Después de un largo y duro día en la academia la campana marco el final de las clases.
Otro día finalizó sin ningún problema al menos eso era lo que creía.
Al haber pasado mucho tiempo metido en el interfaz el sistema tenía la mente fatigada. Las nuevas cosas que la tienda mostraba en su interfaz eran demasiadas como para poder entenderla rápidamente, muchas de sus funciones seguían siendo desconocidas y no parecía como si pudiera entender todo el funcionamiento de la tiendo en poco tiempo.
Me levanté soltando un gran suspiro cansado de mi asiento.
Era suficiente indagación por ahora, seguiría tratando de comprender el funcionamiento de la tienda después de clases no en este momento.
Mi cara magullada seguía siendo un tema candente de discusión en mi salón, hasta los mismos profesores se mostraron profundamente asombrados al ver las heridas en mi cara, pero ninguno me pregunto lo que me había pasado, afortunadamente.
Me pregunto si se debía por la ayuda de mis dos amigos.
Ellos prometieron difundir la noticia de que mis heridas se debían luego de un accidente al ayudarlos.
Es una lástima, ya no podré hablar con ellos como lo hicimos hoy temprano en la mañana.
Caminé pesadamente por los pasillos de la escuela sabiendo que tendría que tomar distancia de mis primeros amigos en esta academia por su bien.
Ese sentimiento de tristeza perduro hasta toparme con alguien bloqueando mi camino con ambos brazos cruzados.
Su mirada era una con un muy notable sentimiento de superioridad y a su vez asco de tenerme frente a él.
¿Le molesta que no me mueva a un lado del pasillo?
Aquí es normal tomar una actitud pasiva frente a algún brabucón, pero yo nunca me he topado con ninguno ni he tenido una actitud pasiva en ningún momento, claro, eso se debe a que yo nunca he sobresalido ni he llamado la atención de los demás hasta hoy.
Además, no es por subestimarlo o ser alguien que solo se fija en las apariencias, sin embargo, el que me está impidiendo el paso no es alguien a quien puedas tomar en serio, si hablamos de aspecto intimidante.
Tienen el cabello corto y rubio y ojos son grises.
No es escuálido ni es alguien con sobre peso, pero no tiene el cuerpo atlético que se esperaría de un brabucón típico de las series estadounidenses.
Él es simplemente un chico cualquiera sin nada a resaltar a parte de su color de pelo y ojos, aunque aquí en donde las excentricidades como Koneko abundan él no logra destacar.
— La presidenta te está llamando, sígueme. —Con una voz extrañamente malhumorada y con un tono denigrante el chico rompió el silencio.
Cierto, él pertenece al concejo estudiantil como el único hombre.
Su nombre era extraño para un occidental como yo.
¿Era Sachi, Sani, Sali o Santi?
No recuerdo su nombre ni apellido, porque recientemente se unió al consejo asique no era tan popular como otro estudiante masculino de cabello rubio, pero si era blanco de envidia de muchos estudiantes por estar rodeado de mujeres.
Olvidemos su mala actitud por un momento para aclarar que esta era nuestra primera reunión, no es como si ambos tuviéramos un pasado conflictivo ni nada.
Sin embargo, es curioso verlo mostrar tan abiertamente su desagrado a un alumno sin ningún historial de ser problemático como lo tienen mis demás compañeros.
¿No deberías mostrar esa mirada a los pervertidos en lugar de a mí?
Los demás presentes en el pasillo al ver la actitud del integrante del consejo empezaron a murmurar, muy posiblemente inventándose una historia del porque esto estaba pasando.
Disculpen chicos, parece que sus esfuerzos serán en vano.
Me disculpe mentalmente con mis amigos porque con los nuevos rumores que empezaran a circular sus esfuerzos para evitar que mi imagen sea manchada no servirá de nada.
¿Es necesario decir que me siento decepcionado de las mujeres?
Frente a mis ojos veía como mi reputación, que no tenía, caía en picada.
La actitud del rubio no me molesto, sinceramente ni me importa el motivo de su mala actitud, pero si me hacía sentir incomodo. Es decir, está bien que no te caiga bien, es normal que por uno u otro motivo sin siquiera quererlo ni saberlo lo haya molestado, pero que él me vea por encima del hombro sin siquiera tratar de ocultarlo es demasiado incomodo de soportar.
Puedo decirle que deje de hacerlo para evitar algún conflicto innecesario, no obstante, ¿quién me asegura de que él dejara de hacerlo?
Ser alguien que no busca problemas, ósea un pacifista, siempre tiene momentos muy similares a este.
Mantuve la calma sin mostrar ninguna expresión de inconformidad desafiando así a sus ojos desdeñosos.
— ¿No has escuchado lo que te dije? ¿Quieres que te lo diga en siete idiomas distintos?
Mantengamos la calma.
Qué el consejo estudiantil me haya mandado a llamar debe ser por algo de suma importancia. Ellos nunca convocan a nadie sin importar cuantos problemas causen.
