Chereads / Los 11 guerreros y el Legado de las sombras Libro 1 / Chapter 13 - Capitulo 13 La visión de Leigh

Chapter 13 - Capitulo 13 La visión de Leigh

Han pasado 17 años desde que los Anderson adoptaron a su segundo hijo, y durante todo este tiempo, Leigh ha crecido y se ha convertido en un apuesto adolescente. Mary y Roger han demostrado ser unos padres excepcionales, brindándole a Leigh una vida llena de amor y apoyo. Gracias a ellos, ha tenido la oportunidad de llevar una vida normal y feliz, a pesar de ser adoptado. Leigh les está eternamente agradecido a los Anderson, ya que gracias a ellos ha conocido el verdadero significado de tener una familia.

A medida que Leigh fue creciendo, se fue integrando cada vez más en la sociedad humana. A pesar de no ser completamente humano, logró establecer amistades sólidas y llevar una vida normal sin mayores complicaciones. Su capacidad de adaptación a la vida cotidiana de los humanos fue impresionante, lo que le permitió desenvolverse con naturalidad en su entorno.

Leigh es un joven ejemplar en todos los aspectos. Es amigable y siempre está dispuesto a ayudar a quienes lo necesiten. Su personalidad confiable y ordenada lo convierte en alguien en quien se puede confiar plenamente. Sin embargo, lo que más destaca de él es su valentía y su deseo de luchar contra las injusticias. No soporta ver a los matones abusando de los más vulnerables y siempre está dispuesto a intervenir para proteger a los demás, incluso si eso significa involucrarse en peleas. Él se considera a sí mismo como un superhéroe y está dispuesto a enfrentar a cualquiera, sin importar las consecuencias.

Además de su valentía y su sentido de la justicia, Leigh también tiene una gran pasión por los superhéroes. Admira la forma en que protegen a aquellos que no pueden protegerse a sí mismos y encuentra inspiración en sus historias. Durante su tiempo libre, disfruta leyendo cómics de superhéroes y se sumerge en el mundo de la fantasía y la acción. También es un apasionado de la astronomía, ya que le fascina observar y estudiar los planetas y las galaxias que componen el vasto universo. Visitar el museo y aprender más sobre la historia y el funcionamiento del universo es una de sus actividades favoritas.

En su dormitorio, Leigh ha decorado las paredes con pósters de superhéroes y del sistema solar, creando un ambiente único y lleno de color. Además, ha colgado planetas del techo para darle un toque espacial a la habitación. Destacando su pasión por los cómics de superhéroes, tiene una estantería repleta de ejemplares que ha ido coleccionando a lo largo de los años, convirtiéndose en una parte importante de su vida cotidiana.

***

Desde hace 7 días, Leigh ha estado teniendo pesadillas recurrentes a las 3:30 de la madrugada, relacionadas con una invasión alienígena en Nueva York. Estas pesadillas le han mantenido despierto durante la noche, afectando su rutina diaria y generando un sentimiento de ansiedad en él. A pesar de ser consciente de que son solo sueños, Leigh se siente perturbado por la intensidad y la frecuencia con la que estas pesadillas se repiten, buscando una explicación a este fenómeno inusual.

Leigh se encontraba en medio de una situación que parecía repetirse una y otra vez, sintiendo una profunda frustración al darse cuenta de que era la séptima vez que experimentaba esa misma pesadilla. Observaba con desesperación todo lo que sucedía a su alrededor, sin poder evitar sentirse atrapado en un ciclo interminable de angustia y confusión.

—Una vez más esta pesadilla, ya es la séptima ocasión que la experimento—expresó Leigh observando todo lo que sucedía a su alrededor.

Leigh se encontraba en medio de un escenario aterrador, donde reinaba el miedo, el caos y la destrucción. Observaba con horror a numerosas personas aterrorizadas corriendo por las calles, tratando desesperadamente de escapar de unos individuos encapuchados. Estos seres tenían rostros pálidos y ojos negros, que emanaban un aura de terror. Vestían capuchas negras que les cubrían parte del rostro, y su malévola intención era perseguir a las personas utilizando un poder que invocaba las sombras, con el objetivo de asesinarlas.

