Pasaron varios días desde que empecé a buscar respuestas en la biblioteca sin tener ningún progreso.
Todos los libros que pude hallar no solamente eran completamente ajenos a las religiones del mundo, sino que en su mayoría la biblioteca tenía antologías de diferentes cuentos regionales o folclóricos orientales.
Ninguno me servía para la investigación que estaba haciendo.
Claro, leí algunos únicamente para ver si en alguno podía hallar alguna conexión entre la religión católica con el budismo o sintoísmo, pero no encontré nada.
Llegado a un punto me cansé de estar leyendo libros en donde se narraban historias de grandes guerreros samuráis o sobre las proezas de los antiguos emperadores y abandoné la idea de encontrar una conexión entre el occidente y el oriente en sus libros, al menos en la biblioteca de la academia no parecía haber.
Como de costumbre regresé al salón de clases antes del inicio de las clases de la tarde.
Por estar mucho tiempo en la biblioteca leyendo libros los pedidos de ayuda disminuyeron, algo que agradezco, sin embargo, también de apoco me fui alejando de mis amigos.
Ellos no podían pasar demasiado tiempo en la biblioteca por la responsabilidad de estar constantemente tomando fotos a cualquier cosa, y en un lugar tan poco frecuentado ni animado como lo es la biblioteca su trabajo no podía hacerse.
Matsuda muy de vez en cuando vino acompañándolos orgulloso de las fotos que pudo tomar durante el día. No hace falta decir que esas fotos en su mayoría eran obscenas, y podían ser evidencias valiosas para encarcelarlo en una correccional.
Por ello todas las veces que él llegaba con una "nueva colección" me encargaba de borrar la totalidad de las fotos solo para el bienestar de las mujeres afectadas. Además, después de clases me acercaba a cada una de las chicas que fueron fotografiadas a disculparme sinceramente por lo que tuvieron que pasar y darles una compensación.
La mayoría no entendía el motivo de mis disculpas, pero si aceptaban la compensación con una sonrisa, aunque era una sonrisa incomoda por los rumores que circulaban sobre mí.
La compensación era unos chocolates con una nota adjunta que decía: Nos disculpamos por las molestias que les ha causado uno de nuestros integrantes.
El club de foto.
Obviamente nosotros tres éramos quienes con nuestro propio dinero comprábamos los chocolates que iba a entregar.
Los chicos y yo decidimos que sería yo quien entregaría los chocolates para mejorar mi reputación.
Dejando de lado el tema del acoso las fotos que me mostraban, con excepción de Matsuda, eran en su mayoría muy buenas.
Ellos fotografiaban los paisajes que había en la gran academia, también el ocaso del sol desde distintos ángulo y lugares de la academia, y hasta muy de vez en cuando ellos convencían a algunas estudiantes para fotografiarlas mientras realizaban sus deberes.
En los momentos en que estaba cansado de leer nosotros tres discutíamos sobre cuáles eran las mejores fotografías que podrían ser exhibidas el día del festival escolar.
Normalmente la discusión se tornaba a una en donde se utilizaba tecnicismos fotográficos que no entendía al principio, pero después de unas breves explicaciones podía seguir en la conversación.
Así sin darme cuanta había pasado otra semana desde que llegué a esta academia.
En ese periodo de tiempo mi conocimiento sobre los ángeles y las cosas relacionadas al sistema incremento mucho.
Sin embargo, hacía unos días desde que mis dos amigos no venían a la biblioteca para hablar conmigo.
A pesar de las dudas por la ausencia de mis amigos una chica se me acercó.
— ¡Por favor ayúdanos!
Ella era una de las integrantes del club de teatro, y aunque antes había pensado en alejarme de todos los demás en este tiempo que paso dejé de pensar de esa manera.
No podía ignorar a alguien que pedía ayuda.
…
No mucho después salí del club de teatro con las manos manchadas de pintura.
Ellas solo necesitaban a alguien que les ayude a terminar de pintar un panel que sería usado como escenografía en una de las escenas de ensayo y como yo había ayudado antes no dudaron en pedirme ayuda a pesar de mi mala reputación.