Nuevamente el ejemplo perfecto de esta actitud tan imparcial son mis compañeros pervertidos. Ellos nunca los han castigado y simplemente han dejado a las mujeres, que sean visto afectadas por sus actividades pervertidas, tomen fuertes represalias.
¿Pero entonces quienes son los que se encargan de hablar con los alumnos cuando se portan mal?
Bueno, los que se encargan de eso son en su mayor parte los profesores y/o la comitiva directiva de la academia.
Es por todo eso que recibir una convocatoria del consejo estudiantil es sumamente raro.
Ellos la mayor parte del tiempo limitan sus interacciones con los estudiantes, exceptuando únicamente cuando una festividad se acerca o cuando se trata de los clubs escolares.
¿Me pregunto la razón detrás de esta convocatoria?
— Bien, vamos.
Toda esta situación podría complicarse aún más de cómo está si no aceptaba que me guiaran al consejo estudiantil, por eso acepte sin ninguna queja. Aunque claro muy por dentro inconscientemente me dije que haría pagar al rubio por su actitud.
Inesperadamente el pensamiento de buscar venganza no fue un pensamiento al que deseché inmediatamente cuando apareció.
Los dos caminamos en silencio sin dirigirnos la palabra durante todo el trayecto.
Contrariamente a como lo pensé por un momento no fue incomodo seguirlo, al no cruzar palabras el único que estuvo incomodo fue él y no yo.
Pero la incomodidad que no tuve con el rubio la tuve cuando entré a la sala del consejo. La atmosfera con la que todos los presentes estaban trabajando era una tensa y sofocante.
En el medio de toda la sala sentada en una silla negra una mujer de gafas, que eran del mismo color de sus ojos violetas, miraba unos documentos con detenimiento.
A su lado otra mujer también estaba leyendo un libro con un bolígrafo en su mano escribiendo de vez en cuando sobre una hoja en blanco.
— Él está aquí presidenta.
Con una sola palabra la mirada intensa del presidente cayó sobre mí.
Ah~ ya no quiero estar aquí.
La presidenta del consejo estudiantil era una mujer extremadamente bella.
Ella era la típica mujer que solo por tener unas gafas y un porte delicado desprendía un aura de sabiduría y comprensión.
Su cabello negro recortado la hacía resaltar entre las demás mujeres que dejaban su cabello largo.
Ella era sin dudas una belleza de primer nivel, incluso si la comparo con la novia de Issei, la presidenta es por mucho más hermosa.
Esa belleza deslumbrante era lo que me estaba haciendo sentir abrumado en este momento, aunque también se debía a su mirada penetrante.
Quiero irme.
La mirada de los demás integrantes del consejo comenzó a caer sobre mí una por una incrementando mi incomodidad.
Todos, al igual de la presidenta, tenían unas miradas muy penetrantes.
Incluso algunas de las personas que conocí de antemano mostraron esa mirada.
¿¡Porqué actúan así!?
¿¡No ven que no puedo soportar esta atmosfera tan sofocante!?
El sudor caía por mi nariz mientras esperaba que la presidenta dijese una palabra.
— Siéntate, por favor. Tenemos asuntos que discutir —dijo el presidente, manteniendo su mirada penetrante y un tono firme.
¡Jesús! ¡Por fin puedo sentarme! ¡Gracias al cielo!
Por alguna razón cuando me senté felizmente en una de las sillas todos los del consejo estudiantil se tomaron la cabeza.
¿¡Espera ellos esperaban que no me sentase!?
Tragando saliva por miedo a lo que acababa de hacer me mantuve a la espera sin atreverme a decir ni hacer nada.
Al terminar de sobarse la cabeza la presidenta se acomodó los lentes antes de empezar a hablar.
— Hablemos sobre tus actividades durante la semana. ¿Algo inusual ocurrió? —preguntó, manteniendo sus ojos fijos en los míos.
No pude evitar sentirme confundido.
¿Ella está interesada en lo que hice durante la semana!? ¿Por qué? No me acuerdo ser lo suficiente cercano con ella como para que esa pregunta pueda hacerse con tanta normalidad. Menos aún si tomamos en cuenta el país en donde ambos nos encontramos.
Al no saber si lo estaba haciendo para romper el hielo o si en verdad ella quería saber lo que hice durante la semana traté de responder de manera general, sin darle muchos detalles, solo que hice esto y aquello, luego esto y nada más; pero el presidente no se conformó con mi vaga respuesta.
— No me refiero a los eventos comunes. ¿Hubo algo que no haya sido parte de tu rutina normal? —dijo con una sonrisa sutil, como si supiera que tenía algo que ocultar.
¿Algo anormal? ¿Por qué está preguntando eso? Ósea, si pasé por un evento muy fuera de lo común cuando apareció el ángel caído, sin embargo, eso definitivamente no lo voy a mencionar.
— Nada inusual, solo tuve algunas dificultades con las raquetas del club de tenis.
No le diré lo que paso con el ángel, es algo surrealista, así que lo ocurrido la noche de ayer se queda entre el ángel y yo.
