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Chapter 216 - Tus sentimientos.

Regresé a la cabaña y luego me dirigí a casa, donde me encontré con la desagradable sorpresa de que Aisha había invitado a almorzar a Aleksander. Por lo mismo no pudimos hablar de mi sueño de anoche.

—Estás muy callado, Rudy — me dijo Nana.

—Sí, tranquila. Solo estaba pensando — dije.

—Te molesta que esté aquí Reidar — me dijo Alek.

—No, no es eso — dije con una falsa sonrisa. De hecho, pensaba en cómo fabricar algunas cosas para la casa — dije.

—Oh, así que estuviste pensando en fabricar lo que te pedí — me dijo Silphy.

—Sí, lo haré pronto. Con magia de tierra y círculos mágicos no será difícil crear lo que deseas, amor. Además, mañana iré a hablar con Zanoba. Me tiene de este porte cada bola, pidiéndome que terminemos la automata — dije, y todos rieron.

— Rudy, no seas vulgar. Y usted, Aleksander, no se ría de las vulgaridades de mi marido — le dijo Silphy.

—Lo siento, señora.

—No seas tan estricta, cuñada. Mi hermano y Alek eran aventureros — le dijo Aisha.

—Sí, respecto a eso Aisha , tendremos una reunión de chicas uno de estos días. Debemos hablar contigo y Norm — le dijo Silphy.

—Claro — le dijo Aisha con una sonrisa.

— Por cierto, Rudy, Norm dice que cuando va a estar listo el trabajo de enlace con los Superd, pregunta casi todos los días.

— ¡Jajaja! En unos meses. Que no sea impaciente. Dios, ella sí que quiere a Ruidjerd. Espero que cuando Ruidjerd encuentre pareja, esta no sienta celos de Norm. Bueno, mi hermana lo quiere como a un padre — dije, mientras todo el resto de la familia, incluido Alek, se miraron entre ellos.

—Sí, tía Norm ve a tío Ruidjerd como su papi — dijo Lara con una burlesca sonrisa.

—Gracias por la comida, señora Greyrat, pero debo ir con el Dios dragón — dijo Alek.

—Oh, de nada — le dijo Silphy.

Y así se fue con Aisha.

Mientras nos parábamos de la mesa y lavabamos los platos, empezamos a hablar.

—Oye, Rudy, Aisha pasa mucho con Alek, ¿no crees? — le dijo Nana.

—Sí, bueno, los dos son infantiles aún — le dije.

— ¿No crees que tal vez a Aisha le guste ese sujeto?

— ¡Jajaja! Claro que no, Roxy. Aisha solo está con él para que le enseñe esgrima. Está obsesionada con ser una santa del norte.

— Yo no los veo practicar mucho. Se la pasan hablando o caminando por la Sharia. —

—Conozco bien a mi hermana, Eris — dije.

—Sí, claro — pensó Silphy. —Ariel se metió en nuestra cama y ni se dio cuenta, y se va a dar cuenta que pasa algo entre Aisha y Kalman III.

— ¿Dónde estuviste esta mañana, Rudy?, preguntó Nana.

—Sí, fui a ver a Ariel y a Luke . Les llevé chocolate para ella y Tris — dije.

—No me gusta que vayas solo ahí — dijo Nana.

—Sí, tranquila. Debía aclarar algo — dije.

— ¿Qué cosa? — preguntó Nana.

—Sobre esa pocima que bebí anoche con ustedes. Y no quiero que se molesten con lo que diré, pero creo que Ariel sabe de mi reencarnación.

— ¿Qué? — dijeron Eris, y Nana sorprendida. — ¿Pero cómo?

—No quise decirle lo de la pocima y que me drogo, así que no les diré toda la verdad , por ahora.

—No sé. Ella a veces decía cosas como si supiera de dónde eran, como cuando hablo con Nana en nuestros idiomas de ese mundo, ella se ríe como si supiera, o cuando les cuento historia, ella hace comentarios mordaces, pensé que era por su personalidad, pero creo que ella algo sabe . Y más que nada fui a eso, pero creo… que tal vez son suposiciones mías, trate de hacerla confesar con preguntas sutiles, pero ella es demasiado lista — dije, — aunque ella podría habernos escuchado con algún artefacto mágico, mientras hablábamos de eso.

