—Eso está bien. Si alguien se atreve a esparcir falsos rumores, la familia Lu les ajustará las cuentas. Es mejor cerrar la boca y no traer problemas a uno mismo. ¿Quién no sabe cómo la familia Lu adora a su hija? —dijo la Tía Su con una sonrisa.
—La cuñada tiene razón. —La vecina asintió repetidamente.
—Muy bien, todavía tengo cosas que hacer, así que no hablaré más con usted. Ya que he aceptado muchas cosas, las compartiré con usted. —dijo la Tía Su mientras le entregaba a la vecina algunas semillas de melón y nueces tostadas.
—Me aseguraré de recordarle a los demás que dejen de hablar tonterías. —Al aceptar el aperitivo, la vecina dijo.
—Así es como debe ser. —La Tía Su asintió con satisfacción y entró en la casa.