Los poderes de estos espectros encapuchados se manifestaban en forma de una niebla sombría, capaz de destruir todo a su paso. Además, también había otros seres demoníacos con una apariencia igualmente siniestra, envueltos en una aura opaca. Estos seres poseían seis ojos rasgados de color verde, y atacaban a las personas saltando sobre ellas y utilizando sus afiladas garras para desgarrarles la piel y extraer sus entrañas con facilidad, las cuales devoraban sin piedad. Parecían poseer una fuerza sobrenatural.

El sonido desesperado y desgarrador de los gritos de sufrimiento resonaba por todas partes, mientras el olor nauseabundo que emanaban estos seres sombríos impregnaba el ambiente. El panorama era apocalíptico y Leigh comenzaba a creer que estaba presenciando el fin del mundo.

La situación era caótica y aterradora. Leigh, al mirar hacia el cielo grisáceo, se encontró con una enorme nave alienígena que desplegaba armas de una tecnología avanzada nunca antes vista en la Tierra. Estas armas tenían una forma de cañón y eran tan poderosas que podían destruir los grandes edificios de la ciudad. El sonido ensordecedor de los disparos llenaba el aire, mientras los edificios colapsaban y aplastaban a las personas que corrían desesperadas por las calles. Entre el caos, Leigh logró ver a sus padres, Mary y Roger, quienes huían de un grupo de espectros sombríos de seis ojos que buscaban devorarlos.

La confusión y el miedo se apoderaron de Leigh. No entendía por qué sucedía esta invasión alienígena en su mundo. Sin embargo, en ese momento, el instinto de proteger a sus padres se apoderó de él. Corrió con valentía, tratando de llamar la atención de las criaturas y alejarlas de sus padres. Pero la tragedia golpeó de manera cruel y repentina. Un edificio colapsó y aplastó a sus padres, acabando con sus vidas en un instante. Leigh quedó paralizado, temblando de miedo y dolor. La imagen del último momento de vida de sus padres se grabó en su mente, dejándolo con una sensación de impotencia y desesperación.

El horror se apoderó de Leigh al presenciar la brutalidad con la que las criaturas se alimentaban de los cuerpos de las víctimas parecia todo un festín macabro . La escena era dantesca, con la sangre salpicando el suelo y los gritos desgarradores resonando en sus oídos a pesar de sus intentos por bloquearlos. La visión de la criatura devorando al hombre con voracidad le hizo sentir náuseas y un profundo temor que le helaba la sangre.

La escena era como sacada de una pesadilla, con la oscuridad y la muerte acechando en cada rincón. A medida que la criatura devoraba al hombre, Leigh se dio cuenta de que estaba en peligro inminente y que debía encontrar una forma de escapar antes de convertirse en otra víctima de esas horribles criaturas.

Decidió entonces levantarse del suelo y emprender una carrera desesperada hacia un automóvil estacionado a unos quince metros de distancia. Con cada paso que daba, sentía el latido acelerado de su corazón y la adrenalina recorriendo cada fibra de su ser. Al llegar al vehículo, su única esperanza de salvación, intentó abrir la puerta, pero se encontró con que estaba cerrada con llave. Sin perder un segundo, buscó a su alrededor y encontró un trozo de escombro del tamaño de una piedra rocosa. Con todas sus fuerzas, lanzó el objeto hacia la ventanilla, logrando romperla en mil pedazos.

Sin pensarlo dos veces, se adentró en el interior del automóvil y se ocultó en la parte trasera, tratando de controlar su respiración agitada para no ser descubierto por ninguna de las criaturas macabras que lo perseguían. Allí permaneció, en un silencio absoluto, rezando para que su escondite fuera suficiente para mantenerlo a salvo. Durante unos instantes, los aterradores gritos y gruñidos de las criaturas cesaron, sumiendo el lugar en un silencio sepulcral. Con cautela, Leigh se asomó por la ventana trasera del automóvil y, al no ver a las figuras encapuchadas ni a las monstruosas criaturas, decidió que era el momento de escapar.

No obstante, en el exacto momento en que giró lentamente la manija de la puerta trasera para salir, una de las bestias se lanzó sobre el techo del automóvil, atraída por el irresistible aroma de Leigh. Con sus garras afiladas, la criatura comenzó a arañar y destrozar la capota del vehículo, intentando desesperadamente ingresar. Leigh observó con pavor cómo el techo del auto se desprendía poco a poco, revelando su escondite. Sin dudarlo ni un segundo, abrió la puerta de un tirón y salió corriendo a toda velocidad, consciente de que su vida pendía de un hilo. Era plenamente consciente de que si no se alejaba lo suficiente, esa oscura y monstruosa criatura podría acabar con su vida y convertirlo en una víctima más de su festín humano. El sonido de las garras de la criatura arañando el metal del auto resonaba en sus oídos, aumentando su determinación por alejarse lo más posible de aquel peligro inminente.