— Entonces dime si durante una de tus actividades extraescolares, ¿te encontraste con alguien fuera de lo común? Alguien que pudiera haber influido en tu comportamiento, por ejemplo —preguntó, señalando directamente a la posibilidad de interacciones externas.
El presidente manteniendo la misma expresión con la que había preguntado se acomodó los lentes.
¿Era posible que ella supiera lo de ayer?
Pareciese como si ella supiera algo y estuviera esperando a que se lo diga, pero eso no puede ser posible. El sistema dijo que ningún inocente se vio involucrado. Sin embargo, por como ha hecho la pregunta parece que es casi definitivo que sepa algo.
Me sentí acorralado.
No sé si debo mentir o decir la verdad.
Sus ojos violetas no han dejado de ver directamente los míos sin mostrar ningún indicio de apartar la mirada.
Tengo que mantener la calma, es probable que esté pensando demasiado las cosas.
Guardé la calma y le sonreí.
— La semana transcurrió de manera bastante normal, diría yo. —Respondí rápidamente.
Elegie mis palabras con cautela para evitar cualquier inconveniente.
Mentir estaba fuera de cuestión, por ahora, porque no creo que sea necesario hacerlo.
Ella asintió, pero su expresión mostro por primera vez una emoción.
La presidenta no parecía convencida con mis palabras.
¿Porqué?
No tenía idea del porque esa expresión estaba en su cara, sin embargo, muy dentro mío sabia a que se podría haber debido esa expresión.
No dije ninguna palabra esperando a que ella hablase primero.
— Mmm~ hablemos de tu estado físico actual. ¿Cómo explicarías las heridas en tu rostro y el moretón en tu pómulo derecho? —preguntó.
Mi mano instintivamente fue a la zona donde las marcas aún eran evidentes.
Carajo, estoy en problemas.
Las heridas en mi rostro no eran simples cortes o moretones también había algunas pequeñas quemaduras que eran ocultas por las gazas.
Bajé la mano al responderle.
— Tuve un pequeño accidente mientras ayudaba a unos amigos ayer, nada de qué preocuparse. Estoy bien ahora.
Dije la cuartada que me habían creado mis amigos para restar importancia a las heridas y dejar el tema de lado.
La presidenta, sin embargo, sonrió levemente mientras formulaba una nueva pregunta.
— ¿Estás seguro de que no hubo algún enfrentamiento o conflicto que no estás compartiendo? Nosotros los del consejo estudiantil no encargamos de gestionar todos los clubs, y efectivamente, un rumor ha estado circulando por la academia diciendo de que tú has tenido un pequeño accidente mientras ayudabas al club de foto, peros tus heridas parecen ser más que simples "percances", además ayer cuando pasé por el club de fotografía no te vi por ningún lado ayudando Liam.
La presidenta entrelazo sus dedos y esperó mi respuesta.
Su mirada, por más extraño que suene, se empezó a sentir extraña.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que la excusa propuesta por mis amigos no servía de nada.
Oh no, esta es una de esas situaciones en donde no importa que es lo que haga siempre me encontraré en bailando en la palma de la mano de la presidenta.
¿Como ha podido ocurrir algo así!? ¿¡Y porque me están pasado estas cosas tan seguido!? ¿No pudo ser otro día? La semana tiene siete días, cinco de los cuales vengo a la academia, ¿acaso era tan improbable que este interrogatorio ocurriese mañana?
No me quedó de otra más que tomarme un momento para reorganizar todos mis pensamientos.
Era imposible decirle la verdad, ¿cómo le explicaría que un ángel quiso matarme? ¿Y también era siquiera posible hablarle del sistema?
Mantuve mi silencio algunos segundos.
Tengo que decirle algo que no le dé cabida a hacer más preguntas.
Esa fue la conclusión a la que llegué después de mucho pensar.
— Presidenta escuche, entiendo tus preocupaciones, pero hay límites para lo que puedo compartir. Eso incluye mi vida privada, y por ahora, preferiría mantener discreción sobre mis heridas. —Respondí tajantemente al tratar de mantener la compostura.
Mentalmente me disculpe con la presidenta por mi rudeza, pero esto era lo único que podía hacer para no incluirla en problemas innecesarios.
La presidenta al escucharme solo se limitó a sonreír gentilmente.
¿Quiere que me enamore de ella?
Su sonrisa gentil era demasiado para mi débil corazón.
No deberías sonreír tan gentilmente a alguien que te ha tratado de manera tan ofensiva.
— Está bien. Por ahora, dejaremos el tema aquí. Pero ten en cuenta que estamos aquí para ayudar y asegurarnos de que todos en la academia estén seguros —concluyó manteniendo la sonrisa en su cara.
Sonriendo torpemente, sin saber cómo reaccionar, me levanté lo más rápido que pude y salí a toda prisa del lugar.
No me detuve a despedirme por el miedo de que eso pueda conllevar a recibir otra pregunta.
En ese momento lo único que quería era poder salir del embarazoso ambiente, sin saber que desde ese punto mi tranquila vida escolar terminaría abruptamente.