—O podría haberte drogado, disfrazarse de alguna de nosotras y tú mismo se lo hubieras dicho, Rudy — dijo Silphy.

—Es imposible. El anillo no cambia la voz — dije, haciéndome el tonto.

—Sí, bueno, no te preocupes, amor. Ella, si es que lo sabe, no te delatará — me dijo Silphy.

— ¿Cómo están tan seguras de eso? — le cuestionó Nana.

—Ella no es mala, como tú crees, Nana. Confía en mí — le dijo Silphy, dándole una nalgada.

—No hagas eso — dijo Nana, roja de vergüenza.

—Rudy, podemos ir a hablar , — me dijo Silphy.

—Claro amor, vamos a mi despacho.

—No, quisiera caminar contigo, vamos a dsr un paseo .

—Claro. Vuelvo pronto chicas — les dije.

—Esta noche quiero volver a entrar a tu mente — dijo Eris.

—Si lo sé.

—Rudy, en serio no hay posibilidades de que crees la radio o la televisión — me dijo Roxy.

—Lo siento mi amor, no sé de electrónica. Lo siento.

—Y esas bebidas con gas?

—Podría hacerlas, Roxy. Pero no como la Coca-Cola o la Fanta.

—Entiendo. Bueno, al menos haz esas me dijo.

—Claro, mi amor, volvemos pronto.

— ¡Jaja! Sabía que pedirías eso — dijo Nana.

— ¿Tú no sabes hacerlos Nana? .

—Lo siento, Roxy. Como te dije hace años, yo y Rudy solo tenemos conocimiento, pero no sabemos como replicar muchas cosas.

—Ven, vamos al despacho de Rúdeus — dijo Eris tomando a Roxy y Nana.

—¿Para qué?

—Quiero que anotes todas las cosas que nos llamaron la atención. No quiero olvidarlo, y ver qué se puede hacer.

—Uuf, está bien — dijo Nana — pero nada de lesbianismo.

— ¡Jaja! Tranquila, no somos como Silphy — dijo Roxy.

—Dios esa mujer se ve sola, con Rúdeus o alguna de nosotras y Solo quiere ir a la cama.

—Sí, supongo que los niños tiernos de la aldea buena que conocí, se volvieron unos pervertidos — dijo Roxy.

— ¡Oh ya cállate, Roxy! Tú también eres muy caliente — le dijo Eris, poniendo roja a la Migurd.

— ¿De qué están hablando, mamis? — dijo Lucy de pronto.

—Eeeh, de nada querida — le dijo Nana, quien miraba con reproche a Eris.

Mientras por las afueras de la Sharia yo caminaba de la mano por un sendero con Silphy.

—¿Rudy, te preocupa algo, estas muy callado desde que regresaste?

—No, amor.

—¿Ariel te dijo algo importante?

—No, no dijo nada la verdad, y lo negaría como siempre lo hace cuando hace cosas malas.

—Ya veo. Rudy, ¿Te molesta que entremos en tu mente?

—No, amor. Es solo que tengo esta sensación de que Ariel sabe quién soy.

—Rudy, esa rubia de la que hablaba la vecina de tu otra vida en tu sueño, no será tu subconsciente que te dijo que ella había estado ahí?

—Eso mismo pensé, amor. Yo jamás tuve una relación con ninguna Rubia en ese mundo, y sonaba sospechosamente como Ariel — dije haciéndome el tonto.

—¿Sabes lo que creo, Rudy?

—Dime, amor.

—Bien, seré brutalmente honesta contigo. Creo que Esta mañana, tú recordaste que ella sí entró a tu mente, y por eso fuiste a toda prisa a Ars para encararla, y por eso llegaste tan callado.

— ¡Dios, Silphy, cada día eres más como Elinalise !.

—Claro que no. Si lo dices porque me acosté con tu otro yo, eso no es infidelidad. Eras tú mismo.

— ¡NO LO DECÍA POR ESO! Lo decía por la facilidad para entender todo.