La criatura monstruosa logró arañar el hombro de Leigh con una de sus garras afiladas. Sin dudarlo, Leigh abrió la puerta del coche y salió corriendo lo más rápido que pudo. La adrenalina fluía por sus venas mientras huía de la criatura, sintiendo el miedo y la urgencia de escapar.

Sus pulmones se quemaban por el esfuerzo de correr a toda velocidad, consciente de que cada segundo era crucial en esa lucha por la supervivencia.

La criatura monstruosa al presenciar la huida de Leigh saltó del automóvil al suelo y emprendió la persecución. Lamentablemente Leigh tropezó con un fragmento de escombros en el suelo y cayó de boca abajo. Aterrorizado ante la posibilidad de ser devorado, volteó la mirada hacia atrás y se percató de que la criatura monstruosa continuaba persiguiéndolo.

En ese preciso instante, cuando la criatura se percató de que estaba cerca de Leigh, decidió saltar hacia él con la intención de asesinarlo. Levantó su pata derecha y desplegó sus afiladas garras. Justo cuando Leigh creía que su fin había llegado, por fortuna, un grupo de militares llegó en vehículos blindados y armados, logrando dispararle a la criatura hasta acabar con su vida. La bestia monstruosa cayó de bruces frente a Leigh, sus ojos habían adquirido un color blanco, salvando así la vida del chico. Al voltear la mirada hacia atrás, se encontró con los militares.

Un soldado baja del vehículo blindado y se acerca a Leigh. Al llegar, le ofrece su mano para ayudarlo a levantarse del suelo al darse cuenta de que Leigh estaba herido en uno de sus hombros. El ambiente está cargado de intriga y misterio, ya que todos están expectantes por descubrir más detalles sobre la extraña criatura que yace en el suelo. La situación es delicada y requiere de precaución, pues nadie sabe qué peligros pueden surgir al acercarse demasiado a la criatura.

—Disculpe, joven, ¿se encuentra usted bien? —pregunta uno de los militares al observar a Leigh.

—Sí, estoy bien. Pensé que esa bestia horrible me iba a matar —responde Leigh con voz temblorosa, sintiendo el miedo recorrer cada parte de su cuerpo.

—Vendrás con nosotros, estamos intentando rescatar a los ciudadanos de estas criaturas. Muchos han perdido la vida y es difícil encontrar a otros sobrevivientes —expresó el militar.

—No sabemos de donde vienen esta cuidad se ha convertido en un caos.—añadió

—Mis padres han muerto y desconozco el paradero de mi hermano Russell. Deseo verlo con vida, pero dadas las circunstancias, dudo que aún esté vivo —expresó Leigh con tristeza, mientras dirigía su mirada al militar con lágrimas en los ojos.

En medio de la densa nube de humo que emanaba de los automóviles incendiados cercanos, se divisa la figura de un ser misterioso. Leigh ya sabía quién era, pues lo había avistado en siete ocasiones anteriores. La visibilidad se veía afectada por el humo que invadía la calle. Con una expresión de confusión, los soldados apuntaban sus armas hacia el ser que se aproximaba sigilosamente.

—¡Disparen y no se detengan!—exclamó con un tono de voz grave el sargento del grupo de soldados, un individuo alto de piel clara, ojos marrones, cabello castaño y tres cicatrices en forma de garra en su mejilla derecha.

—Es él de nuevo, maldición—comentó Leigh.

—Vuelvan a los vehículos, no podrán hacer nada contra ese individuo, sus armas no serán efectivas—agregó mirando a los soldados.

—Deberías marcharte ahora, es extremadamente peligroso que estés aquí —advirtió el sargento mientras observaba a Leigh.

Los soldados inician una ráfaga de disparos. Las balas de las armas parecen no afectar al ser que se oculta entre el humo. De repente, son atacados por una niebla de color violeta oscuro, dejando a Leigh atónito. Los militares quedan atrapados en la oscura niebla, levantados del suelo y luego lanzados con gran fuerza por los aires. El ser destruye los vehículos blindados haciéndolos explotar. Su poder es capaz de destruir cosas, al igual que el poder de los espectros encapuchados de aspecto diabólico de antes, pero aún más poderoso.

