Me encontraba encerrada en el baño oscuro y frío, sentada en cuclillas en el rincón. Los gritos penetrantes habían cesado hacía unos minutos, pero mi corazón seguía latiendo a toda velocidad. Lentamente, comencé a gatear hacia la rejilla que estaba en la pared, buscando desesperadamente una manera de escapar de aquel lugar aterrador.
Mientras estaba en el suelo, sentí que la temperatura bajó drásticamente, y un escalofrío me recorrió la espalda. Era como si algo aún más horrible estuviera a punto de suceder. De repente, la puerta se abrió, haciendo un chirrido agudo que resonó en el baño. Mi corazón dio un vuelco y mi miedo se disparó. ¿Por qué alguien había entrado ahora?
Me quedé en silencio, sin atreverme a moverme. La figura en la puerta se acercó a mí lentamente, y finalmente pude ver que llevaba una máscara tallada con la forma de un venado. La máscara estaba hecha de madera oscura y tallada con detalles impresionantes. Los ojos de la máscara estaban pintados de un color rojo intenso, y parecían brillar con una luz propia. Los cuernos eran grandes y curvados, similares a los de un ciervo adulto. Mi corazón se aceleró aún más, y una sensación de reconocimiento me invadió. Recordé que mi padre era cazador y siempre llevaba consigo una máscara de venado similar a esa.
La figura, con una postura rígida y amenazadora, se movía con lentitud dentro de la habitación. A diferencia de los otros hombres que habían entrado antes, él llevaba un abrigo de piel que le llegaba hasta las rodillas, lo que le daba un aspecto salvaje. Su cabello estaba desordenado y sucio, como si no se hubiera lavado en mucho tiempo. Cada detalle me resultaba familiar, como si hubiera grabado todo sobre él en mi memoria mientras estuve encerrada.
Al final, se asomó y me observó como si yo fuera su presa. Era como si él supiera exactamente lo que estaba pensando, como si pudiera leer mi mente. "Vengo en son de paz", murmuró, levantando las manos en un gesto de sumisión. Pero, ¿cómo podía creerle? Después de todo lo que había pasado, después de todos los horrores que presencié, ¿cómo podía confiar en alguien que llevaba esa máscara?
"Parece que no me crees", dijo el hombre, su voz resonando en la habitación. "¿Qué te parece si hablamos cara a cara?" Miró hacia la cámara de seguridad en la habitación. "No te preocupes, la cámara está grabando, pero nadie está viéndola en este preciso momento. ¿Sabes por qué?" Señaló la cámara con un gesto de desprecio. "Porque debería estar allí, en la sala de control, vigilándote. Pero me aburrí de estar allí mientras los demás se divierten. ¿Me entiendes?"
Las palabras del hombre me intrigaron y me llenaron de una sensación de esperanza mezclada con temor. Si él estaba dispuesto a revelar información sobre los demás, tal vez podría aprovechar esa oportunidad para escapar de una vez por todas. Reuní todas mis fuerzas y me armé de valor para hablar.
"¿Cada una tiene alguien que la vigile?", pregunté, mi voz temblorosa pero decidida.
El hombre inclinó la cabeza hacia un lado, una sonrisa siniestra apareció en su rostro. "Pensé que no me responderías, Evelyn. Claro, todas tienen a su vigilante", dijo en tono burlón.
El misterio se estaba develando lentamente. Había múltiples vigilantes en ese lugar, cada uno asignado a una prisionera. Si podía entender mejor cómo funcionaba su sistema de vigilancia, podría encontrar una oportunidad para escapar.
Antes de que pudiera hacer más preguntas, el hombre se quitó la máscara. Su rostro juvenil de 19 años contrastaba con la malicia que emanaba de sus ojos. Era una imagen desconcertante, ver esa dualidad entre la inocencia y la crueldad. ¿Quién era realmente este hombre? ¿Y por qué estaba dispuesto a revelar secretos?
"¿Quién eres tú?", pregunté con cautela, mis ojos clavados en los suyos.
El hombre sonrió de manera enigmática. "Soy alguien que ha estado observándote desde hace mucho tiempo, Evelyn.
Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba a escuchar qué tenía que decirme. ¿Sería esta la oportunidad que había estado esperando para escapar de ese lugar infernal?
El hombre se acomodó en el borde de la cama, mirándome fijamente. Sus ojos oscuros parecían escudriñar mi alma, y una sonrisa retorcida se formó en su rostro. Era evidente que no podía confiar en él.
"¿Qué tipo de juego estás jugando?", le pregunté con una mezcla de temor y desconfianza.
El hombre soltó una risa siniestra y se acercó lentamente hacia mí. "Oh, Evelyn, parece que no entiendes la verdadera naturaleza de este lugar. Aquí no hay escapatoria. Estás atrapada conmigo, y solo estoy aquí para divertirme contigo".
El miedo me invadió mientras retrocedía hacia la esquina del baño. No había lugar adonde ir, estaba completamente a su merced. Los gritos y las súplicas de Emma resonaban en mi mente, recordando lo vulnerable que era.
El hombre se acercó aún más, disfrutando de mi temor. "Eres mi juguete, Evelyn. Te haré sufrir y te mostraré el verdadero significado del terror ".Cerré los ojos, intentando bloquear sus palabras, pero su presencia opresiva se hacía más fuerte. Sabía que no podía luchar físicamente contra él, así que me aferré a mi determinación interna. No permitiría que me rompiera.
"No puedo evitar preguntarme qué tipo de persona disfruta torturando a otros", le dije con voz firme, desafiando a reflexionar sobre sus propias acciones.
