Arcturus estaba realmente irritado en aquel momento, a duras penas se había forzado a si mismo a escuchar todo cuanto ese mocoso del ministerio, Septimus Rosier tenía para contar sobre la situación del niño Potter.
Normalmente a un Black no le importaría un carajo, pero él no era cualquier Black, él era Lord Black, Arcturus Orión Black hijo de Sirius Black II, y más importante, el hermano mayor de Dorea Potter nee Black.
Y el Potter por el que se preocupaba no era cualquier niño, era su sobrino nieto, y condenado fuera si permitía que el nieto de Dorea fuera maltratado. Además, ahora tenía la oportunidad de evitar que el niño fuera un fracaso sin columna vertebral como su padre; James Potter fue una verdadera decepción, demasiado blando para hacer lo necesario, demasiado idiota para ver que las formas manipuladoras de Dumbledore no ganan guerras, solo aumentan las víctimas en ambos lados.
Pero no, el no permitiría que Harry James Potter cometiera los mismos errores que su padre, él se encargaría de que aprendiera como ha de actuar un verdadero Lord Potter, y le enseñaría en base a lo que Arcturus sabia de Fleamont Charlus Potter.
El viejo Charlus era un verdadero hombre de acción, fue una lástima que su hijo acabara como uno de los lacayos de Dumbledore.
Oh, si solo hubiera seguido el ejemplo de su padre en la Guerra de Sangre… definitivamente ese bastardo de Voldemort habría tenido demasiado miedo para mostrar su fea cara sin nariz en público.
Esa era una de las pocas cosas de las que Arcturus realmente se arrepentía en su vejez, pues habían sido Charlus y el quienes acordaron dejar la guerra a los niños. Que ya habían tenido su momento, que ya pelearon una guerra, y ahora era tiempo de que los jóvenes sobrevivieran y lucharan a través de una propia.
Arcturus abrió lentamente los ojos, y reparo que ya no se encontraba en su Finca de Retiro, solo entonces se dio cuenta que se había aparecido en Little Whinging antes de siquiera pensar realmente en las medidas que tomaría.
—Hah… —suspiro profundamente, sintiendo la debilidad que su anciano cuerpo experimentaba desde hace unos años atrás, pero su mente seguía igual de aguda, pero tristemente la imprudencia y la irascibilidad de la juventud no le habían abandonado.
Se encontraba en una ciudad, una ciudad realmente aburrida, con barrios repletos de casas exactamente idénticas entre sí.
—Estos muggles, su sentido de la normalidad es una completa locura —gruño irritado —¿Dónde diablos dijo ese muchacho que vivía Harry con sus familiares? ¡Demonios! ¡Lo olvide!
Arcturus miro hacia el cielo, despejado y de un opaco tono celeste, con el sol del verano resplandeciente en lo alto.
Un chasquido detrás del anciano Lord Black llamo su atención, y volteo lentamente en dirección al ruido; allí estaba Septimus, con una expresión preocupada mientras miraba en todas las direcciones.
—¿Qué diablos te pasa mocoso? —gruño Arcturus al ver su actitud nerviosa— ¿Es que es la primera vez que te apareces?
Septimus se detuvo bruscamente y miro a Arcturus con un deje de irritación en la mirada.
—¡No se trata de eso, Lord Black! —exclamo enfadado— ¿no pensó antes de aparecerse en medio de una zona altamente transitada por muggles? ¿Y si nos hubieran visto?
Arcturus alzo la mano derecha, de cuya manga se deslizo una varita, y apunto en dirección a Septimus.
—¡Mocoso incompetente! ¡¿No conoces los encantamientos de memoria?! —regaño Arcturus— Ya que me seguiste —continuo el anciano sin darle al funcionario del ministerio tiempo para responder— ¡entonces has algo útil, y llévame a la casa del chiquillo Potter!
—¡Lord Black, los encantamientos de memoria están regulados, se requiere una licencia! —trato de explicar Septimus, antes de comenzar a guiar al anciano, después de todo, no era una buena idea hacer enfadar a un Black.
Arcturus lo siguió, tras haber ocultado su varita nuevamente en la funda escondida en su manga.
—¡¿Quién crees que soy mocoso?! ¡Soy Arcturus Black! ¡Un maldito héroe de guerra! ¡Mientras tu padre estaba en la cuna, Charlus y yo estábamos exterminando a los fanáticos de Grindelwald! ¿Crees que necesito una licencia de tu ministerio? No sabía que estaban por encima de la ICW —respondió con sarcasmo.
