Chereads / La Unión De Los Reinos / Chapter 2 - Capítulo 1: Feliz cumpleaños, pequeño mago.

Chapter 2 - Capítulo 1: Feliz cumpleaños, pequeño mago.

En una tarde refrescante, un niño pequeño se encontraba caminando en el patio trasero observando a un sujeto de cabello castaño, piel blanca y ojos color miel, practicar con una espada de madera contra un gran árbol.

El sujeto era Albert, y el niño su hijo. 3 años habían pasado desde ese entonces... la tarde estaba fresca y el cielo mostraba su belleza junto a la radiante luz del sol. El niño con curiosidad y emoción veía a su padre chocar su espada de madera de una forma tan genial que lo dejaba con ganas de intentarlo también.

—¿Te emociona, Light? —preguntó el padre con una sonrisa al ver el rostro de su pequeño.

—¡Si, padre! —respondió el niño entusiasmado.

Para nadie fue una sorpresa que el niño pudiera hablar fluido a una edad tan corta, no solo eso, cuando Light tenía 1 año de edad, ya podía caminar correctamente, a los 2 años de edad ya entendía las palabras de sus padres, y cuando tenía 2 años y medio, empezó a hablar normalmente, con un tono de niño pequeño, pero hablaba normal.

Cuando Light ya podía caminar y entender las palabras, se iba sólo a la biblioteca de Susan, la señora que crió a su madre desde pequeña. Ella era una maga curandera, de eso vivía ella en el pueblo. Susan vive con Ailyn, Albert y Light. Desde el nacimiento del niño, Susan estuvo más al cuidado de Ailyn.

Light desde que nació mostró signos de ser mejor que un bebé o un niño ordinario, sus primeros años se la pasaba absorbiendo los libros para obtener conocimiento. Su conciencia despertó desde una edad muy temprana y su capacidad para aprender y memorizar las cosas eran asombrosas.

Light decidió por si solo empezar a leer libros de historia de su continente y de lo que habitaba en el. Cómo por ejemplo, el continente donde vive es llamado, Debitum.

En el existen muchos tipos de vida, distintas razas y territorios asombrosos. El continente es gobernado por varios reinos; cada reino pertenece a una raza diferente, humano, elfo y enano, además de ellos, existe una cuarta raza que apenas y es considerada inteligente, colosos.

A pesar de que son fuertes y son muchos, su territorio solo es llamada tierra fronteriza, puesto que debido a que son una raza un tanto salvajes, su capacidad no da para avanzar como un reino.

Además de eso, existe una tierra llamada, tierra salvaje. Allí viven razas no inteligentes cuya mentalidad es destruir y aniquilar todo a su paso, orcos, ogros, reptilianos y criaturas como wyverns. También existen bosques con bestias salvajes, un sin fin de peligros y aventuras en el continente Debitum que abordaban la mente de un pequeño niño que recién aprendía del mundo.

Si bien aprendía de las historias del pasado, también aprendió del poder que existe. La magia, los elementos, el como un mago podía controlar los elementos y crear hechizos. Light a pesar de estar intrigado por la magia, no quiso abordar su mente con tanto en tan poco, primero decidió irse por el pasado.

Eso fue hasta que vió a su padre entrenar. Light sintió que después de 3 años, era hora de aprender de lo que más predominaba en este continente, el poder, la magia.

Daba la casualidad de que hoy era su cumpleaños, hoy Light cumplía 3 años de edad. Su padre como regalo le dió una pequeña espada de madera y decidió enseñarle a su hijo una que otra habilidades con la espada.

Light se encontraba observando y analizando la pequeña espada de madera que su padre le había dado. Emocionado, los ojos negros no pudieron evitar brillar por la emoción.

—Bien hijo, observa y repite mis movimientos con atención. Para ser un gran espadachín, se necesita disciplina y practica hasta más no poder.

Light asentía ante las palabras de su padre.

Albert pertenece a un grupo de guardias que protegen al pueblo de cualquier posible amenaza, ya sean bandidos o criaturas salvajes que merodean por el bosque. El nivel de aprendizaje de Albert era limitado, puesto que su conocimiento no salía de un remoto pueblo.

A pesar de eso, sabía lo básico y uno que otro detalle que sin duda le servirían al pequeño Light.

—Hijo, lo primero que tienes que saber es la posición correcta para mantener un equilibrio adecuado y proteger tus puntos abiertos, ¿entendido? —le advirtió Albert a su hijo.

