El corazón de Daphne dio un vuelco cuando inhaló bruscamente por la nariz. Habían pasado muchos largos meses desde que habían sido íntimos. Desde que…
Se mordió el labio y apartó la mirada.
No se habían tocado más que con besos en la mejilla y roces fugaces en la piel desde su aborto espontáneo. Aún no lo había perdonado completamente por mentirle, y al mismo tiempo, también le había reiterado una y otra vez que todo estaba bien. Atticus, para su crédito, también había hecho sus enmiendas.
Pero no era lo mismo. Nunca podría ser lo mismo. Aunque su mente racional sabía que lo mejor era dejar todo atrás y seguir adelante, Daphne no podía. Su mente —por muy racional que se hubiera vuelto en los últimos meses como reina— seguía siendo irracionalmente emocional. Siempre había algo que faltaba entre ellos.