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Redención de un asesino en un nuevo mundo

🇲🇽Zalpat27
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Synopsis

Chapter 1 - Asesino a sueldo

Recibí un mensaje, otro encargo de mi jefe.

''Te tengo una nueva tarea, llámame lo antes posible'' Decía el mensaje. 

Marqué al número de mi jefe y sin tomar nada de tiempo la voz llena de calma, aunque grave y fría de mi jefe, contestó.

—Evan, esta vez el objetivo es un sujeto llamado Héctor Durango. —Dijo con su característico tono malévolo—. ¿Quieres tomar el trabajo?

—¿Alguna razón en particular? —Pregunté aun sabiendo que obtendría una escasa respuesta.

—Ya sabes, solo son tipos que cruzan la línea e insultan el nombre de nuestra organización. —Su respuesta fue directa, como era de esperar—. Simplemente no merecen ver la luz del sol.

—Está bien, voy a tomar el trabajo. —Dije con un entusiasmo fingido—. Solo necesito que me brindes los detalles importantes.

—Muy bien, te mando los detalles. —Respondió—. Si hay algún problema no dudes en hablarme.

Mi jefe termina la llamada, aunque admito que me sorprendió que mi jefe dijo que el objetivo, Héctor, no merecía ver la luz del sol.

—¿Qué habrá hecho ese sujeto? —Me pregunté a mí mismo—. Que mi jefe haga ese tipo de comentarios no es común.

Me llego un mensaje con detalles, lo abrí y me puse manos a la obra. Una fotografía del objetivo, Héctor Durango, su edad, familia, lugares que frecuenta, entre otras cosas.

—¿Por qué me informan sobre su familia? —Me pregunté—. No sería capaz de dañar a quienes no son objetivos

Aunque ahora eso no es importante, pues al final de cuentas me pagan por eliminar personas, no debería hacer preguntas y hago lo que me piden, de lo contrario me puede ir mal.

En el mensaje de mi jefe se explicaba de las posibles ubicaciones donde encontraría a Héctor, entre ellas una plaza familiar, un hotel, un bar y un restaurante.

Tras dar muchas vueltas al asunto, concluí que el mejor lugar para llevar a cabo mi trabajo era en el hotel, pues en las otras opciones llamaría la atención más de lo necesario, además de que ejecutar a alguien en una plaza familiar donde posiblemente el objetivo esté junto a su familia, es demasiado despiadado.

Aunque no parezca, incluso alguien como yo sigue teniendo un poco de humanidad. —Pensé.

Después de esperar a la fecha indicada por mi jefe, preparé un fusil francotirador junto a un arma corta, luego subí a mi camioneta para dirigirme al hotel.

Traje un poco de comida y agua conmigo en caso de ser necesarios, ya que no me informaron de una hora especifica, tenía que esperar hasta que Héctor apareciera, podría ser todo el día, unos pocos minutos o podría no llegar jamás.

—Nunca voy a acostumbrarme a este horario. —Dije en voz baja.

Recorrí varios kilómetros, finalmente llegué al hotel en el amanecer, estacioné mi camioneta no muy lejos de la entrada del hotel, manteniéndola encendida en todo momento.

Pasaban las horas, estaba cansado, no podía pegar el ojo, debía estar atento en todo momento para cuando Héctor llegara.

Cerca del atardecer, por fin, mostraría su rostro, él bajo de un auto frente la entrada del hotel, pero no va solo, pues está acompañado de dos vehículos negros.

Inmediatamente, apunté mi fusil desde mi camioneta directo a su cabeza, mi corazón comenzó a latir con más velocidad, no podía disparar inmediatamente, pues debía asegurarme de que fuera él. Héctor se dirigió al conductor y al parecer se estaban despidiendo, aproveche este tiempo para verificar su identidad a base a su fotografía, y efectivamente, era él.

Quise disparar en ese momento, pero debido a que Héctor estaba abrazando al conductor no pude hacerlo, podría disparar y ejecutar a ambos, pero no fui capaz de hacerlo. 

—Hazte a un lado. —Reclamé en voz baja.

