir con quién quieres trabajar.
—Si no hay nada más Dr. Sullivan, me gustaría retirarme ahora —Kathleen fingió como si no hubiera escuchado la forma en que Shawn se dirigía a ella y se alejó con arrogancia, sin siquiera echarle un vistazo a Shawn—. Sus perfectamente curvas caderas se balanceaban seductoramente en su traje de falda lápiz ajustado hasta la rodilla.
Al mismo tiempo, la temperatura en la oficina bajó varios grados de golpe y el Dr. Sullivan de repente sintió que su oficina ya no era segura para la habitación humana —Por favor, si me disculpa Presidente Hudson, hay un paciente al que necesito atender ahora mismo —Como Kathleen, no esperó la respuesta de Shawn, pero se apresuró a salir de la oficina.