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Su cara no mostraba señal alguna de emoción, pero por dentro, su corazón ya estaba palpitando como un tambor, y se sentía extremadamente nervioso, para nada tan compuesto como parecía en la superficie.
Desde que descubrió que Joanna era su salvavidas, ya no podía enfrentarse a ella de la misma forma que antes.
Se sentía como si hubiera retornado a los días del amor juvenil en sus años de estudiante, y su corazón se aceleraba cada vez que veía a la chica que le gustaba.
Cuanto más fingía ser indiferente en la superficie, más nervioso se sentía por dentro.
Porque no sabía cómo enfrentarla, y porque verla lo hacía sentir especialmente nervioso, su mente se quedaba en blanco y era incapaz de pensar.
Porque tenía miedo de decir o hacer algo mal sin querer.
Así que eligió no decir nada y no hacer nada en su lugar.