Arcturus escucho a Septimus dar un trago audible de saliva, seguramente aterrado de haberle ofendido, esa era una de las cosas que más extrañaba de la vida social en los círculos de la nobleza mágica británica. Ya se estaba arrepintiendo de encerrarse en su finca por tantos años… pero, en fin, eso se había acabado ya.
Arcturus siguió a Septimus por una docena de calles con nombres ridículos, hasta que llegaron a un cruce que marcaba el inicio de Privet Drive, con sus insípidas casas idénticas, jardines idénticos, autos idénticos… los muggles y su afán por obtener la normalidad solo hacía que las personas con juicio se cuestionaran como podrían estar tan desquiciados.
—Es en esta misma calle, señor, la segunda casa por el lado derecho. —explico Septimus— ve allí, ese niño en el jardín, el que parece estar arrancando malas hierbas, ese es Harry Potter, y la mujer en la silla de jardín que le observa es su tía, Petunia Dursley, la hermana muggle de Lily Potter nee Evans.
Arcturus miro hacia donde Septimus indico, y allí lo vio, un niño, demasiado pequeño para sus siete años de edad, usando lo que parecía un gran costal de color gris con muchas manchas, y un pantalón tan ancho que un hombre adulto podría usarlo. Su cabello negro azabache desordenado demostraba que era un Potter, parecía agotado y temeroso. La mujer por su parte era un verdadero esperpento, cara y cuello largo, y una expresión como si mirara a un insecto, estaba bebiendo un vaso de jugo mientras el niño trabajaba.
—¡Como se atreven! —grito Arcturus cruzando rápidamente la calle, y desenfundando su varita mágica— ¡¿Quién te crees que eres muggle arrogante?! —bramo a la mujer, Petunia o como se llamara— ¡¿Sabes quién es este niño?! ¿Lo sabes?
Petunia Dursley palideció al ver al anciano que blandía una varita como la que tenía su hermana, definitivamente debía tratarse de uno de "ellos" pensó. Y como se atrevía aquel anciano a gritarle en su propia casa, y si los vecinos escucharan…
—El niño, es mi sobrino —respondió Petunia condescendientemente— Y usted, señor, no tiene nada que decir sobre como crio al mocoso de mi hermana ya hacemos demasiado dándole un techo. —dijo sin apartar la mirada del extremo de la varita que apuntaba en su dirección.
—¡Y también es mi sobrino! —bramo Arcturus, con la cara roja de ira— ¡El nieto de mi hermana! ¡El jodido heredero de la Casa Potter! ¡Ese niño es mucho más importante que tú, estúpida muggle!
—¿Her… heredero? —pregunto Petunia desconcertada— ¿El heredo algo?
—¿Qué si heredo algo? —Arcturus estaba incrédulo, es que no le explicaron nada a estos muggles, es que no sabían a quién estaban criando, que tan alto era el honor que le habían otorgado a su familia al permitirles criar al heredero de la familia Potter —Él es Harry James Potter, hijo de James Fleamont Potter, nieto de Fleamont Charlus Potter y de Dorea Euphemia Potter nee Black, el niño es heredero de una de las familias más antiguas de Gran Bretaña, ya sea en el lado muggle o mágico… ¿Y me dices que no lo sabias?
La mujer parecía haber mordido algo amargo pues su expresión se había tornado en una mueca, y parecía estar a punto de gritarle al niño que, asustado se había detenido de hacer las labores de jardinería.
—Da igual —dijo Arcturus apático, y de su varita surgió un destello purpura negruzco, que golpeo de lleno en Petunia Dursley y la noqueo —¡Septimus, has algo útil y mete a la mujer a la casa!
El niño, Harry Potter miraba con los ojos abiertos como platos, y parecía no dar crédito a lo que acababa de ver.
Arcturus alargo la mano y tomo al nido del brazo.
—Ven, chico, hablaremos adentro —dijo el anciano, Harry asustado y nervioso asintió y dejo que el viejo Lord Black lo llevara al interior del número 4 de Privet Drive.
Una vez en el interior, Arcturus miro la insípida sala de estar de los Dursley, y suspiro exasperado, ya se había acostumbrado, hizo que Harry se entra en el sofá reclinable de Vernon Dursley, y con un movimiento de la varita, convoco un sofá de elegante aspecto gótico, en el que se sentó.
—Niño —dijo dirigiendo a Harry— ¿Es así como te tratan siempre? —pregunto.
—S…sí, señor —respondió en un susurro Harry, inclinando la cabeza hacia abajo, aparentemente avergonzado.
