Chereads / Un Rudeus diferente / Rúdeus antes de Rúdeus.

Rúdeus antes de Rúdeus.

JULIO DE 2011, EN ALGÚN LUGAR DE SUDAMÉRICA.

— Señorita Priscila, podría llamar a Casanova, por favor. Debo hablar con él inmediatamente .

— Como diga, señor, —dijo la secretaria.

A los minutos, un tipo alto de pelo castaño corto estaba ahí.

— Hola, jefe, ¿me va a despedir?, —dije.

— ¿Qué te hace pensar eso Paulo?

— No sé. Usted Nunca me llama así a la oficina. Porque para darme aumento de sueldo no creo me llamara, jajajajajaja.

— Muy gracioso, Paulo. Toma asiento.

— ¿Pasa algo malo?, —pregunté serio.

— No, nada de eso. De hecho, la empresa ha pedido enviar a cuatro personas a una capacitación a Japón, con todos los gastos pagados. Son tres meses. Te vas a finales de agosto y regresas a principios de diciembre.

— Pero no hablo taka taka y septiembre es mi mes favorito.

— Ya deja de comportarte como un niño. ¿Vas a ir o no?

— Mmm que raro, usted Siempre elige a Ramírez para todo estos viajes. Bueno, es el más arrastrado de la empresa, jajajajaja.

— Ya, déjate de bromas, tarado. Te elegimos a ti porque te estamos observando hace años y haces un buen trabajo, y además supe que estás buscando entrar a trabajar en la minería.

— Sí, así es. Pagan mejor, además, mi mejor amigo trabaja allá en maquinaria es una buen oportunidad, ademas estoy aquí hace años y no me ascienden.

— Escucha, Paulo, si vas a Japón y completas la capacitación, se te subirá el sueldo un 50% y se te ascenderá a jefe de sector. Ya no estarías solo en esta sucursal, estarías encargado de todo lo que es productos químicos de preservación de alimentos.

— Ya veo, eso suena bien.

— Así es. Además, eres el único soltero sin hijos, y manejas el inglés de manera, digamos, aceptable.

— Thank you for this opportunity, dear.

— No sé qué quisiste decir, Paulo, pero eso es un plus. Además, la traductora habla castellano. No deberías tener problema.

— Bien, supongo que iré, aunque me da miedo Japón .

— ¿Qué cosa te daría miedo?

— Esos retretes que después de cargar, te tiran agua a presión para lavarte el culo.

— ¿Estas bromeando cierto? ¿Y qué hay con ello?

— No se lo diga a nadie, pero ¿Y si me queda gustando?, jajajaja.

— Ya sal de mi oficina, idiota. Viajas en tres semanas. Prepara tu equipaje y pasaporte . La chica que será su traductora se llama Aiko.

— Bien, bien. Gracias por esta oportunidad.

— Bien, nos vemos, —me dijo el jefe.

Ese fin de semana, mi mejor amigo Sergio estaba en sus días libres y coincidió con Luis, mi otro mejor amigo. Con ellos teníamos una banda de rock. Así que nos tomamos unas cervezas esa noche.

— Así que vas a Japón, Paulo, —dijo Sergio.

— Sí. Tres meses, capacitación, dije suspirando.

— ¿Y qué te preocupa?

— Nada, solo que no hablo japonés, no me gusta el sushi, y voy con tres tipos más que ni conozco, son de otras ciudades. Además, nos quedaremos en una especie de residencias, y vi la pieza en que dormiré por Internet. Apenas quepo, y con suerte me cabe el culo en esos retretes, no has visto que casi todos los japos son todos bajitos.

— Jajajajajaajaja, payaso. Siempre con tus idioteces, —me dijo Sergio.

— Y tú, Lucho, ¿aún manejas camiones?, le pregunté a mi otro amigo.

— Sí, transportó mercaderías para el norte del país.

— Y te va bien.

— Sí, bueno, tengo tres hijos. Con las pensiones alimenticias, apenas me alcanza.

— Bueno, ¿para qué te casas tres veces, imbécil?

— Cállate. Debí quedarme con esa gringa. ¿Recuerdas? Cuando tocabamos en la banda y fuimos a la costa. Ella me rogó irme con ella a Estados Unidos.

— Oye, Lucho, fueron solo tres días. Además, ella estaba estudiando paleontología, así que no creo que estuviera enamorada de ti.

— ¿Por qué dices eso, Paulo?

— Porque con lo negro y chico que eres, de seguro la gringa pensó que eras el eslabón perdido y quería estudiarte.

— Wuajajajaja, jajajajajaja, jajajajajaja, jajajajajaja, —reímos al unísono, Sergio y yo.

— Muy graciosos, imbéciles, —dijo Lucho, bebiendo su cerveza.

— Solo bromeó, viejo. Debes tomar la vida con humor. Si no, estaríamos hundidos en la mierda.

— Lo dices por cuando te dejó la Caro, Paulo.

— Sí, por lo mismo. Si ustedes no hubiesen estado conmigo, no habría salido de ese mal momento.—les dije — Y tú, Sergio, ¿cómo está mi ahijado?

— Bien. Ya tiene siete años. Por cierto, chicos, cuando regreses, Paulo, podríamos ir a pescar. Tú también, Lucho, ¿les parece? —nos dijo Sergio.

— Si, me anoto a eso. Hace mucho que no como truchas. Además, le traeré algún regalo al Nacho de Japón. No sé, tal vez algún Transformer o algún juego, o esos dulces raros que comen allá.

— Oye, ¿y cuándo conocerás alguna mujer y tendrás hijos, Paulo? ¿O te está pasando la de Ricky Martin?, —me dijo Luis.

— Jajaja, no, aún no me da por esos gustos. La verdad no se me ha dado. Solo trabajo y creo que me he acostumbrado a vivir solo.

— Tal vez en Japón encuentres una chica, —me dijo Lucho. — Siempre te gustaron las asiáticas, Paulo. Todavía me acuerdo en el 97, cuando fuimos a comprar ropa al barrio coreano. Cómo te quedaste casi una hora hablando con esa chica.

— Sí la recuerdo era muy linda . Lástima que no tenía ni teléfono ni celular en esa época, —dije.

— Hace frío. Entremos y veamos una película, —nos dijo Lucho.

— Sí, porque no. Esto me recuerda a cuando éramos adolescentes, —les dije.

Nos fuimos a ver "El Señor de los Anillos".

— Me encanta esta peli, —dijo Lucho. — Liv Tyler es hermosa. Me recuerda a la gringa de la playa.

— Jajajajaja, ¿cuál? ¿La antropóloga?

— Ya cállate, idiota. Yo sí le gustaba. Ustedes estaban envidiosos de mí, porque a ustedes ni siquiera los miró.

— Es que tal vez se sorprendió al verte, Lucho, con tu pelo largo y rizado, y esos bigotes que usabas. Tal vez te confundió con Lionel Ritchie o Toro Sentado, —Wuajajajaja.

— Ya dejen de molestar. Soy moreno, no soy negro.

— Lo sé, pero los gringos son racistas, no verán la diferencia—le dijo Serio .

— Ya cállense. —Nos dijo ya molesto por las bromas — ¿Les conté que tengo nueva novia? , —nos dijo Luis.

— Ooh, Lucho, por favor, no vayas a embarazarla. Solo tienes 36 y ya 3 hijos, serían 4 pensiones amigo.

— Cállate. Creo que ella es la indicada.

— Ah, sí. ¿Y cómo se llama?, le pregunté.

— Se llama, Yajaira.

— Wuajajajaja, jajajajajaja. ¿Y ese nombre? ¿Dónde la conociste? ¿Es un Night Club?

— No. Es mesera en un restaurante donde paso a comer cuando viajo, malditos burlescos.

— Tiene nombre exótico. De bailarina exótica, —dijo Sergio.

— Ya me tienen harto. Me voy.

— Vamos, quédate, Lucho. Solo bromeamos. Tú me molestabas todos los días cuando me descubriste besándome con la Daniela cuando estábamos en la escuela.

— Jajajajaja, sí. Dios, recuerdo eso. El Sergio no te habló en seis meses, ¿recuerdas? Él estaba enamorado de ella.

— ¿Y qué sabía yo? Tú no me dijiste nunca eso, Sergio.—dije.

— Jajaja, sí, eran tonteras de niños. ¿Qué será de ella?, pensó en voz alta Sergio.

— Supe que se casó y tiene dos hijos. Creo que vive en la capital. Mi cuñada me contó eso hace un tiempo atrás, —Le dije.

— Ya veo, jajajaja.

— Oye, Lucho, tus novias siempre tuvieron nombres exóticos, —le dije.

— Mentira.

— ¿Cómo que no? Marjorie, Stefany, la Kimberly y ahora la Yajaira, jajajajajaja, ja.

