Caleb Mamet bajó la mirada, un atisbo de intención asesina helada brilló en ellos. El camarero sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, temblando de miedo —Señor Caleb Mamet, yo... ¡realmente no lo hice a propósito! ¡Sra. Mamet! ¡Por favor, perdóneme!
—Sra. Mamet, se lo ruego, no puedo ser despedido. Necesito este trabajo para mantener a mi familia. Usted es una esposa rica; tiene un corazón generoso, así que no sea mezquina con una persona pobre como yo.
La gente escuchó el alboroto y miró hacia allá, viendo a Caleb sosteniendo a Xaviera, su espalda ya empapada.
Alguien miró al camarero aterrorizado y se adelantó para persuadir —Sra. Mamet, él no lo hizo a propósito, ¿por qué dificultarle las cosas?
—Sra. Mamet, usted es de hecho una esposa rica, pero no puede menospreciar al personal de servicio. ¡También son seres humanos, ganándose la vida con su trabajo. ¿Qué tiene eso de deshonroso?
En ese momento, entró Zora Hughes, luciendo perpleja —¿Qué está pasando?