El hombre se detuvo por un momento, como si considerara mi pregunta. Luego, soltó una carcajada mordaz y respondió con sarcasmo "Oh, querida Evelyn, no me subestimes. Soy simplemente un artista de la angustia, un maestro de la oscuridad. Me deleito en el sufrimiento de los demás, y tú eres mi obra maestra".
El cinismo en su voz me enfureció, pero me esforcé por mantener la calma. "¿Crees que el poder reside en causar dolor a otros? ¿Crees que eso te hace fuerte? Te equivocas. La verdadera fortaleza radica en la compasión, en el amor y en ayudar a los demás", le respondí con convicción.
El hombre me miró con desdén, como si mi respuesta le pareciera absurda. "Oh, qué noble eres, Evelyn. Pero en este mundo, la nobleza es solo una ilusión. Aquí, la única ley que rige es la del más fuerte, y yo soy el más fuerte. Así que prepárate para sufrir, porque este juego está lejos de terminar".
Sus palabras intentaban minar mi determinación, pero me aferré a mi convicción. "Puede que pienses que tienes el control, pero nunca subestimes el poder de la resistencia. Por mucho que intentes romperme, no permitiré que me derrotes. Si quieres jugar, te advierto que no seré una presa fácil".
El hombre sonrió siniestramente, como si apreciara mi desafío. "Eso es lo que me gusta de ti, Evelyn. Eres una fuente inagotable de entretenimiento. Pero no te preocupes, encontraré formas cada vez más creativas de hacerte sufrir".
Mantuve la mirada fija en sus ojos, decidida a no dejarme intimidar. Por más siniestra que pareciera esta situación, confiaba en mi fuerza interior para resistir y encontrar una manera de escapar de este macabro juego."¿Sabes qué, Evelyn?", dijo el hombre con una sonrisa despectiva. "No te das cuenta de la verdadera naturaleza de este lugar. No soy solo un entusiasta del sufrimiento, soy un creador de entretenimiento. Las cámaras que te rodean transmiten todo en vivo, como en un programa de televisión. Pero aquí viene lo interesante solo los ricos y poderosos tienen acceso a estas transmisiones. Son ellos quienes se deleitan con tu agonía".
Mis ojos se abrieron de par en par ante esta revelación. El horror de la situación se intensificó al imaginar a personas ricas y poderosas disfrutando de mi sufrimiento desde la comodidad de sus hogares. Sentí una mezcla de indignación y asco hacia aquellos que se regocijaban con el dolor ajeno.
"No puedo creer que exista un público que se deleite con el sufrimiento humano", exclamé, llena de incredulidad y desprecio.
El hombre se encogió de hombros, disfrutando de mi desconcierto. "Así es el mundo en el que vivimos, Evelyn. Un mundo donde el poder y la riqueza dictan las reglas. Estos espectadores adinerados se sienten atraídos por el espectáculo de la desesperación y pagan grandes sumas para tener acceso exclusivo. Para ellos, tú y los demás atrapados aquí son solo peones en su macabro juego".
La revelación de que mi sufrimiento era una fuente de entretenimiento para una audiencia privilegiada me enfureció aún más. No podía permitir que continuara esta situación injusta.
"No importa quién esté viendo, no importa lo mucho que paguen. No permitiré que me utilicen como un juguete para su disfrute perverso", respondí con determinación en mi voz. "Buscaré una manera de escapar de este juego y exponer la verdadera naturaleza de este lugar".
El hombre rió, como si mi determinación le resultara graciosa. "Buena suerte, Evelyn. Te aseguro que escapar será mucho más difícil de lo que imaginas. Pero adelante, inténtalo. El tiempo corre y estoy ansioso por ver cómo luchas en vano".
Cerré los puños, decidida a desafiar las probabilidades y encontrar una forma de liberarme de esta pesadilla. No importaba cuán oscuro fuera el juego en el que me habían atrapado, haría todo lo posible para recuperar mi libertad y revelar la verdad detrás de este macabro programa de televisión para los ricos.
El hombre se detuvo por un momento y, con un tono sombrío, me miró fijamente. "Recuerda, Evelyn, a partir de ahora vives bajo nuestra luz roja", dijo con una voz cargada de malicia antes de girarse y desaparecer en la oscuridad.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un escalofrío que recorrió mi cuerpo al recordar una experiencia previa. Las palabras del hombre resonaron en mi mente mientras una intensa sensación de miedo se apoderaba de mí. Mis manos temblaban y un nudo se formaba en mi garganta al recordar el momento en que la habitación se había teñido de rojo y la tortura había comenzado.
Me refugié en el rincón que me encontraba, intentando alejar esos recuerdos aterradores de mi mente. Cerré los ojos con fuerza, tratando de bloquear la imagen de la habitación bañada en esa luz ominosa. Sin embargo, las imágenes seguían apareciendo vívidamente en mi mente, trayendo consigo el dolor y el sufrimiento que había experimentado en ese momento.
El sonido de mis propios latidos resonaba en mis oídos, y podía sentir cómo mi respiración se volvía agitada. El miedo era abrumador, pero me obligué a mantener la compostura, sabiendo que ceder ante el pánico solo me haría más vulnerable.
Respiré profundamente y me recordé a mí misma que debía mantener la fortaleza. Aunque los recuerdos me asustaban, también me recordaban mi determinación de resistir y encontrar una salida de este tormento. Me negué a dejarme consumir por el miedo y prometí que lucharía hasta el final.
Con la mandíbula apretada, salí del rincón y me preparé para enfrentar cualquier cosa que el hombre o este lugar me lanzaran. Aunque el miedo seguía presente, me aferré a la esperanza de que algún día encontraría una forma de escapar y liberarme a mí misma y a las demás chicas de este ciclo interminable de sufrimiento.