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Zora Hughes levantó sus asustados ojos para encontrarse con una variedad de miradas de repugnancia que la rodeaban. Eran como un grupo de demonios, listos para desgarrarla y devorarla. Sintió un dolor sordo en sus sienes, como si su cabeza estuviera a punto de estallar. Su visión estaba borrosa por las lágrimas, y saboreaba el amargo sabor metálico de la sangre en su garganta.
Miró hacia arriba y vio los ojos de Xaviera Evans. La expresión de Xaviera era indiferente, sin un atisbo de emoción en su impresionante rostro, lo suficientemente deslumbrante como para incitar celos. En ese momento, Zora Hughes estaba en un estado miserable. Sudaba profusamente, el maquillaje en su cara emborronado.
El cuerpo de Zora Hughes tembló violentamente, y no pudo articular ni una sola palabra. Después de un largo rato, salió corriendo frenéticamente, dejando a todos en la sala atónitos.