—Ya veo… —respondió secante Arcturus— ¿Y siempre haces tú las tareas?
—Si señor, siempre —volvió a responder Harry.
—Bah… muggles idiotas —gruño el anciano por lo bajo, y luego volteando la mirada hacia Septimus, quien parecía estar muy preocupado, pregunto— ¿A qué hora vendrán los Aurores? ¡Acabo de atacar a un muggle y violar el Estatuto del Secreto!
—Ya están aquí —dijo Septimus que parecía al borde de un colapso nervioso, mientras miraba hacia la puerta.
En ese momento, cinco Aurores irrumpieron en la casa, con las varitas listas, y actitudes confiadas.
—¡Solo carguen la multa a mi cuenta de Gringotts! —les espeto Arcturus desconcertándolos— y mientras están en eso —dijo señalando a Petunia— aplíquenle una desmemorización, y luego llenen los papeles que correspondan para denunciar el grave maltrato a un heredero de una de las Casas más antiguas y más nobles. Así como una notificación de reclamo de custodia de emergencia como familiar mágico más cercano con vida.
Los Aurores intercambiaron una mirada, y entonces, uno de ellos se adelantó.
—Soy el Auror Senior Rufus Scrimgeour, ¿es usted el mago que ha atacado a un muggle? —pregunto.
—Si, lo soy, niño —espeto con burla— Ahora, has lo que te dije que hicieras, o vere que no vuelvas a trabajar para el ministerio —gruño Arcturus.
—¡Como se atreve a hablarme así! —respondió enfadado el Auror— ¡Ha confesado, apréndanlo! —ordeno a los otros miembros de su equipo.
—¡Quietos ahí! —dijo el anciano Lord Black, pero, al ver a los otros cuatro Aurores moviéndose para cumplir sus órdenes —¡Se los advertí!
Antes de que cualquiera pudiera reaccionar cuatro maleficios fueron lanzados por Arcturus, y por lo que parecía, con efectos muy dolorosos, a juzgar por las expresiones y gritos de los cuatro Aurores derrumbados en el suelo.
—¡Escucha y escucha bien! —dijo el anciano Lord Black con un tono frio que provocaba que la sangre se helara en las venas, junto con un pulso de magia furiosa se extendió desde él, parecían ser una manifestación de su ira— ¡Soy Arcturus Orión Black, Señor de la Casa Fundadora de Black! —procedió a señalar a un ligeramente asustado, pero bastante curioso Harry— ¡Y ese de allí es mi sobrino nieto, Harry James Potter, Heredero de la Casa Antiquísima de Potter, y su Señor en espera! ¡Estos muggles han maltratado a un Heredero de una de las familias del Wizengamot! ¡Y usted, Auror Senior Scrimgeour, hará lo que le dije, o lo acusare de complicidad en el tratamiento de mi sobrino nieto! ¿Ha comprendido?
Rufus Scrimgeour palideció visiblemente al enterarse de la identidad del anciano caballero que acababa de confesar haber atacado a la mujer muggle. Arcturus Orión Black era el único Barón con vida en la Gran Bretaña Mágica. Un hombre reconocido por la ICW como un brazo de la ley internacional en temas de alto perfil, y protector de la Gran Bretaña Mágica, un hombre facultado para exterminar líneas completas de sangre pura si les consideraba lo suficientemente dañinas para el mundo mágico.
—Entendido, Lord Black. Me encargare de todo —contesto el Auror presuroso— pero necesito que se quede para llenar los reportes…
—Ni hablar, me llevo a mi sobrino nieto de aquí en este instante —interrumpió Lord Black— Septimus aquí —dijo señalando a Septimus Rosier que hasta ese momento había pasado desapercibido para Scrimgeour— estuvo conmigo todo el tiempo, y puede encargarse del papeleo. Cualquier cosa que requiera mi sello, solo envíenmela con él. Ya sabe dónde encontrarme.
Scrimgeour asintió, y Septimus soltó un suspiro derrotado.
Arcturus miro al joven Harry Potter, su sobrino nieto, al que simplemente le dijo.
—Vendrás conmigo, niño. Y jamás volverás a este agujero infernal. Soy el hermano mayor de tu abuela. Y me hare cargo de cuidarte desde ahora —hizo una pausa momentánea antes de añadir— agárrate de mí brazo, nos llevare a mi casa.
Harry lo miro desconcertado, pero siguió sus instrucciones.
Arcturus le indico que se sujetara con fuerza, luego, al momento siguiente, el anciano Lord Black y el niño que vivió habían desaparecido del número cuatro de Privet Drive.