En la oscuridad y el dolor, busqué consuelo en vano,
mas solo hallé un tormento eterno, un dolor profano.
Mi corazón destrozado, sin esperanza ni aliento,
se abismó en el sufrimiento, en el más amargo lamento...
Mis lágrimas caían como ríos desbordados,
maldiciendo al traidor que me había lastimado.
Sus actos crueles, como puñales afilados,
me arrastraron a abismos oscuros y desolados.
Humilló mis sueños como verdugo implacable,
cicatrizando mi cuerpo con golpes irremediables,
Y mientras me postraba en el suelo, el dolor fue mi leal compañero,
comprendiendo el alcance de mi sufrir en un aguacero severo.
Me convertí en víctima del falso amor que creí verdadero,
un engaño que me sumió en el invierno más duradero.