—Cariño... ¡pensé que nunca volvería a verte! Es mi culpa. No debería haber hecho un berrinche e irme sola. ¡Todo es mi culpa! —dijo Cheyenne llorando y con arrepentimiento en todo su rostro.
Si no se hubiera enfadado con Lucas, le hubiera dado la espalda y hubiera salido con Charlotte a relajarse sin permitir que Lucas las siguiera, hoy no se habrían encontrado en esta situación y casi hubieran sido violadas.
En este momento, Cheyenne estaba sorprendida y aterrorizada. Al ver a Lucas salvarlas justo a tiempo, estaba conmovida y afligida con miedos persistentes. Incapaz de controlar sus emociones, lloró intensamente.
Charlotte sentía lo mismo. Ella también quería abrazar a Lucas y llorar con todo su corazón, pero Lucas era su cuñado, no su esposo. Solo Cheyenne podía llorar en sus brazos, mientras que ella no podía. Solo podía suprimir sus emociones crecientes mientras se limpiaba las lágrimas de su rostro.