Parte I: La Monotonía de una Vida Desdichada
En el año 2037, en Argentina, me encuentro viviendo una existencia tediosa y solitaria. Mi nombre es Cristian, tengo 15 años, y mi vida gira en torno a los videojuegos y las películas. Soy un apasionado competidor en torneos de RPG en línea, especialmente en un juego llamado "Start RPG". Dedico la mayor parte de mi tiempo a mi vida gamer, evitando cualquier tipo de actividad física o responsabilidad laboral. Vivo solo en un apartamento de tamaño mediano que pertenece a mi padre, un militar siempre ausente.
Mi padre, un soldado de alto rango, rara vez está en casa. Desde que tengo memoria, ha estado ocupado con su trabajo en el ejército, apareciendo únicamente en las festividades. Crecí bajo el cuidado de niñeras, acostumbrado a su ausencia. Ahora, en medio de la guerra más larga de la historia, la violencia y las desapariciones son una sombría normalidad. Desde 2026, cuando Rusia anexó Ucrania, el mundo se ha sumido en la Tercera Guerra Mundial. Aunque Argentina y sus vecinos decidieron mantenerse neutrales, la violencia nos ha afectado a todos.
Desperté una mañana con una extraña tensión en el aire. Decidí ir a la cocina para desayunar algo, aún recordando la noche anterior frente a la consola. Al cruzar los pasillos, me topé con el robot de limpieza y continué hacia la cocina, cansado por las horas dedicadas a los videojuegos.
—Quizás me excedí anoche —murmuré.
De repente, una gota de agua me golpeó en la cabeza. Frustrado, me quejé de los vecinos, pero resignado, decidí no confrontarlos. Encendí la televisión para escuchar las noticias mientras buscaba algo en el refrigerador.
"Corea del Norte ha sido acorralada por las fuerzas de la OTAN. Jukon Jim amenaza con lanzar bombas nucleares a Europa..." escuché.
Apagué el televisor con la voz y me dirigí a mi habitación. La guerra parecía interminable, y la preocupación por mi padre aumentaba. Él me había confesado que Argentina apoyaba secretamente a la OTAN, pero nuestra tecnología no podría defendernos de un ataque nuclear.
Más tarde, revisé las noticias en mi teléfono. "Se ha lanzado una bomba nuclear sobre Corea del Sur. Los campos de fuerza han fallado, resultando en más de un millón de bajas..." Antes de poder procesar la información, recibí un mensaje de Bob, un amigo de mi padre:
"Tu padre está muerto. Lo siento. Estaba en Corea del Sur, a cargo del ataque principal como general de alto rango."
Sentí un vacío en el pecho y mis ojos se llenaron de lágrimas. Grité, abrumado por la tragedia, recordando a mi padre y lamentando su ausencia. De repente, todos los dispositivos del departamento se apagaron. Una luz brillante me envolvió, dejándome paralizado y sin energía. Antes de caer en la oscuridad, intenté levantarme, pero la luz me consumió.
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Parte II: El Abismo Luminoso
Cuando abrí los ojos, me encontré cayendo en un abismo de colores luminosos. Desorientado y asustado, intenté comprender mi situación. ¿Había muerto? ¿Qué estaba ocurriendo? Miré a mi alrededor, buscando alguna referencia mientras caía en un lugar brillante sin fin.
—¿Dónde estoy? ¿Por qué caigo en un abismo luminoso? ¿Acaso he muerto? —me pregunté.
De repente, la luminosidad se oscureció y me encontré en una oficina impecablemente blanca. Antes de estrellarme contra el suelo, me detuve en el aire. Una voz femenina se dirigió a mí.
—Te he estado esperando, Cris.
—¿Cómo conoces mi nombre? —pregunté, sorprendido.
—Sé mucho sobre ti, Cristian Alejandro Reyes. Por favor, toma asiento —dijo la voz, revelando a una mujer de cabellos rubios y expresión seria, con un vestido blanco.
Su presencia era cautivadora, pero mi curiosidad me impulsó a hacerle preguntas.
—¿Por qué estoy aquí? ¿Estoy muerto?
—No, no estás muerto. Te traje aquí porque... —intentó explicar.
—¿Y por qué? —interrumpí.
—Déjame terminar. En tu mundo, el equilibrio se ha quebrado por la maldad del ser humano. Soy la diosa de todo y he venido a rescatar almas puras antes del inevitable juicio final. Tu alma, aunque no perfecta, es digna de salvación.
Sorprendido, continué preguntando.
—¿Dónde estamos?
—En un lugar atemporal, reservado solo para almas puras.
—¿Entonces no eres humana?
—No, soy una diosa creadora de todo. Tu alma es pura y puedo sentirlo.
Aún dudando de la realidad, decidí comprobarlo por mí mismo. Ignorando sus advertencias, me acerqué al borde del abismo.
—Si esto es un sueño, ¿cómo despierto? —me pregunté. Me mordí un dedo, viendo mi sangre. Sorprendido, caí al suelo.
—Ahhh, duele. ¿Es esto real? —exclamé.
Intenté levantarme, pero caí de nuevo al abismo. Teletransportado de vuelta, la diosa me miró con preocupación.
—Te advertí que no lo hicieras —dijo con tristeza.
—Lo siento, pensé que era un sueño. ¿Qué sucederá ahora?
—Te enviaré a un mundo diferente y conservarás tus recuerdos. Eres una de las almas más puras que he encontrado.
—¿Y ahora qué?
—Descubrirás por qué has sido elegido para ese mundo. Cuídate mucho.
La luz se intensificó y, antes de desaparecer, exclamé:
—¡Espera! ¡Todavía tengo preguntas!
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Parte III: El Nuevo Mundo
Sin previo aviso, me encontré en un lugar desconocido. Aunque estaba feliz por estar vivo y conservar mis recuerdos, la incertidumbre me abrumaba. ¿Qué tipo de mundo era este? ¿Qué desafíos me esperaban?
Miré a mi alrededor, tratando de orientarme. El paisaje era diferente a cualquier cosa que hubiera visto antes. Los colores eran más vivos, el aire más puro, y una sensación de calma me envolvía. Sin embargo, sabía que debía estar preparado para cualquier cosa.
Con determinación, comencé a explorar mi entorno, decidido a descubrir el propósito de mi nueva vida. La diosa me había dado una oportunidad única, y no pensaba desaprovecharla. Mientras avanzaba, sentí una mezcla de emoción y temor por lo que el futuro me deparaba.