Lo que todos los accionistas habían notado también lo había notado naturalmente el lado de Kelloway.
El raro día de descanso para Princeton Kelloway, presidente del Grupo Kelloway, pasando tiempo con su esposa e hija en casa se vio interrumpido por una llamada telefónica de la empresa.
Cuando contestó el teléfono, la Dama Patrice y Rebecca estaban sentadas a su lado.
Vieron que en muy poco tiempo, la cara de Princeton cambió. Casi había saltado del sofá diciendo —¿Qué? ¿Cómo puede ser esto? ¿Ya descubrieron qué pasó?
Unos segundos pasaron.
—Bueno, ahora mismo voy a volver a la empresa. No me importa cómo lo hagas, debes mantenerlo estable para mí —al colgar el teléfono, Princeton se levantó, su cara estaba algo pálida, ni siquiera tuvo tiempo de despedirse de Rebecca y de la Dama Patrice, se dio la vuelta y se fue.