Después de que separaron sus cuerpos, sin dudarlo dos veces, apreté el gatillo.

Un estampido resonó por todo el lugar, pues le había arrebatado la vida, de igual forma sus sesos, ya que estos volaron por el aire.

Su cuerpo cayó al suelo bruscamente, el conductor quedo paralizado con un rostro atónito por el horror de la escena que presencio en primera fila.

—Lo hice de nuevo. —Dije mientras suspiraba.

Arranqué mi camioneta para huir del lugar, segundos después se escuchó un fogonazo seco detrás de mí e inmediatamente el cristal trasero de mi camioneta estalló en mil pedazos.

—¡Demonios! —Grité. 

Desesperado por el disparo dirigido para hacia mí. Mi reacción enseguida fue pisar a fondo el acelerador.

Luego de salir del estacionamiento del hotel y tomar vía libre, otro disparo retumbo mis oídos, luego otro y otro y otro. Eran tantos que no distinguía cuantos disparos fueron en un segundo.

Me percaté de que los dos vehículos negros que acompañaban a Héctor en un principio me estaban siguiendo, ellos eran los responsables de los disparos.

A pesar de la lluvia de balas que se dirigía hacia mí, aún no me tocaba ninguna bala milagrosamente.

Pisando el acelerador a fondo con la calle moderadamente libre mientras mantenía la cabeza medio agachada, me preocupé al ver un semáforo en rojo con todos los carriles ocupados que, por cierto, eran de un ancho estrecho.

La única opción para poder escapar era subir la camioneta por la acera. Antes de llegar a la fila de los autos en el semáforo, subí con poca velocidad la camioneta a la acera, al llegar al cruce de calles intenté dar vuelta a la derecha, pero uno de los vehículos que me seguía me dio un golpe empujándome e impidiéndome hacer mi maniobra, así que me reincorporé en mi carril original acelerando a fondo de nuevo.

Crucé la calle con el semáforo en rojo y los dos vehículos siguiéndome detrás de mí hicieron lo mismo.

Sin voltear a los lados, continúe derecho cuando un par de luces muy intensas alumbraron mi costado, era un camión enorme dirigiéndose hacia mí. 

—¡Carajo, lo que faltaba! —Grité asustado, mientras intentaba maniobrar para evitar un impacto.

Inevitablemente, el camión golpeo la parte trasera de mi camioneta, lo que provocó que esta derrapara bruscamente, los vehículos que me seguían no corrieron con la misma suerte, pues ambos se estrellaron a toda velocidad contra el camión, provocando un poderoso estruendo metálico.

A pesar de que mi camioneta haya sufrido de un golpe, aún tenía capacidad de avanzar, sin dudarlo escapé de la escena a toda velocidad, aun con la adrenalina recorriendo mi cuerpo, dejando atrás el ruido del caos y dirigiéndome a un lugar seguro.

Un gran silencio invadió el ambiente, a excepción del sonido del motor y mi respiración aún agitada.

Tomé el camino de regreso a casa para calmarme y olvidar lo que acaba de pasar.

Ya era de noche cuando llegue a casa, al entrar a casa el rechinido de la puerta me dio la bienvenida. Me percaté de que en el piso había un sobre, lo abrí y resulto ser dinero, al parecer es el pago de lo que acabo de hacer.

Lo siguiente que hice luego de entrar a casa fue acostarme en mi cama, agotado por mi recién acontecimiento. La imagen de la cabeza de Héctor volando aún persistía en mi mente junto con el rostro asustado del conductor.

Tomé un pequeño descanso, preparé una comida rápida y comencé a comer, cuando de pronto mi teléfono empieza a sonar, verifiqué quién estaba llamando y era mi jefe.

Quería descansar y despejar un poco mi mente, pero estaba obligado a contestar.

—Hola jefe, el encargo está hecho, no hay de que preocuparse. —Fue lo primero que dije luego de contestar la llamada.

—Lo sé, ya dejamos la recompensa en tu casa. —Dijo.

—Ya la recibí, gracias. —Respondí—. ¿Alguna otra cosa más?