— ¿Vas a ir a discutir con Ariel? Porque si eso pretendes hacer, te lo voy a prohibir. Ella está embarazada y puede pasarle algo al bebé.

—De hecho si discutimos muy fuerte esta mañana , pero no le dije todas las cosas que quería decirle por lo mismo .

— No la hiciste sentir mal. ¿Cierto Rudy?

—Bueno, si, lloro y le dije que era ruin. Pero al final le dije que la perdonaba.

—Será mejor no decirle a Nanahoshi por ahora, ella sería capaz de ir y gritarle muchas cosas a la reina, y podría ser detenida y tendríamos problemas.

—Lo sé — dije, mientras Silphy se sentaba en un tronco y yo a su lado, mientras mirábamos la Sharia a la distancia.

—Ariel te ama, Rudy.

—Lo sé, ella me lo dijo hace mucho tiempo, y se que tú también lo sabes. Ariel me contó que hablaron el Otro día bajo nuestro árbol en aldea buena.

— Sí, ella no te dijo nada más?

—No, solo eso.

—Ya veo. (Ariel no le confesó la verdad sobre sus hijos pensó Silphy).

— ¿Qué piensas de Ariel, Rudy?

—No es como creía que era: es manipuladora, se aprovecha de los demás y no creo que pueda volver a confiar en ella.

— Pero eso ya lo sabias, oye ¿Vas a dejar a los príncipes solos, Rudy?

—No. No podría hacer eso jamás.

— ¿Por qué dices eso?

—Eeeh, porque lo juré.

— ¿Y a Ariel, la odias?

— No, claro que no. Solamente estoy molesto con ella, pero ya la perdoné.

Es solo que ella entró sin mi autorización a algo que se supone es algo muy íntimo. Me costó mucho compartirlo con ustedes, y ella va y espía en recuerdos muy íntimos y personales para mí.

— Rudy, ¿qué te molesto más; y sé sincero conmigo. ¿Que entre a tu mente o que una persona que amas te mintiera? .

— ¿Qué dices, Silphy?

— Sé que tú también amas a Ariel.

— No es lo que piensas — dije, pálido.

— Sí, la amas. Es notorio. Fuiste allá a pedir explicaciones y terminaste perdonándola.

— Es por la alianza, Silphy.

— Mentira. Ella te gustaba desde antes de que fuéramos novios Rudy. Me lo dijiste varias veces cuando pensabas que era Fitz, y he visto cómo se miran, la miras tal como me miras a mí o a las chicas, tú no miras así a las otras mujeres.

— ¿Me vas a abandonar?

— Claro que no — me dijo, abrazándome.

— Lo siento — dije, llorando como una niña que hizo algo malo mientras la abrazaba . No pude evitarlo, Silphy.

— Ya cálmate. No te estoy reprochando, sin embargo, ella logró su objetivo — me dijo.

— No iré nunca más a Ars.

— No puedes hacer eso Rudy. Ella podría entrar en depresión, además está embarazada.

— Lo sé, peor me siento traicionado en mi confianza.

— Ya tranquilo, tú sabías que ella era así.

— Pensé que ella había cambiado.

— ¿Y qué harás ahora, Rudy?

— Nada. Orsted dice que no debo hacer nada que la dañe, eso podría afectar el futuro, así que simplemente deberé comérmela callado.

Será mejor regresar, Silphy, y contarle de esto a las chicas.

— ¡ESTAS DEMENTE?! NO, NANA Y ERIS PUEDEN REACCIONAR MUY MAL, Y PROVOCAR UNA GUERRA CIVIL EN LA ALIANZA! Bueno, tal vez Eris no, pero Nana sí puede tomarlo muy mal.

— ¿Y qué hago? ¿Callarme?

— Omite lo de que te drogó. Yo hablaré con ellas y apaciguaré esto poco a poco hasta el punto que lo acepten. Soy muy persuasiva, Rudy.

— Lo siento, esto es mi culpa.

— No lo es, también es mi culpa Rudy . Yo sabía cómo era Ariel y sabía hace tiempo que ella estaba interesada en ti. Además, no sé si decirte esto, pero ella se acostó con nosotros en su coronación.

— ¿Así que lo sabes?

