Después de que Roger aceptó que Mary adoptara a un niño, decidieron contactar al trabajador social del orfanato de Owatonna, Minnesota, para obtener información sobre el proceso de adopción. Esta decisión fue de gran importancia para Mary y su esposo Roger, ya que estaban emocionados por la posibilidad de expandir su familia a través de la adopción. El trabajador social fue muy amable y comprensivo, explicándoles detalladamente los pasos a seguir y los documentos necesarios para iniciar el proceso. Con determinación, Mary y Roger se esforzaron mucho para obtener todos los documentos requeridos. Aunque el proceso les llevó varias semanas, no se rindieron y finalmente lograron obtener todos los documentos necesarios. Estaban aliviados y emocionados de haber completado esta importante etapa.
Una vez que tuvieron todos los documentos en orden, los Anderson se comunicaron nuevamente con el trabajador social para confirmar la fecha y la dirección del orfanato en Minnesota. Querían asegurarse de que todo estuviera en orden antes de emprender el viaje hacia Owatonna. El trabajador social les proporcionó la información necesaria y los Anderson se prepararon para el siguiente paso en su emocionante viaje hacia la adopción.
Mary contactó también a Megan, la niñera de confianza de la familia, para que cuidara a Russell, su hijo, mientras ellos viajaban a Owatonna, Minnesota. Megan aceptó de inmediato y se dirigió a la casa de los Anderson para encargarse de Russell. Fue un gran alivio para Mary y Roger saber que su hijo estaría en buenas manos mientras ellos viajaban en avión, ya que el viaje duraría aproximadamente 5 horas y 44 minutos.
Antes de emprender el viaje hacia el orfanato de Owatonna, Minnesota, Roger compró pintura fresca para renovar la habitación de Russell, la cual sería compartida por su nuevo hermanito. Además, adquirió nuevos elementos para reemplazar los antiguos y así brindarle una gran bienvenida a su segundo hijo. Roger pintó la habitación utilizando una combinación de colores azul, blanco y amarillo.
Despues de que todo estuviera listo Megan la niñera llegó a la casa, Mary y Roger la recibieron y se despidieron de Russell. Luego salieron de la casa, subieron al auto y se dirigieron hacia el Aeropuerto del barrio de Queen, llamado Idlewild. Roger condujo lo más rápido que pudo para llegar al aeropuerto Idlewild. Una vez allí, estacionaron el auto y, junto a Mary, bajaron y se dirigieron al interior para tomar el vuelo hacia Owatonna, Minnesota. Los Anderson decidieron tomar el vuelo de primera hora para aprovechar al máximo su tiempo en su destino.
Después de un viaje de 5 horas con 44 minutos, finalmente los Anderson llegan al Aeropuerto de Owatonna. Una vez que Roger y Mary salen del avión, deciden buscar un taxi que los lleve al Orfanato de Owatonna, en Minnesota. Al salir del aeropuerto, se encuentran con varios taxis estacionados, algunos de los cuales ya están ocupados por otras personas. Sin embargo, entre todos esos taxis, Mary y Roger logran identificar a uno que aún no ha sido ocupado. Roger se apresura hacia el taxista y consigue alcanzarlo antes que nadie más.
El cansancio del largo viaje se hace notar en el rostro de los Anderson, pero la emoción de llegar a su destino final les da un impulso renovado. El aeropuerto está lleno de actividad, con personas que llegan y salen constantemente. A medida que avanzan hacia la salida, observan cómo algunos pasajeros se dirigen a los taxis que ya están ocupados, mientras que otros esperan pacientemente su turno. Sin embargo, la determinación de Mary y Roger por llegar rápidamente al orfanato los lleva a fijarse en un taxi que parece estar libre. Roger, con una mezcla de ansiedad y alivio, se lanza hacia el taxista y logra alcanzarlo justo a tiempo. Ahora, con el taxi esperándolos, los Anderson pueden finalmente dirigirse hacia su destino y comenzar esta nueva etapa de sus vidas.
—Buenos días, ¿podría llevarnos al Orfanato de Owatonna Minnesota?—preguntó Roger mientras se asomaba por la ventanilla del asiento del pasajero del taxi.
