Los 2 pequeños luceros rojo del esqueleto se volvieron a azules, ente el beso de Eliza todo la maldad del pequeño esqueleto desapareció.
Eliza: ¿he? La luz de tus ojos Cambiado de color rojo como del corazón ahora son azul como el del cielo.
Comentó Eliza con asombro.
El pequeño esqueleto empieza aser gestos de preguntas como intentando entender lo que dice Eliza.
Eliza, sonriendo, intentó explicarle con gestos y palabras simples. Pero el pequeño esqueleto simplemente inclinó la cabeza, sus luceros azules brillando con curiosidad.
Eliza continuó su intento de comunicación, pero sus palabras solo parecían confundir más al pequeño esqueleto. Sin embargo, no se desalentó. Con paciencia y cariño, estaba decidida a enseñarle todo lo que necesitaba saber.
Y así, Eliza comenzó la ardua pero gratificante tarea de guiar al pequeño esqueleto, dando forma a su comprensión del mundo y llenándolo de amor y bondad.
Eliza: me sientó como toda una madre enseñando a su hijo hablar.
dijo Eliza con amor.
El pequeño esqueleto, a pesar de su confusión inicial, comenzó a responder a las enseñanzas de Eliza con sorprendente rapidez.
Comenzó a imitar sus gestos y a intentar pronunciar las palabras que le enseñaba. La alegría de Eliza ante estos pequeños avances era inmensa, y su corazón se llenaba de amor cada vez que el pequeño esqueleto mostraba señales de progreso.
El pequeño esqueleto: mi nombre es Eco.
Comentó el pequeño esqueleto con dificultad.
Eliza sorprendida y sin muchas palabras exclamó de alegría y lágrimas en sus ojos.
Eliza: ¡muy bien Eco, sigamos así!