— Sí, me di cuenta hace un tiempo. Fue esa noche en que entré a su habitación y estaba acostada con Kleene. Desde ese día siempre tuve la duda, pero hace no mucho até los cabos, y se lo dije y Ella no lo negó.

— Yo también ya lo sospechaba Silphy, pero no había querido decirlo antes. Bueno, supongo que tu amistad con ella se fue a la mierda — dije.

— No, ya hablamos ayer y antes de ayer del asunto, y la perdoné . Yo, si estuviera enamorada de ti y tu me rechazaras, habría hecho lo mismo para meterme a tu cama .

— Me asustas, Silphy.

— ¡Jajajaj! Una vez le dije a Eris y a Roxy que si ellas se hubiesen casado contigo, yo me habría metido a tu cama como sea o a la de ellas para llegar a ti.

— Suenas como una psicópata Silphy.

— Tal vez lo sea, Jejejejeje.

— Deja de reír, no es gracioso, me estás asustando.

— Lo siento, supongo que la mezcla de elfa, ferál y humana, me hacen un poquito loquita.

— Umm, tú viste mi vida antigua, viste cómo se sorprendieron todos al vernos a todos juntos. Creo que aún no estoy convencido de algo así.

— Lo sé, y sé que extrañas esa vida, amor.

— Claro que no, era solo nostalgia, no es lo mismo que extrañar algo. Sólo me produce una sensación extraña.

Nos quedamos abrazados mirando la ciudad.

—Le dije a Ariel que si va a estar contigo que no te drogue y no te rompa el corazón, pero como lo que pasó lo hizo antes de que le dijera eso, supongo que no puedo reprocharla.

— Yo no era así.

— ¿A qué te refieres, Rudy?

— En mi otra vida, yo no era así.

— Así como? Rudy.

— Mujeriego. Esto me habría costado mi matrimonio, y me hubieras quitado la casa, los niños y habría tenido que pagarte manutención por años.

— ¡Jaja! ¿Pensaste que aria eso? Bueno aquí pasa lo mismo, Unque solo en el caso de los Milis.

—Lo siento; yo no quería hacer esto Silphy .

—Lo sé, pero si la amas era inevitable, como fue inevitable lo de Nanahoshi.

— Lo siento, Silphy.

— No lo sientas. Bueno, cuando Ariel de a luz, al menos compartiremos la cama con ella.

— ¡Cof, cof, cof! Santo dios, te estás convirtiendo en Elinalise, Silphy!

—Ya cállate, vamos, está atardeciendo. Será mejor regresar a casa.

Caminamos de la mano con Silphy.

— Silphy, si Ariel se metió a nuestra cama ese día, cabe la posibilidad de que Edward sea mi hijo.

— Lo sé, yo le pregunté a Ariel, pero ella lo niega.

— Y qué hago?

— Espera que de a luz para insistir con eso y no la atormentes con preguntas por ahora .

— Oye, el otro día cuando íbamos al bautizo , cuando estábamos en la cabaña antes de ir a Donati , Orsted estuvo a mi lado y Edward estaba en mis brazos, y el niño no le temía a Orsted.

— Pero él tenía el casco, Rudy.

— Lo sé.

— Aparte de ti, Nana y nuestros niños, hay alguien más que no le tema a Orsted, Rudy?

— Orsted dice que habrá una chica que no le teme.

— Ya veo. Escucha, Rudy, no insistas con eso. Como te dije, Ariel está embarazada, y seguir insistiendo puede estresarla y eso podría llevarla a perder el bebé.

— Lo siento, — dije llorando.

— Ya ya, tranquilo, no es tu culpa.

— Si, lo es. Soy un estúpido. Por favor, no quiero perderlas, las amo.

— Ya ya, tranquilo, no nos vas a perder. Déjame esto a mí, verás que seguiremos siendo felices.

— Es que me dijiste "no amantes ni hijos por fuera " y rompí mi palabra.

— Ya te dije, sé que no fue tu culpa, Rudy. También fue nuestra culpa, y sobre todo mía. Yo sabía cómo es Ariel. Tranquilo, amor — me dijo, abrazándome.— Volvamos a casa, ya es tarde y quiero seguir viendo tu antiguo mundo.

— Bien. No te merezco, Silphy.

— Ya te dije: no hay nada que perdonar, no fue tu culpa, amor. Deja de sentirte así. Vamos, seca tus lágrimas y cambia la cara. Vas a preocupar a las chicas y a los niños. Eres el dios del cauce, compórtate como un hombre.

— Claro, lo siento mi amor.

Cuando llegué a casa, Papá y Eris entrenaban a Lara y Lucy en esgrima, y Roxy le enseñaba magia a Ars, mientras Nana los miraba con Siegh en sus brazos. Cuando nos vieron llegar, todos nos dieron una hermosa sonrisa.

— ¿Ves? Esta es tu familia, Rudy. Siempre vamos a estar contigo — me dijo Silphy.

Me puse a enseñarle magia a Ars con Roxy, mientras las niñas seguían aprendiendo esgrima.

Esa noche ya más tranquilo luego de mi conversación con Silphy , nuevamente mis esposas estaban listas para volver a entrar a mi mente. Una vez tomé el tónico, nuevamente perdí la conciencia y desperté asustado, sin reconocer a mis esposas por unos segundos, aunque esta vez Silphy escondió sus orejas para que no gritara "duende" nuevamente como un idiota .

— Bien, ¿y ahora qué? — dije.

— Quiero conocer a tu otra familia, Rudy — dijo Silphy.

— La verdad, Silphy, no sé si sea una buena idea. Será muy confuso. Se va a mezclar recuerdos con sueños, tal como cuando vieron a mis amigos.

— Ya veo.

—Pero déjame asimilar bien esto. No quiero perder la conciencia de quién soy en este sueño, Silphy.

— Yo quiero ver televisión, Rudy — dijo Roxy.

— No quiero jugar Nintendo — dijo Eris.

— Hey, y yo quiero pasear en bicicleta — dijo Silphy.

— Yo quiero probar la fruta de este mundo — dijo Roxy.

— ¿En serio la fruta?

— Siempre decías que la fruta de aquí es deliciosa, Rudy.

— Sí, bueno, ¿pero fruta en serio?

— Soy una Migurd, amo lo dulce.

— Oh, claro, como esa vez que estábamos jugando y me echaste miel en la (...).

— Cállate, tonto, no digas eso — dijo Roxy, sonrojada.

— Con razón cada vez que ustedes hacen el amor, siempre se acaba la miel — dijo Silphy.

— Ya cállate — dijo Roxy con sus mejillas inflada y roja como tomate .

— Bien, vamos al salón — dije.

— Oye Rúdeus, me acabo de dar cuenta que el retrete y el lavamanos que inventaste también lo copiaste de este mundo. A ti no se te ocurre nada original, cierto ?

— Sí, básicamente soy como el tipo que está escribiendo este fanfic, Eris.

— De qué demonios estás hablando, Rúdeus.

— De nada.

— Pero si soy original. Inventé el… el… el… ¿cómo se llama? El… el… eso, ya saben.

— ¡Jajaja! Vamos, amor — dijo Silphy, que había abierto todas las puertas de las habitaciones y miraba qué había adentro.

— Tenías muchos instrumentos ahí, Rudy.

— Sí. Este era mi despacho. Esa es mi laptop Y mis guitarras, mi bajo, mis ukeleles, mis discos de música, y mi tornamesa.

— ¿Y cómo funciona? ¿Es como la radio?

— No, Silphy. Este se llama disco de vinilo. ¿Ves? Lo pones acá, lo enciendes y pones con cuidado esto, que tiene una aguja, y se escucha música — dije, poniendo uno de Queen.

— ¡Dios, esto es maravilloso, Rúdeus! — dijo Eris.

— De hecho, es una tecnología vieja. Tiene casi 120 años en este mundo, pero aún está vigente.

— Dios, ese hombre canta maravillosamente.

— Sí, era un gran grupo de Rock — dije.

De pronto, la atención de Eris se fue a mis instrumentos, los que empezó a rasguñar como una niña curiosa. Ella se ve tan linda cuando se comporta así.

