Frank Parker no pudo evitar estirar la mano hacia ella.
Pronto, una pequeña mano suave y delicada tomó la suya, tirando de él hacia su lado.
Sus instintos de supervivencia le hicieron aferrarse a la chica incontrolablemente, y la sostuvo firmemente en sus brazos.
Él olía un dulce aroma de ella.
Era como la fragancia de las flores, y también como el olor de las frutas.
Mientras ella lo levantaba del agua y nadaba con él hacia la orilla, él escuchó débilmente a la chica decirle algo.
Ella dijo:
—No tengas miedo, yo te salvaré, estarás bien.
Quizás fue a causa de esa frase que de repente se sintió tranquilo.
Luego, sintiéndose seguro, se dejó caer inconsciente.
Más tarde, cuando abrió los ojos nuevamente, vio a Rebecca Kelloway, toda mojada, agachada a su lado.
Al ver que se despertaba, las lágrimas de Rebecca cayeron de repente, ella agarró fuertemente su mano y le llamó con una voz ahogada.
Ella dijo:
—Frank, finalmente despertaste.
Ella también dijo: