"Atticus parpadeó despacio, tomándose un momento para comprender sus palabras —el entendimiento brilló en sus ojos, pero entonces frunció el ceño.
—Está con Sirona, pero... ¿por qué lo quieres? —Atticus inclinó la cabeza, la misma imagen de inocencia y confusión infantil—. Puedo protegerte. Siempre te protegeré —prometió Atticus, golpeando su propio pecho con orgullo mientras la miraba—. Soy el más fuerte, así que no necesitas preocuparte. No necesitas saber cómo usar la magia sin cristales.
El corazón de Daphne se entrecortó con sus palabras —en el pasado, su demostración de protección y fortaleza le habría dado nada más que alegría efervescente y mariposas en el estómago, pero ahora solo le provocaba un silencioso temor—. Atticus afirmó que siempre la protegería, pero eso no le consolaba en lo más mínimo. Atticus la protegería de todo lo que le deseaba daño, pero ¿qué podría hacer ella para protegerse a sí misma y a sus seres queridos de él?