—¡Malditos humanos! ¡Nunca podrán derrotarme! —gritó el ser que emergió de entre el humo, su voz era aterradora pero serena, y su apariencia era infernal.

Una densa niebla oscura lo envolvía por completo. Luego se transformó mostrando su verdadera identidad. El ser tenía la piel grisácea, sus ojos eran de un rojo carmesí, era alto y tenía cuernos en la cabeza. Su cuerpo era musculoso y llevaba puesta una extraña armadura oscura. Este ser de aspecto robusto se hacía llamar Herrscher Schatten, el rey de las sombras, líder de los encapuchados y las criaturas monstruosas, el invasor y responsable del caos apocalíptico que se había desatado en la ciudad de Nueva York de manera repentina.

Leigh se quedó completamente sorprendido por lo que acababa de presenciar. El miedo se apoderaba de él y sus manos y piernas temblaban incontrolablemente, a pesar de haberlo visto antes, era como si fuera la primera vez. Leigh creía estar viendo al mismísimo demonio. Sentía que no podía huir, ya que el miedo lo había paralizado por completo. Ni siquiera podía articular una palabra.

Herrscher Schatten miró fijamente a Leigh con sus ojos rojos carmesí. Se podía sentir la maldad que emanaba y el terror que inspiraba. Sin decir una palabra, creó una niebla con la que había atacado a los militares, decidido a acabar con él. Leigh solo pudo cruzar los brazos para protegerse el rostro, pero en ese momento, fue protegido por un campo de fuerza. Quedó asombrado y aún más confundido al ver el escudo que alguien había creado para protegerlo.

Al girarse para ver quién lo había salvado, se encontró con diez guerreros, uno de ellos era su protector. Su armadura llevaba símbolos místicos que brillaban en un color verde intenso. Al ver su rostro, lo reconoció al instante. Al saber quién era el guerrero, se quedó sin palabras, no podía creer lo que veían sus ojos.

El guerrero que lo protegía era uno de sus amigos llamado Danny Collins. Además, pudo reconocer a los otros seis, aunque tres de ellos eran desconocidos.

—Herrscher Schatten, no permitiremos que destruyas nuestro mundo —advirtió uno de los guerreros, quien resultó ser Russell, el hermano mayor de Leigh.

—Russell—susurró Leigh al ver a este último con asombro.

—Nunca podrán derrotarme, guerreros. Soy el rey de las sombras, mis poderes son ilimitados. Su mundo y ustedes serán aniquilados, todo lo que aman desaparecerá de este universo—declaró el ser maligno.

—Eso no es verdad, ese es Russell, pero qué diablos, ¿por qué llevan puestas esas armaduras tan extrañas? —comentó Leigh, confundido.

—Él y los demás llevan la misma armadura, ¿qué demonios está sucediendo? —pensó Leigh, sin comprender realmente lo que estaba ocurriendo.

—Cuando destrulla con su mundo, me encargaré de viajar al Astral y borrarlo de la historia —declaró Herrscher Schatten con una voz aterradora.

—Que ese tal Herrscher Schatten quiere destruir la Tierra.—penso

—No podemos permitir que nuestro mundo sea destruido por las sombras —afirmó otro guerrero que se encontraba en la retaguardia del grupo.

Leigh, al ver al guerrero que se acercaba, se quedó sin palabras. No podía creer lo que sus ojos estaban presenciando. El guerrero que veía era él mismo.

—Ese soy yo —declaró Leigh.

El guerrero Leigh desata todo su poder, provocando que los símbolos de su armadura brillen intensamente y sus ojos adquieran un resplandor blanco. Acto seguido, junta sus manos y las frota rápidamente, generando un destello de luz. Con determinación, lanza un poderoso rayo de luz hacia Herrscher Schatten, logrando hacerlo retroceder varios metros. El impacto hace que Herrscher Schatten colisione con algunos autos y finalmente se estrelle contra uno de los edificios cercanos.

Leigh, el guerrero, se acerca al otro Leigh y le ofrece su ayuda para que se levante del suelo. Mientras lo hace, Leigh echa un vistazo a sus amigos una vez más.