Terminamos de pintar una hora después de que empecé a ayudar, sin embargo, ninguna de las integrantes se me acercó a hablar.
Mi mala fama, a pesar de ya no tener ninguna herida, seguía estando muy presente hasta el día de hoy, sim embargo, por haber estado repartiendo los chocolates a todas las mujeres afectadas por Matsuda, he aumentado un poco la simpatía de algunas mujeres que no creen en los rumores.
Salí del club de teatro tras despedirme de quien me llamó con la mano sin querer hablarle. Ella era de las pocas que no creían en los rumores, pero si las demás chicas la vieran hablándome con normalidad quizás nuevos rumores empezarían a circular manchando la reputación de ella y el club de teatro.
Por eso solo con un saludo desganado me despedí de todas las mujeres del club.
No obstante, a pesar de todo el esfuerzo para mejorar la visión de los demás hacia mi persona a fuera del club de teatro uno de mis compañeros me estaba esperando con la espalda apoyada contra la pared.
Era Matsuda. Él se me acercó con una actitud relajada y llena de confianza.
En realidad, era la misma actitud que tenía cuando estábamos los tres integrantes del club de foto y yo discutiendo sobre las mejores fotos.
Su actitud relajada, aunque no era ninguna sorpresa, me resultaba muy extraño soportar.
En todos estos días él y yo no nos volvimos los más cercanos ni nos convertimos en amigos, solo nos podríamos decir conocidos a lo mucho, pero eso a Matsuda no le importaba, él seguía teniendo su actitud relajada conmigo cerca.
Matsuda paso su brazo por mi cuello y me acercó.
— ¿Oye, me podrías dar el número de alguna de ella? Somos amigos, ¿no?
En todo momento estuvo sonriendo con gallardía a pesar de mi intento por alejarlo.
— No los tengo —respondí cabizbajo.
No podía decirle que se alejara de mí. Él era amigo de mis dos amigos, por lo que para evitar problemas con mis dos únicos amigos debía soportarlo.
Matsuda al verme con la cabeza agachada se rascó la cabeza al liberarme de su agarre.
— Uy, disculpa amigo no sabía eso. Ah, que alegría, ambos somos más similares de lo que creía.
Me ofendes aún más diciendo que somos iguales. Yo no soy un pervertido que es odiado por todos. Solo soy alguien a quien nadie quiere acercarse por los rumores. Definitivamente no somos iguales.
Sin levantar la cabeza al sentirme sin ganas de corregirlo Matsuda se aclaró la garganta.
— Cierto, el club necesita unas cuantas revisiones rápidas. Ya sabes las cámaras son aparatos delicados que de vez en cuando necesitan revisiones, y como has estado tanto tiempo en la biblioteca no hemos podido encontrar el momento para decirte que nos ayudes con las revisiones. Yo no sé cómo hacer correctamente las revisiones de todas las cámaras y tengo miedo de malograr alguna de ellas si lo hago, así que por favor danos un pequeño momento de tu tiempo. A todos en el club no nos gustaría tener otra cámara inservible como la que tuvimos que desechar la última vez.
Es verdad, no he revisado las cámaras por toda la investigación sobre lo paranormal que he estado haciendo últimamente.
…
Matsuda y yo fuimos al club para ver las cámaras.
La mayoría no mostraba signos de deterioro o algún problema con excepción de una.
Era la más nueva que ellos compraron para remplazar la que tuvieron que botar. Una cámara muy moderna con un lente capaz de capturar con mucha nitidez los detalles más pequeños.
Desafortunadamente la nueva cámara parecía tener un problema con el enfoque que podía hacer. Ni Matsuda ni yo pudimos encontrar la falla con solo una simple revisión asique decidí llevarla al lugar en donde normalmente reparaba las cosas.
Matsuda me siguió en todo momento pese a haberle pedido que se quedara en el club.
Porque como había pensado que alguien con mala fama se junte con otro con aun más mala fama es como combinar gasolina y fuego.
Ambos caminamos por los pasillos de la escuela atrayendo la atención de todas las mujeres con quien nos topábamos.
Sus miradas estaban llenas de odio dirigidas mayormente a Matsuda, pero muy de vez en cuando una que otra mirada asesina se me era dirigida.