— Bien, vamos un rato a la sala — me dijo Silphy. Antes de llegar, abrió una puerta y se topó con la bicicleta, lo que les causó curiosidad de cómo se conducía, ya que se cae si no se sostiene con algo.

—¿Como no te caes en ella Rudy?

— Pues funciona con inercia y equilibrio, Roxy.

— ¿Cómo es eso?

— Pues, pedales y el movimiento te mantiene en equilibrio.

— Quiero ver.

— Vamos Roxy, quiero jugar Nintendo — le dijo Eris.

— Solo un ratito. Además, Nana dijo que trataría de invocar una de estas de este mundo, y quiero ver cómo se usa.

— Pues bien — dije, sacándola de ahí y saliendo a la calle, donde para variar la bisagra estaba en la calle sentada afuera de su casa.

— ¡Hola, Paulo!

— ¡Hola, señora Clara!

— ¡Qué te dije que dejaras de traer mujeres de la noche! Este es un barrio respetable.

— Ya me tienes harta, vieja de mierda!

— ¡No, Eris! — dije, pero Eris había llegado a donde la vieja y le había dado un puñetazo. Pero la vieja se deshizo en polvo literalmente cuando cayó.

— ¡La maté! — dijo Eris, asustada.

— No, era un recuerdo. Pero gracias. Esa vieja nunca me cayó bien — le dije.

— Bien, ¿cómo funciona? — dijo Roxy.

— Pues fácil: me subo y pedaleo — dije, dándome una vuelta y dejando a las chicas maravilladas.

— ¡Dios, Rudy! Esto es increíble. Podrías fabricar para los niños — me dijo Silphy.

— Lo siento, amor. No tenemos caucho para hacer neumáticos.

— ¿En serio?

— No, Tal vez existió, pero muchas cosas deben haber desaparecido cuando se destruyó el continente que unía el continente central y demoníaco. Entre ellos plantas tropicales, ya que en nuestro mundo faltan muchas cosas que aquí hay. Y curiosamente verduras y frutas que en nuestro hay, todas existen también en este mundo — dije.

— Qué mala suerte — dijo Roxy.

— Aunque podría hacer algo con magia de tierra y suela de cuero, tal vez ... pero no será como esto.

— Ya deja de hablar, es mi turno — dijo Eris, dándome un empujón y arrebatandome la bici.

— ¡Hey, espera, Eris! No es tan fácil.

— Tú lo hiciste, yo puedo, ya entendí cómo.

Apenas ella se subió y pedaleo se dio un feo golpe, pero se subió, y cayó varias veces.

— Esto no sirve, Rúdeus, dijo enfadada.

— Es que no sabes. Cuando somos niños en este mundo, nos regalan una bici con rueditas pequeñas a los lados y después de a poco empiezas a equilibrarte.

— Déjame seguir intentándolo.

— Claro que no — le dijo Silphy. — Cuando Nana invoque esta cosa, o Rudy fabrique una practicaras en casa, no voy a estar todo el sueño viendo cómo aprendes a equilibrarte.

— Bien — dijo Eris, enfadada, inflando las mejillas.

— Ven, demos una vuelta, Roxy — le dije.

— No quiero .

— Ven, será divertido — le dije.

Y así salí a dar una vuelta con ella. Está demás decir que la más entusiasmada de las tres fue Eris cuando la saqué a dar un paseo. Gritaba como cuando era una niña, y algo la emocionaba, mientras las personas nos miraban; de seguro pensaron que estaba loca.

—Bien eso fue genial, Rúdeus, pero quiero ver ese Nintendo.

—Ya no lo tengo, amor. Quedó en casa de mi hermano.

— Y no puedes imaginarlo y traerlo como anoche, Rudy — dijo Silphy.

—Creo que sí.

Así que entramos, y ahí estaba. Puse el cartucho y le dije a Eris cómo funcionaba. Las hice jugar Mortal Kombat. Roxy en particular estaba maravillada de poder controlar a un personaje dentro de la TV.

— Esto es magia, Rudy — dijo Silphy.

— Claro que no, es solo tecnología.

— Te imaginas esto en nuestro mundo.

— Sí, se llenaría de otakus y gamers — dije.

— ¿Qué es eso?

— Nada, olvidalo.