Russell, ¿qué está pasando? ¿Por qué llevan esas armaduras tan extrañas? —cuestiona Leigh al dirigirse a Russell.

Los otros guerreros se miran y sonríen.

—¿Por qué tienes mi rostro? Es como si me estuviera viendo en un espejo —comenta Leigh al observar al guerrero Leigh.

—Seré un guerrero, ¿por qué? —preguntó Leigh.

—Nuestro mundo será invadido por Herrscher Schatten, quien busca destruirlo. Debemos detenerlo, Leigh —respondió el guerrero Leigh.

—He escuchado lo mismo siete veces y todavía no comprendo nada —observó Leigh.

—Entenderás todo cuando llegue el momento de reunir a los 11 elegidos —expresó el guerrero Leigh.

—Tienes la valentía necesaria para enfrentar a Herrscher Schatten junto a nosotros —afirmó una guerrera desconocida.

El joven Anderson observa detalladamente la armadura de la guerrera y logra distinguir un talismán incrustado en su pecho. Al dirigir su mirada hacia los demás guerreros, se da cuenta de que todos lo llevaban puesto.

De repente, todo a su alrededor desaparece y Leigh se encuentra solo en medio de una zona completamente vacía y oscura. El miedo que sentía desaparece de pronto. Una silueta iluminada de una mujer aparece frente a Leigh, adoptando la forma de una anciana que llevaba puesta una túnica mística con símbolos místicos. La anciana tenía el cabello largo y blanco, sus ojos eran de color rosa y sostenía un bastón con un ojo que era sostenido por una mano.

En ese momento, Leigh se dio cuenta de que lo que estaba presenciando no había estado presente en las 7 ocasiones anteriores. No sabía quién era esa anciana que apareció mediante el destello de luz.

—¿Quién eres tú? —cuestionó Leigh confuso.

—Descubrirás mi verdadera identidad en su debido momento, Leigh Anderson —respondió la anciana.

—He estado vigilándote desde que llegaste nacistes —añadió.

—Es ridículo que me hayas estado observando desde que nací —añadió Leigh.

—Está pesadilla se está poniendo cada vez más extraña—comentó Leigh.

—Has experimentado la visión que has recibido en siete ocasiones, pero esta parte es desconocida para ti. Es la primera vez que me ves, ¿no es así, Leigh? —afirmó la anciana.

—Es verdad, nunca antes había visto a esta anciana al final de mis pesadillas anteriores —afirmó Leigh mientras observaba a la anciana.

—Serás elegido junto a tus amigos para salvar Astral y la Tierra de las sombras. Serán valientes guerreros nobles que poseerán una gran valentia para luchar en la inminente guerra —expresó la anciana mientras observaba a Leigh.

—Has tenido un encuentro con Herrscher Schatten, él será tu mayor enemigo. Cuando llegue el momento, serán reunidos y transportados a Astral, y entonces entenderán lo que realmente ocurrirá —agregó.

—Todo lo que has presenciado ocurrirá en un futuro muy cercano, por lo tanto, debes vencer a Herrscher Schatten en la guerra de Astral —concluyó.

—No, nada sucederá porque esto es simplemente un sueño —comentó Leigh.

—No lo es, Leigh —aseguró la anciana.

—La visión que has presenciado es real —expresó la anciana.

—Esta será la única vez que me verás en esta visión, nos encontraremos de nuevo en nuestro próximo encuentro, Leigh Anderson —agregó.

—En esta visión será la única vez que me veas, nos encontraremos de nuevo en nuestro próximo encuentro, Leigh Anderson —añadió.

—Será la única ocasión en la que me veas en esta visión, nos encontraremos de nuevo en nuestro próximo encuentro, Leigh Anderson —expresó.

Leigh se quedó mudo y sorprendido.

La anciana esbozó una sonrisa y, acto seguido, golpeó el suelo con el cetro que sostenía en su mano derecha, haciendo que se desvaneciera ante una luz deslumbrante.

A las 6:30 am de la mañana, el reloj suena y la habitación se ilumina con la luz del sol que entra por las ventanas. Leigh se despierta sudoroso y agitado por la misma pesadilla que ha tenido una vez más. Al mirar hacia su lado izquierdo, observa la hora en la alarma y luego extiende su brazo para apagarla. Después de esto, aparta las sábanas de la cama y se levanta.