Al ser el centro de atención por donde sea que pasáramos Matsuda no tardó mucho en alegrarse por ello.
— Jejeje, sabía que debía juntarme contigo Liam. ¡Eres demasiado famoso! Mira cuantas chicas que no pueden dejar de vernos, ¡es muy seguro que si sigo juntándome contigo pronto dejaré de ser virgen! —Dijo entre carcajadas.
La mala fama suya era tan grande que ninguna de las mujeres con quien nos topamos de camino a mi lugar de trabajo pudieron evitar hacer una mueca de desagrado.
¿Te das cuenta siquiera de que esas miradas que se nos son dirigidas no son de admiración o amor? Además, la mayoría ni siquiera se interesan en mí, sino que quiere matarte con la mirada.
Somos famosos, pero no de la manera que te gustaría.
Para no soltar un suspiro guardé todos mis pensamientos para mí mismo.
De esa manera tan deshonrosa ambos llegamos a mi lugar de trabajo sin decirnos ni una sola palabra.
Era seguro que si empezaba una conversación con él en lo único que hablaríamos seria de como a él le gustan las mujeres.
Trabajé mecánicamente sin prestarle atención para no cometer ningún error. Si lo que pensaba era cierto el único problema que tenía era algo que muy fácilmente podría ser solucionado.
— Maldición, tú tienes la cabeza en las nubes. ¿Estás seguro de que no se malogrará la cámara? — Él dijo molesto al verme sacar el lente de la cámara.
Quizás al no prestarle atención a Matsuda él creyó que estaba perdido en mis pensamientos, cosa que no estaba completamente equivocado.
Entiendo el motivo detrás de esas palabras. El lente cubre el sensor de la cámara que una de las partes más sensibles del aparato y por si en un descuido yo rayo el sensor puede que todas las fotos saldrán borrosas.
Sin embargo, ahora que puedo ver el sensor veo que tiene polvo por toda su superficie.
No es recomendable lo que estaba a punto de hacer, pero al no tener nada a la mano que me pueda ayudar saqué un pañuelo.
Al sacar la mota de polvo puse nuevamente el lente.
— ¿Oye sabes algo el presidente y vicepresidente?
Mientras colocaba el lente le pregunté sobre mis amigos a Matsuda.
Matsuda pensó por un momento antes de responder con tristeza.
— Bueno, ninguno de los dos ha estado viniendo al club ni a clases en los últimos días así que el club ha estado vacío últimamente. Lo último que supe de ellos fue que encontraron una casa en el bosque y fueron a fotografiarlo. Sin embargo, eso fue el viernes de la semana pasada.
Un repentino mal augurio me azotó.
No era ninguna novedad de que ellos se vayan al bosque o a las montañas a tomar fotografías, en realidad eso era una de las actividades que el club hacia frecuentemente, y hubo ocasiones en las que ellos no vinieron a la academia por una semana, pero lo que me preocupa es el hecho de no hayan llevado a Matsuda con ellos.
Ellos nunca excluirían a Matsuda en una de sus actividades.
"Eso es extraño." Murmuré para mí mismo.
— ¿Pero sabes qué es lo peor? Issei desde hace unas dos semanas anda diciendo de que ha conseguido una novia muy guapa. Pff~ como si eso pudiese ser verdad. Ah y fíjate de no malograr accidentalmente la cámara, sabes que cuestan mucho.
Por la insistente falta de confianza que él mostro me enojé y respondí secamente.
— No, no voy a malograrlo. Puedes detenerme antes de que haga un mal movimiento, si quieres, pero si lo haces la cámara seguirá teniendo el mismo problema con el enfoque.
Al escucharme gritarle Matsuda se levantó molesto.
— Solo no estropees la cámara y déjala en el club cuando termines. Adiós.
Sin más palabras, él se fue, dejándome solo en las escaleras.
¿Fui muy grosero?
Sin saber si lo que hice estaba bien me quedé viendo el atardecer por un momento antes de comenzar nuevamente la revisión de la cámara.
Sacar una foto al ocaso desde este lugar no estaría mal.