—De hecho, sí, sé que no es frecuente darte dos encargos consecutivos, pero tengo otra tarea para ti, esta vez un sujeto llamado Iker. —Dijo con su característico tono malévolo.

—¿Alguna razón en específico? —Pregunté como de costumbre sabiendo que no obtendría respuesta.

—Lo mismo de siempre. —Respondió.

Antes de poder responder, unas violentas luces provenientes la ventana frontal de mi casa invadieron mi visión.

—¿Qué demonios? —Pregunté quejándome y confundido.

—¿Todo bien? —Preguntó mi jefe aún en la llamada.

De repente, el rugido de una potente arma de fuego proveniente del exterior de mi casa, resonó junto a los destellos de sus fogonazos, acompañado de una ráfaga de balas que penetraban las paredes de mi hogar.

—¿¡Qué está pasando Evan!? —Preguntó mi jefe gritando preocupado al escuchar disparos.

—¡Me están atacando! 

Tomé un fusil automático que estaba cerca de mí. Corrí hacia el fondo de mi casa donde se encontraba el baño, en ese lugar era difícil que las balas llegasen. Entré al baño y cerré la puerta, mi corazón comenzó a martillar fuertemente y mi respiración se volvió inestable. Las balas no se detenían, estaban dispuestos a matarme. No tenía idea de quién me quería matar, los vehículos que me seguían antes se estrellaron contra el camión, así que no podían ser ellos.

—¡Ya envié refuerzos a tu casa! —Dijo mi jefe gritando desde la llamada.

La única salida de mi casa era la puerta frontal, en esta situación solamente podía defenderme.

En un instante los disparos cesan, un silencio abrumador irrumpe en la habitación, un silencio que no dura mucho tiempo, pues el rechinido de la puerta de mi casa tomo la atención de mis oídos. 

—¿¡Dónde estás imbécil!? —Preguntó gritando una voz desconocida.

Terminé la llamada con mi jefe para evitar que algún sonido revelara mi posición ante el desconocido.

Escuche varios pasos a la vez, lo que significaba que no era solo una persona quien estaba invadiéndome.

Apunté mi rifle a la puerta del estrecho baño donde me encontraba en caso de que entrara alguien, repentinamente mi teléfono comienza a sonar, era mi jefe. Terminar la llamada para esconderme tuvo un efecto contraproducente. Solamente pude suspirar de decepción.

—¡En esa puerta! —Gritó uno de los invasores.

Yo ya estaba preparado para disparar en el momento que abrieran la puerta. Un problema… no lo hicieron. Desde el exterior del baño dispararon a quemarropa hacia donde estaba yo. Respondí de la misma manera contraatacando con mi fusil.

Una bala tras otra me pego.

La adrenalina me impidió sentir dolor, grité con todas mis fuerzas mientras vaciaba el único cargador que tenía.

Pasados unos pocos segundos y ya no tenía más balas que detonar, pero ellos sí.

Caí al suelo. En ningún momento se detuvo su lluvia de balas, balas continuaban perforando mi cuerpo sin cesar.

Comenzó a faltarme el aire y mi corazón latía con fuerza en un intento de seguir viviendo, aunque era inútil porque la sangre seguía abandonando mi cuerpo. 

—¡Esto es por Héctor, maldito! —Gritó el desconocido.

No lo culpo. —Pensé—. No sé quiénes son las personas a las que le arrebato la vida, ni mucho menos por qué lo hago. Yo estaría igual de frustrado si matan a alguien cercano a mí. A pesar de que vivo en soledad, entiendo su situación.

Hasta que a causa de mis heridas di un último suspiro, cediendo ante el llamado de la muerte. O eso creí.

Me encontraba en un túnel obscuro con un fondo lleno de luz, volteé al lado opuesto de la luz y borrosamente vi mi cuerpo fusilado tirado en el baño de mi casa. Intenté regresar para tomar mi cuerpo de nuevo, pero una extraña niebla obstruyó mi visión y algo me jaló hacia atrás, hacia donde estaba la luz.