—Por supuesto, con gusto los llevo—respondió amablemente el taxista.
Con una expresión de alegría en su rostro, el taxista encendió el motor del vehículo y se preparó para llevar a Roger y a Mary al Orfanato de Owatonna Minnesota. Durante todo el trayecto, el taxista condujo con cuidado, respetando todas las normas de tránsito y asegurándose de proporcionar un viaje seguro y cómodo a sus pasajeros.
Mientras avanzaban por las calles de la ciudad, el taxista aprovechó la oportunidad para entablar una conversación con Roger y su acompañante, mostrando interés por el motivo de su visita al orfanato. Roger explicó que estaban realizando una visita solidaria para conocer a los niños y niñas que vivían allí, y que tenían la intención de adoptar a un niño.
El taxista se sintió profundamente conmovido al escuchar que los Anderson tenían la noble intención de brindar un hogar a un niño necesitado.
Finalmente, el taxista llegó al Orfanato de Owatonna Minnesota y se detuvo frente a la entrada principal. Roger y su acompañante expresaron su gratitud al taxista por su amabilidad y por el agradable viaje. El taxista les deseó mucha suerte en su visita. Mary sostenía firmemente en sus manos un portafolio que contenía todos los documentos necesarios para el proceso de adopción. Juntos, bajaron del taxi.
—Disculpe, ¿podría esperarnos y luego llevarnos de regreso al Aeropuerto? —preguntó Roger al asomarse por la ventanilla del taxista.
—Está bien, los esperaré —respondió el taxista.
Luego Roger y Mary caminaron decididos hacia las imponentes puertas del orfanato, sabiendo que estaban a punto de dar un paso importante en sus vidas. Al cruzar las puertas, se dirigieron directamente a la oficina del director.
En el camino hacia la oficina, se encontraron con el conserje del orfanato, un hombre de piel morena y una apariencia robusta que irradiaba amabilidad. En ese momento, el conserje estaba teniendo una animada conversación con una niña muy carismática. Sin embargo, al percatarse de la presencia de los recién llegados, el conserje rápidamente desvió su atención hacia ellos. Después de intercambiar algunas palabras con la niña, que los Anderson no pudieron escuchar, la pequeña salió corriendo con una evidente expresión de felicidad en su rostro. Ahora, el conserje centró toda su atención en la pareja, listo para ayudarlos en lo que necesitaran.
—Buenos días, hemos concertado una reunión con el director para llevar a cabo el proceso de adopción de un niño —informó Mary con una voz llena de emoción y esperanza.
El conserje examinó el portafolio que ella sostenía en su mano derecha, consciente de que la documentación necesaria para una adopción era extensa.
—Es maravilloso que ustedes también hayan decidido adoptar a un niño en estos tiempos. El orfanato ha recibido la visita de varias parejas que están en busca de darle un hogar a estos pequeños en esta semana. Les deseo sinceramente la mejor de las suertes —comentó el conserje con una cálida sonrisa.
—Muchas gracias señor —respondió Roger con gratitud en su voz.
—Muy bien, síganme, los guiaré hasta la oficina del director Jackson —comentó el conserje mientras les daba la espalda.
El conserje guía a los Anderson hasta la oficina del director Alexander Jackson. Durante el trayecto, atraviesan un largo pasillo y pasan frente a una puerta donde se escucha la voz de una maestra impartiendo clases a niños de entre seis y siete años. Este sonido llama la atención de Mary, quien se detiene y se acerca a la pequeña ventana de la puerta para poder observar a los niños que se encuentran en el aula. Al contemplar los rostros tan adorables de los pequeños, una sonrisa se dibuja en su rostro, ya que sabe que uno de ellos será su hijo adoptivo el día de hoy.
—Mary, no te detengas. Estamos a punto de llegar a la oficina del director Jackson —le advierte Roger al posar su mano sobre su hombro.
—Lo se, solo quería hacer una breve pausa para ver a los niños —responde al girarse para mirarlo.
—La oficina del director está más adelante, después de pasar el pasillo a la derecha —indica el conserje señalando hacia el lugar mencionado.
—Muchas gracias, que tenga un exelente día —dijo Roger con amabilidad.
