Chapter 8 - Capitulo 8

POV Rose

—Caí a la piscina—le digo a Bily.

—Pero como...

—Ya me iba de todas formas así que...

Él frunce el ceño—cambiate primero porque ¿no te as dado cuenta que se te ve la ropa interior?—dice esto, entonces me miro y efectivamente se me nota la ropa interior, se me calientan las mejillas de la vergüenza.

—Ven, vamos te prestaré una camiseta u abrigo—lo sigo hasta su cuarto y lo veo buscar en el closet.

—Toma, ponte esto—me pasa un abrigo negro que me llega a los muslos y le doy las gracias.

Me lo pongo de una vez—bueno, ya me marcho gracias—le agradezco otra vez.

—Espera Rose—me llama cuando estoy junto a la puerta.

Me doy la vuelta—¿qué pasa?—le pregunto.

Se aproxima a mi y otra vez acerca sus labios a los míos—solo quedate quieta—niego con la cabeza porque no quería que me besara.

Pongo mi mano en su pecho y lo empujo un poco—vamos nena solo quedate quieta—articula y puedo olfatear de su aliento la cerveza.

Se acerca más y comienza a besarme el cuello—n-no—digo turbada.

Me carga y me tira a la cama y se sube sobre mí—¿qué haces?, bájate—expreso tratando de quitarmelo de encima pero es muy pesado.

—Tranquila Rose—me levanta el vestido y acaricia mi muslo.

—Te dije que pares—me moleste en serio.

—Ya te habló, ¿no oyes?

—¿Quién dijo eso?—cuestiona Bily.

—¡Que te bajes!

Parece que el Espíritu le habló al oído porque Bily se espantó tanto que se cayó de la cama.

Me levanto en seguida y me dirijo a la puerta—te perdonaré esto porque estas borracho, solo por eso, recuerdalo—le digo, salgo de la habitación y también de la casa.

Cuando ya estoy en mi hogar voy directo a mi habitación—Rose, ¿cómo te fue?—dice mi madre entrando a mi habitación—¿pero que te pasó?—cuestiona después de que me quito el abrigo.

—Solo me caí en la piscina.

—Oh, pues cambiate antes de que te resfríes—articula y yo asiento con la cabeza.

Sale de mi cuarto, me quito toda la ropa, tomo una toalla y comienzo a secarme. Voy completamente desnuda al baño y lavo mi rostro con jabón además de cepillarme los dientes.

—Hoy fue un día largo ¿verdad?—le comento al Espíritu.

—Sí, un poco—contesta.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por ayudarme y por estar conmigo—me volteo hacía donde percibo que está él—cuando él me besaba pensaba en ti—expreso y cierro mis ojos—por favor, acariciame—le digo con gran anhelo.

Me toca las pestañas del ojo izquierdo

luego mi ceja—¿te gusta mis ojos? o ¿te gusto yo?

—Mucho—responde y sonrío.

—¿Alguna vez has besado a alguien?—le pregunto pero no me contesta—¿me besarías si te lo pido?

Pasa su dedo por mis labios y no podría anhelarlo más—por favor besame—le pido, el acerca su rostro puedo percibir y me besa en los ojos luego en la mejilla después hace una pausa y rosa mis labios pero no se si...

—¿Fueron tus dedos o tus labios?—le pregunto queriendo saber cual fue de los dos porque fue muy rápido.

—Es un secreto—dice sin más y apostaría que está sonriendo—ven, cambiate.

Me toma de la mano y me lleva hasta la cama donde tengo la ropa sacada—bien, me cambiaré—expreso.

—Pero no te pongas la bata sino algo para salir.

—¿Qué?, ¿por qué?

—Porque hoy iremos a la casa de Chad.