—Entendido, padre —respondió el niño con firmeza.

Lo primero que quiso enseñarle Albert al pequeño Light, fue las posiciones de defensa y ataque, su hijo aún era un niño por lo que no quiso entrar en combate, eso seria lo más absurdo a pesar de las capacidades del pequeño, además, si el hacia algo como combatir y lastimar a Light, Ailyn definitivamente no se quedaría quieta.

Así, Albert y su pequeño hijo pasaron toda la tarde, practicando y divirtiéndose los dos juntos.

El sol ya se estaba ocultando cuando Susan llamó al pequeño Light para que se duchara, puesto que la noche seria usada para celebrar el cumpleaños del niño. Albert escucha a Susan y sale corriendo a levantar a su hijo y montarlo en sus hombros. Los dos iban riéndose alegremente y se fueron a duchar.

Mientras el dúo de padre e hijo se duchaban, Ailyn y Susan preparaban la mesa y alistaban la comida.

—Siempre es lindo y me llena de felicidad lo rápido que crece mi pequeño Light —comentó Ailyn con una linda sonrisa.

—Bueno, fue bendecido por una Diosa, es lo normal que el pequeño sea diferente al resto de los niños —dijo Susan son alegría—. Su futuro será grande, lo presiento, querida.

Mientras las dos recordaban ese momento del pasado, Albert y Light ya habían bajado. El aroma a comida llenaba el estómago de ambos y los dos no pudieron evitar lamer sus labios al mismo tiempo mientras veían la comida con ojos brillantes.

—Albert, le enseñas al niño a ser glotón —refutó un poco molesta Ailyn al ver el gesto que hizo su pequeño.

—Cariño, no digas eso —respondió preocupado el joven adulto por miedo a su mujer—. el niño esta creciendo, es normal que tenga apetito.

—Mamá, ¿puedo comer? —preguntó el niño.

—Claro que si hijo, pero primero, démosle las gracias y después de la comida, te daremos tus regalos —dijo la madre entusiasmada.

Cada quien se sentó en su asiento y cerraron los ojos para agradecer tanto por la comida, como por la Diosa Alkana que los salvó en esa trágica noche.

Lo que llenaba de gozo sus corazones era cuando Light le daba las gracias a la Diosa, puesto que este cuando lo hacia, no importaba que, siempre una brisa sacudía el cabello del niño. Eso les daba a entender que la Diosa cuidaba de su hijo, llenando de paz y tranquilidad a los padres.

Después de la cena y de partir el pastel, llegó la hora de los regalos. Albert ya le había dado el regalo a su hijo en la tarde, puesto que solo quedaban Susan y Ailyn.

La primera fue Ailyn, cuyo regalo fué un collar plateado con un cristal azul marino colgando en la punta. Según ella, ese fue el collar que tenía cuando era una bebe. El collar podía calmar las inquietudes del niño a pesar de sentirse estresado o triste, ya que tenía lo más importante, la bendición y el cariño de una madre.

La siguiente pero definitivamente no menos importante, Susan.

Ella le regaló un libro de teoría e historia básica sobre la magia. Light al ver el libro se emocionó bastante, puesto que al indagar en la biblioteca, no había encontrado un libro que hablara de la magia.

Susan le explicó que ellos solo vivían en un pueblo retirado de las grandes ciudades, y por eso el conocimiento era básico de cualquier cosa, menos en historia. La historia del continente estaba presente en todos lados, pero en un pueblo donde existía una sola maga, libros que explicaban sobre la misma no habían.

Es por eso que ella tenía guardada el único libro sobre magia, y ahora se lo daba a su pequeño Light.

—Te conté que cuando naciste, una Diosa te bendijo ¿cierto? —mencionó Susan—. Es por eso que siento que tu potencial en la magia será grande, mi pequeño mago. Espero que algún día nos enorgullezcas y seas conocido en todo el continente, querido nieto.

Las dulces y orgullosas palabras de Susan recorrieron cada rincón de la mente del niño. La emoción de aprender magia y conocer más del mundo ya no podían ser escondidas, al fin tenía para aprender sobre la magia.

Así, el cumpleaños número 3 de Light fue un grandioso día para el. Obtuvo una espada para practicar, obtuvo un collar por parte de su madre, y lo mejor de todo, Susan le había regalado un libro de magia básica. Light a pesar de su corta edad, podía realizar movimientos, gestos, y pensar de forma diferente al resto de los de su edad.