El conserje, tras escuchar las palabras de Roger, decidió retirarse y dejar a la pareja a solas. Siguiendo las indicaciones previas del conserje, ambos caminaron por el pasillo hasta llegar a la oficina del director Alexander Jackson. En la placa de la puerta se encontraba claramente su nombre, lo que confirmaba que era el lugar correcto.
—Estoy bastante ansiosa —comentó Mary, mientras frotaba su vestido con las manos.
—No te preocupes, todo saldrá bien —afirmó Roger con una sonrisa reconfortante.
Llena de determinación, Mary se acerca a la puerta y llama. Una voz desde el interior les indica que entren. Con valentía, ella toma el pomo de la puerta y entra junto a su esposo, encontrándose con el director que está ocupado firmando algunos documentos. Al notar su presencia, el director aparta los papeles y les presta atención.
El director del orfanato, el señor Jackson, es un hombre de ascendencia africana, de complexión robusta y con el cabello negro corto. A pesar de aparentar tener alrededor de cincuenta años, su rostro no muestra ni una sola arruga. Su mera presencia irradia respeto y autoridad. Siempre viste un impecable traje de color marrón claro, debajo del cual lleva una camisa blanca con cuello y una corbata negra con líneas blancas, complementando su elegante atuendo con unos zapatos negros de estilo refinado. Su elegancia es innegable y habla por sí sola, dejando claro que es un hombre de gran clase y distinción.
—Buenos días, señor director Jackson, mi nombre es Roger Anderson y estoy acompañado de mi esposa Mary—se presentó Roger con una sonrisa amable, estirando su mano para saludarlo.
—Es un placer conocerlos, señor Anderson y señora Anderson. Por favor, siéntense—respondió el director Jackson con cortesía. Andrew me ha informado de su visita y me ha comentado que tienen un interés genuino en adoptar a un niño de nuestro orfanato.
La pareja toma asiento.
—¿Cuentan con todos los documentos que el trabajador social les pidió que trajeran? —preguntó el director mientras los observaba.
—Sí, aquí los tenemos —confirmó Mary al colocar el portafolio con los documentos sobre el escritorio.
El director Jackson agarra el portafolio con firmeza, lo despliega y empieza a examinar minuciosamente los papeles requeridos para llevar a cabo el proceso de adopción de un niño, verificando que los Anderson hayan traído todos los documentos necesarios. Al constatar que todo está en regla, dirige su mirada hacia los Anderson y coloca los documentos cuidadosamente a un costado del escritorio.
—Todo está en orden—afirmó
—¿Qué edad preferirían que tuviera el niño que desean adoptar?—preguntó
—Deseamos adoptar a un bebé —respondió Mary sin titubear.
—¿Un bebé? —se preguntó a sí mismo. —Los tenemos en la habitación de arriba.
—¿Podrían explicarnos cuál es la razón por la que desean adoptar a este bebé? —preguntó el director Jackson mientras observaba a Roger y a Mary
—Hace dos años, Mary experimentó un trágico incidente automovilístico —explicó Roger—. Como consecuencia, sufrió un aborto y, desafortunadamente, quedó imposibilitada de no poder tener mas hijos. A pesar de esta dolorosa situación, ella anhelaba tener otro hijo, por lo que finalmente ambos decidimos optar por la adopción —concluyó Roger mientras su esposa permanecía en silencio.
—Lamento profundamente lo que ha pasado, señora Anderson.—expresó el director Jackson su mirada se posó en Mary, mostrando su preocupación y empatía por la situación.
—Está bien, ya no pienso en eso como antes —respondió Mary acariciando barriga.
—Solo pude tener un hijo se llama Russell y tiene dos años de edad—mencionó Mary
—Con este niño que adoptaremos será su hermano menor espero que logre amarlo como nosotros lo amamos a el—añadió
—Por favor, síganme.—añadió al levantarse de su asiento.
—Les mostraré la habitación donde tenemos a los bebés. Allí podrán decidir cuál llevarán a casa.—añadió
Los Anderson y el director recorren uno de los pasillos y se topan con los niños que acaban de salir de un aula. Algunos de ellos se detienen a observar a la pareja, ya que saben que el orfanato es visitado por personas que buscan adoptar y desean ser elegidos.