— ¡Jajaja! Te gane, Roxy, en tu cara — dijo Eris.

— ¡Toma el mando amor. Pateale su engreído trasero! — me dijo Roxy.

—Bien — dije, eligiendo a Scorpio.

Rápidamente, le di una paliza a Eris con Fatality incluido.

— Esto es trampa, tú sabías cómo jugar.

— Bueno sí, lo jugaba todos los días — le dije.

— Así entrenan a sus guerreros en este mundo, — pregunto Silphy.

— Claro que no, es solo un juego.

— Es muy sangriento para niños — dijo Roxy.

— Es genial — dijo Eris — pero esto solo me demuestra que nada se te ocurre, Rudy. Tú técnica de la lanza y el hielo, lo copiaste de aquí. También cuando lanzas la bola de fuego, levantando el pie y dando ese grito estúpido, lo copiaste de Liu Kang, todo lo copias, Rúdeus!

— Ya deja de fastidiarme, Eris.

— Veamos otro juego. ¿Cuál más te gustaba? , dijo Roxy.

— Este, — dije mostrándole Legend of Zelda.

— Es un elfo, — dijo Silphy, emocionada.

— Eeh, no, de hecho son humanos.

— Pero tiene las orejas largas, Rudy.

— Sí, pero no son elfos. En este juego los Hirules son humanos que fueron bendecidos con estas orejas para escuchar a los dioses. Pero solo eso, son humanos, y envejecen como un humano común.

— Son como Lucy.

—No viven lo mismo que un humano — dije.

— ¿Y cómo sabes eso? Si es un juego; Rúdeus — dijo Eris, ¿acaso es otro mundo también? .

—No, nada de eso, lo se Por la revista Club Nintendo — le dije.

—¿Qué es eso?

—Algo así como un libro que tenía una guía y trucos para jugar, dije.

Me tuvieron ahí jugando por horas. Y de hecho este juego sí les gustó a las chicas, en especial a Roxy y a Eris, ya que también existen laberintos en este juego.

— Me encantó este juego, Rúdeus — dijo Roxy. — Me recuerda a los laberintos.

— Sí — dijo Eris. — Vamos a un laberinto, Rúdeus.

— No existen en este mundo, amor.

—Oh, claro, lo olvidaba.

Luego vimos televisión, donde vimos Dragon Ball y los Caballeros del Zodiaco.

— Así que de aquí plagiaste tus armaduras, Rúdeus — dijo Eris.

— Me inspiré, Eris.

— Las plagiaste. Mira, esa armadura es idéntica a la que usaste en la batalla contra Kalman III.

Mira esas técnicas. Plagiaste Explosión Galáctica, plagiaste Plasma Relámpago, plagiaste Excalibur, plagiaste Ejecución Aurora, Muro de Cristal, los Meteoros de Pegaso. ¡Dios, Rúdeus, lo plagiaste todo!

— Ya déjame en paz. Tú sabías que lo hacía.

— Sí, pero pensé que era una inspiración, no sabía que lo plagiabas al pie de la letra.

— Ya déjalo, Eris. Gracias a eso derrotó a sus enemigos. Y Kalman III quedó tan impresionado que ahora lo trata como su superior, le dijo Silphy.

— En realidad, no las plagie, Eris. Porque esas técnicas no existen. Solo me inspiré para crearlas en nuestro mundo, así, que técnicamente si son mis técnicas, — le dije.

— Lo que digas. Solo diré que ahora entiendo por qué Nana siempre discute contigo y te llama Plagiador .

— Ya dejen ver la maldita serie tranquila ustedes dos. Guarden silencio, está por acabarse el último fuego del reloj — nos dijo Roxy.

— Oye, Rudy?

— Sí, Silphy, amor.

— El cine es parecido a esto.

— No, se ven películas, pero es otra experiencia, es diferente.

— ¿Recuerdas alguna película?

— Sí. Fui a ver Drácula cuando tenía 14 años. Solo vi esa película por Winona Ryder.

— Yo quiero ver esa película. Me encantan las historias de horror — dijo Eris. —

— Sí, después lo vemos. Pero déjame terminar de ver eso — dijo Roxy. — Saga está por matar a Pegaso.

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