Claro, su personalidad aun estaba siendo moldeada, y una de sus características es que le gusta llevar las cosas con calma.

Light decidió dividir su entrenamiento y aprendizaje. Por la mañana entrenará con su padre, y por la tarde aprendería sobre la magia, para que su mente no estuviese tan cargado. También decidió darse un día libre para ayudar a su madre en la limpieza, ya que realizar peso no podía, aún.

La noche fue gratificante y sin duda un agradable recuerdo que el pequeño Light apreciaría mucho.

Cuando la luna ya había llegado a su punto más alto acentuando la media noche, Light se había dormido. Albert cargó a su hijo y junto a Ailyn, lo llevaron a su cuarto y lo arroparon. cada uno le dio un beso en la frente y con un, dulces sueños, despidieron a su pequeño.

Susan recogía la mesa y limpiaba los trastes. Ella también se sentía feliz de que todo estuviese yendo tan bien. Su hija estaba sana y su nieto era un niño inteligente y entusiasta. No solo eso, agradecía que el pueblo últimamente este tranquilo, ya que su yerno podía pasar mas tiempo con su hijo.

Los padres son un buen estímulo para un niño en sus primeras etapas de la vida. Brindarle el amor y atención necesaria mejoraría las actitudes del pequeño y lo haría crecer con buenas ideologías en un mundo donde lo bueno no es para siempre y lo malo adorna las puertas de cada habitante en el continente.

Susan también ayudaría con el crecimiento de su nieto, para que si algún día llega a ser un gran mago, que no se olvidara de sus modales, raíces y su humildad.

—Es lindo ver a mi pequeño Light dormir tan feliz —dijo Ailyn mientras bajaban las escaleras.

—Lo bueno de nuestro pueblo es que esta retirado y los bandidos y mercenarios no son tan frecuentes. Las bestias salvajes del bosque tampoco se han asomado últimamente, por lo que Light puede tener días tranquilos —agregó Albert.

—¿Estas seguro de enseñarle el uso de la espada a tu hijo, Albert? —preguntó Susan—. Aun es muy pequeño.

Albert solo movía su cabeza de un lado al otro con una sonrisa ignorando las palabras de Susan.

—¿Bromeas? —Susan hizo un pequeño gesto al comentario de Albert—. Hoy pude ver que nuestro niño tiene talento para esto de la espada. sus movimientos a pesar de que eran un poco torpes, podían seguirme y realizar los movimientos con cierta precisión.

Después de esas palabras, mas nadie dijo nada. Ailyn solo miró al techo y en voz baja dijo:

—Diosa Alkana, ¿eh?, gracias —agradeció con una sonrisa.

Pensando en algo, Susan recordó.

—Recuerdan que dos días después del nacimiento de Light, también nació otro niño, ¿cierto?

—Si, lo recuerdo, el hijo de Zirion —comentó Albert.

—¿Que hay con eso, Susan? —preguntó Ailyn.

—Nuestro pequeño no es el único que tendrá un gran futuro —dijo Susan—. Al parecer, el niño ya puede leer y entender muchas cosas, no solo eso, también muestra un gran interés en la magia.

—Increíble, ¿también fue bendecido por una deidad? —preguntó Ailyn.

Susan en respuesta negó con la cabeza.

—Yo atendí el parto, y nada de eso pasó. Lo único que si recuerdo es haber visto como varios hilos de maná entraban al pecho del bebé en ese entonces, esos hilos de maná daban una sensación de un frío que erizaba la piel —decía Susan mientras recordaba la escena—. Solo duró unos breves segundos, pero eso dió a entender que ese niño sería alguien en el futuro.

—Maravilloso, con dos niños tan talentosos, nuestro pueblo debería de estar más que orgullosos —sonrió Albert mientras decía eso.

—Bueno, eso es cierto —agregó Susan.

Con un bostezo, Ailyn ya había dado a entender que ya era tarde y debían irse a dormir también. Susan con una sonrisa los despidió y ella se quedó un rato más en la sala, sentada en una silla de madera mientras veía la luna por la ventana.

—Que mal que no sea joven, el futuro esta por cambiar. Bueno, aún me queda tiempo, ¿para que me molesto? —dijo con una sonrisa Susan en voz baja.