Para llegar a la habitación donde se encuentran los bebés, suben hasta el final de las escaleras. Después, avanzan por un estrecho pasillo y se detienen frente a una puerta que se encuentra a la derecha. A medida que se acercan, pueden escuchar los llantos de los bebés. El director Jackson abre la puerta y entra a la habitación. Mary se queda impactada por unos momentos mientras observa a cada uno de los bebés. De inmediato, se acerca para verlos de cerca, eran tan adorables que no podía resistirse.
—Buenos días a todos, nos encontramos en una situación muy especial, ya que hoy recibimos la visita de los Anderson, quienes están interesados en adoptar a uno de nuestros preciosos bebés —comunica el director Jackson con entusiasmo.
Las dedicadas cuidadoras reciben a los Anderson con amabilidad y continúan brindando el cuidado necesario a los pequeños.
—La elección final recaerá en ti, Mary —expresa Roger, dirigiendo una mirada llena de alegría hacia su esposa.
En este momento, la emoción y la expectativa se hacen presentes en el ambiente, mientras todos esperan ansiosos por conocer cuál será el bebé que encontrará un hogar amoroso y lleno de cariño con los Anderson.
—Es difícil decidir, todos son tan adorables —comenta Mary con una expresión de alegría mientras observa a los bebés.
Empezó a inspeccionar a los bebés de forma individual para elegir uno, hasta que llegó a la última cuna que se encontraba al final en la parte izquierda de la habitación. Un encantador bebé de tez blanca, cabello rubio lacio y corto, ojos azules como el cielo y labios rosados se había levantado de su cuna y luego, con una dulce sonrisa, miró a Mary. Ella, al percatarse de él, se acercó rápidamente a su cuna, el bebé le había llamado la atención por un instante, y lo observó durante unos momentos mientras el niño la contemplaba con una tierna sonrisa de felicidad.
—Qué hermoso bebé—exclamó Mary al sacar el bebé al sacarlo de la cuna para observarlo detenidamente para verlo más de cerca.
—¿Lo quieres a él, Mary?—preguntó Roger al acercándose a ella.
—Es muy lindo, me gustan los bebés rubios de ojos azules—mencionó Mary mientras le sonreía al bebé y acariciaba sus mejillas tiernas.
Roger sonrió mientras miraba al bebé en los brazos de Mary y comentó: "Es un bebé adorable".
—Hace nueve meses, ese bebé, su madre y una anciana llegaron a nuestro orfanato para dejarlo—informó una cuidadora de tez morena y cabello negro rizado.
—Es el bebé más reciente que tenemos.—añadió
—Fue su propia madre quien lo abandonó en el orfanato—afirmó Roger.
—Efectivamente, cuando vino a visitarme a la oficina, le aseguré que la mantendría informada sobre el proceso de adopción del niño, pero ella me comunicó que no estaría presente y simplemente dejó al niño antes de marcharse con la anciana que la acompañaba—explicó el director Jackson.
—Qué bebé tan desafortunado como pudo abandonarte tu madre sabiendo que eres tan hermoso —comentó Mary al observar al pequeño.
—Realicé una investigación exhaustiva sobre la madre del niño, sin embargo, no pude obtener ninguna información. No posee ninguna identidad, lo cual resulta sumamente extraño —comentó el director Jackson.
—No se encontraron pasaportes relacionados con ella, desconocemos de qué estado o país proviene, y no existe ningún documento que acredite su empleo. Es como si su madre fuera de otro planeta, aunque sé que suena ridículo, me resultó extraño que no tuviera ningún tipo de identificación —añadió.
—Una persona sin identidad, como si nunca hubiera existido para los demás, quien sabe quién pudo haber sido realmente la madre de este bebé—comentó Roger mientras observaba al bebé en los brazos de Mary.
—Lo único que puedo decirles es que su madre era hermosa, de piel clara, cabello largo, lacio y ondulado, rubio, y sus ojos eran de un color verde azulado—afirmó el director Jackson.
—No dispongo de fotografías de la madre del niño—añadió
—Dado que el niño no tiene nacionalidad, tendrán que otorgarle una —expresó el director Jackson.
