Por la noche, el avión de Caleb Mamet aterrizó finalmente. Lo primero que hizo después de bajarse del avión fue hacer una videollamada a Xaviera Evans. Xaviera no podía esperar para contestar, solo para escuchar su voz insatisfecha —Sra. Mamet, ¿he oído que no cenaste esta noche? ¿Por qué no te estás portando bien? El ama de llaves dijo que no comiste mucho al mediodía, ya son más de las siete y aún no has cenado, ¿qué estás tramando!
Xaviera frunció el ceño. Ese hombre ya estaba lejos en otro país, y aun así seguía entrometiéndose.
Al ver la expresión agraviada de Xaviera, Caleb no pudo evitar sonreír amablemente, su tono tierno —Xaviera, cuando pienso en no verte durante tantos días, siento como si faltara un pedazo en mi corazón.