— Púdranse, par de imbéciles.

— Ya, ya, cálmate, —le dijo Sergio.

Mientras seguimos viendo la película.

— Existirán las elfas, —dijo de pronto Lucho.

— Claro que no. Son fantasías, tonto, —le dije.

— Quién sabe. Tal vez en otra dimensión u otro mundo— dijo Lucho.

— Aunque existieran, Lucho, seguro te confundirían con un orco y tratarían de matarte, jajajajaja .

— Ya me tienes harto, Paulo.

— Jajajaja, lo siento, pero sales con estas tonteras. Te gusta que te molesten. No existen los elfos. Son solo mitología europea, lo mismo que los demonios, hobbits, enanos, ángeles o Aquaman .

— ¿Y si existieron y por eso quedaron esos mitos?, —dijo Lucho.

— Lo dudo, Lucho.

— Puuf, ojalá hubiesen existido. Me habría casado con una elfa, —dijo.

— Aunque existieran, dudo que una elfa se fije en ti, Lucho. A menos que sea una elfa ninfómana, esté estudiando paleontología o se llame Yajaira, jajajajaja .

— Cállate.

— Jajajajaja, ya deja de molestarlo, Paulo. Al final, Lucho ha tenido muchas chicas, y tú con suerte estuviste con Caro y algunos romances fugaces más, —me dijo Sergio.

— Lo sé.

— Ella sí que te destrozó, amigo, —me dijo Lucho. — Siempre pensé que te casarías con ella.

— Esa era la idea, Luchito, pero sabes lo que pasó.

— Lo sé.

— Además, Lucho, tú buscas que nos burlemos de ti. Tu primer matrimonio duró dos meses, por Dios santo. Y me hiciste disfrazarme de Slash y tocar "November Rain" cuando salías de la iglesia. Sabes lo ridículo que me veía vestido así.

— Fue un lindo gesto, Paulo. A mí me gustó mucho eso.

— Sí, a todos les gustó, Paulo, —dijo Sergio.

— Sí, pero este tarado, a las dos semanas ya estaba engañando a Marjorie con Stefany.

— Bueno, son cosas que pasan, —dijo Lucho bebiendo su cerveza.

— Jaja, claro. Y ahora pagas tres pensiones, con tres hijos de tres mujeres diferentes.

— Sí, lo sé, pero sabes, Paulo. Soy feliz con mis hijos. Siempre trato de verlos cuando no estoy trabajando.

— Bueno, al menos eres feliz, Lucho.

— ¿Y tú, Paulo? ¿Eres feliz?, —me preguntó Sergio.

— Claro que lo soy, —les dije. — Tengo esta casa. No es grande, pero es mía. Aunque fue porque me la heredó mi tío Fabián, que murió sin hijos. Tengo un trabajo, tengo la camioneta, sobrinos, mi hermano. Sí, soy feliz.

Tu tío Fabián era de esos tios raros, —me dijo Lucho.

Jajajaja, Claro que no, gracias a Dios que no,— Dije.

— Jaja qué surte, pero sabes Paulo no se te nota que sea feliz amigo , —me dijo Lucho.

— ¿A qué te refieres?

— Tu mirada. Cuando éramos adolescentes, tenías la mitad más alegre. Después que partieron tus padres y Caro te abandonó, perdiste ese brillo.

— Pffff. El alcohol te saca tu lado de psicólogo, ¿no, Lucho?

— Es verdad, —dijo Sergio. — Tu aura no es la misma.

— Jajajajaja, están ebrios, chicos. ¿Qué tal si saco la guitarra y cantamos un rato?

— Sí, pero yo canto, —dijo Lucho. — Tú cantas mal, y yo era el cantante, ¿recuerdas?

— Claro que sí. Por eso te iba mejor con las chicas, a pesar de parecer un pigmeo con peluca, jajajaja.

— Ya trae la maldita guitarra, imbécil.

Bebimos cervezas y cantamos hasta que amaneció.

— Bien, es hora de irnos, —dijo Sergio, que había pedido un taxi para él y Lucho.

— Bien, chicos, los veré pronto, —dije, mientras subía al auto.

— Adiós, Paulo. Pásala bien en Japón.

Cuando ya se iban, Luis sacó la cabeza por la ventana.

— Nos vemos, Paulo. Tiraré a una japonesa por ti. Y cuando regreses, te invito a mi matrimonio con la Yajaira, jajaja. Adiós, amigo.

Esa fue la última vez que vi a mis mejores amigos.