—Con agrado, será un neoyorquino —comentó Roger.
—El niño ha mostrado buen comportamiento, ni siquiera ha derramado una lágrima desde que fue llevado al orfanato. Supongo que es el bebé más tranquilo de todos —comentó el director Jackson al observar al pequeño.
—Director Jackson, ¿qué más debemos hacer? —preguntó Roger, dirigiendo su mirada al director.
—Ya han completado todos los trámites necesarios para adoptar al niño. Solo les falta ponerle un nombre para que lleve su apellido y, una vez hecho eso, podrán llevárselo de aquí—contestó el director Jackson.
Mary y Roger salen de la habitación llevando al bebé en brazos, acompañados por el director Jackson. Al descender las escaleras, regresan a la oficina.
—¿Cuál será el nombre de su hijo adoptivo, señora Anderson? —preguntó el director al abrir la puerta de la oficina.
—El nombre que le pondremos será Leigh, Leigh Anderson —respondió la mujer, observando al bebé por décima vez.
—¿Estás convencida de querer llamarlo Leigh? —inquirió Roger.
—Sí, estoy completamente segura —respondió Mary.
La pareja finaliza los últimos trámites para que Leigh sea oficialmente su hijo adoptivo. Al concluir, salen de la oficina y del orfanato con una amplia sonrisa en sus rostros. Ambos están llenos de alegría y emoción por este nuevo capítulo en sus vidas. Roger y Mary se suben al taxi junto con Leigh. El taxista, al ver al bebé, sonríe y observa a través del espejo retrovisor la mirada de felicidad que tenía Mary.
—Es un bebé adorable, seguramente será muy afortunado—comentó el taxista.
—Así será, estoy tan emocionada —expresó Mary con una sonrisa.
—Espero que Russell y Leigh puedan llevarse bien —comentó Roger.
—Estoy segura de que se amarán como hermanos —añadió Mary.
El conductor del taxi enciende el vehículo y se aleja del orfanato llevando de vuelta a los Andersson al aeropuerto. Durante el trayecto, Mary no dejaba de consentir a Leigh y Roger se reía de todas las travesuras que Mary le hacía. En ese momento, los Anderson estaban llenos de alegría y felicidad.
Los Anderson estaban siendo vigilados por el rey Alger, la reina Galiana y Aura, la oráculo, quien les mostró a través de sus poderes la adopción que finalmente llegó al Príncipe Ancel. Galiana sonrió y una lágrima se escapó al ver el proceso que Ancel estaba experimentando, mientras que Alger permaneció en silencio. Los tres se encontraban en el templo de los místicos, acompañados por los místicos, Arnold el mago y Lear el mensajero, para que nadie pudiera observarlos, ya que estaban manteniendo en secreto al Príncipe Ancel.
—Los Anderson han adoptado oficialmente a Ancel, tal como había predicho —declaró Aura, el oráculo.
—A partir de ahora, renunciaré a utilizar mis poderes. Ancel está en buenas manos —agregó.
—No obstante, quizás envíe a personal de confianza para que lo vigile —comentó el rey Alger.
—Ancel ha crecido y está hermoso, deseo volver a tenerlo en mis brazos—expresó la reina Galiana.
—Los Anderson parecen ser humanos de buen corazón, se veían felices con Ancel—comentó Lear, el mensajero.
La reina Galiana expresó con una sonrisa: "Los Anderson no son como los seres humanos comunes, ellos son especiales".
El oráculo Aura, al darle la espalda a los demás, mencionó: "Ya no es necesario que nos reunamos hasta el día en que los místicos traigan a los elegidos a Astral, cada uno debe cumplir con sus deberes".
Cada uno de los presentes volvió a sus responsabilidades, dejando atrás al Príncipe Ancel, sabiendo que se encontraba bien.
De regreso en la Tierra
Los Anderson habían vuelto al aeropuerto de Otawonna, Minnesota y tomaron un vuelo de regreso a Nueva York. Durante el trayecto, esperaron nuevamente 5 horas con 44 minutos, ansiosos por volver a su hogar con su bebé adoptivo. Al finalizar el tiempo de vuelo, llegaron al Aeropuerto de Idlewild. Mary y Roger se dirigieron al estacionamiento donde habían dejado el auto. Una vez allí, subieron al vehículo y Roger condujo de vuelta a casa.
Cuando los Anderson regresaron a casa, se encontraron con Megan, la niñera, alimentando a Russell. En ese momento, Mary y Roger entraron a la casa junto con Leigh y se dirigieron al comedor, donde se encontraron con Megan, la niñera.
—Bienvenidos señor y señora Anderson —saludó la niñera al entrar a la casa.
—Su hijo adoptivo es realmente adorable, señora Anderson —mencionó Megan, la niñera, al ver a Leigh en los brazos de Mary.
—Exactamente —respondió Mary.
—Aquí está mi campeón —exclamó Roger al acercarse a Russell y sacarlo de la silla de bebé.
—¿Cuál el nombre del bebé? —preguntó Megan.
—Su nombre es Leigh —respondió Mary.
—Saludos Leigh, soy Megan y estaré a cargo de ti hasta que crezcas—expresó Megan con una sonrisa.
—Megan, agradezco que cuides de Russell—comentó Roger al devolver a Russell a su silla de bebé.
Después, sacó su billetera, la abrió y le pagó a Megan por haber cuidado a Russell durante varias horas. Megan tomó el dinero, se despidió de los Anderson y se retiró de la casa.
—Ahora solo nos queda informar a la familia sobre la adopción del niño—expresó Mary.
—Tomémonos las cosas con calma, cariño. Hoy pasemos tiempo con Ancel y Russell. Ha sido un día agotador, será mejor que descansemos—comentó Roger.
Roger saca a Russell de su silla de bebé y lo lleva en sus brazos antes de acercarse a Mary. Por un breve momento, Leigh y Russell entrecruzan sus miradas.
—Russell, te presento a Leigh, tu hermano menor. Es tu deber cuidar de él y espero que puedan llevarse bien —comentó Roger con una sonrisa dirigida a Russell.
—A partir de hoy, como familia, nos enfrentaremos a nuevos desafíos con la llegada de Leigh —añadió Mary.
Las horas transcurrieron y finalmente llegó la noche. Mary y Roger compartieron una cena y conversaron acerca de la idea de reunir a la familia para que conocieran a Leigh. Esperaban que todos lo recibieran con los brazos abiertos, ya que era de suma importancia para ellos que trataran a Leigh como un miembro más de la familia. Al terminar de cenar, lavaron los platos y se dirigieron a la habitación donde Leigh y Russell dormían plácidamente en sus cunas de bebés. Al llegar, contemplaron a ambos bebés durmiendo tiernamente y luego cerraron la puerta.
***
Al siguiente día...
La familia Anderson tomó la decisión de convocar a todos sus miembros para comunicarles que habían adoptado a un niño y que a partir de ahora él formaría parte de la familia Anderson. En cuanto recibieron la noticia, todos se dirigieron al vecindario Queen. Una vez allí, Mary y Roger les dieron la bienvenida a su hogar con los brazos abiertos. Marinnet, la madre de Mary, se acercó a su hija y le expresó su felicidad por haber superado la difícil situación por la que estaba pasando, y le aseguró que si ella era feliz adoptando a un niño, ella también lo amaría como a un nieto. Toda la familia felicitó a Mary y Roger, y para aprovechar ese momento de alegría, decidieron tomarse una fotografía junto a Leigh, el nuevo miembro de la familia.
La imagen capturó la emoción y la felicidad que inundaba a todos en ese momento tan especial. Los Anderson se mostraban radiantes y orgullosos de su decisión de abrir su hogar y sus corazones a Leigh. La fotografía reflejaba la unión y el amor que existía entre todos los miembros de la familia, demostrando que el lazo sanguíneo no era lo más importante, sino el amor y el compromiso que compartían. Era evidente que Leigh se sentía acogido y querido por todos, y que había encontrado un lugar seguro y lleno de cariño en la familia Anderson. La imagen se convirtió en un tesoro para todos, un recordatorio de ese momento de alegría y de la nueva etapa que estaban comenzando juntos.