La ciudad de Tebas yacía en silencio bajo el manto de la noche. Mientras Félix, un ladrón experimentado, se deslizaba sigilosamente por las callejuelas oscuras. Las sombras de las casas antiguas se cernían sobre él mientras se acercaba al templo iluminado por la luz tenue de la luna.
Félix: (murmurando para sí mismo) Hoy es el gran día en el que vengaré la muerte de mi gente.El objetivo de Félix era destruir a aquellos que mataban por aburrimiento, saqueaban por diversión y destruían por destruir.
Al llegar al templo, observó las columnas majestuosas y los relieves de dioses en las paredes. Las puertas del templo parecían custodiar secretos milenarios.
Con habilidad, Félix forzó la cerradura y se deslizó al interior. Su paso era apenas un susurro en el suelo de piedra. Finalmente, llegó a la cámara central, donde un pedestal de piedra sostenía una reliquia centenaria.
Félix (murmurando): Allí está, el arma de los dioses.Cuando sus dedos tocaron la reliquia, el templo se llenó de un brillo divino y un viento ancestral llenó el aire. Las antorchas parpadeaban intensamente, y las sombras se retorcían.
Félix (atónito): ¿Qué está sucediendo?De repente, figuras etéreas comenzaron a aparecer a su alrededor, susurros ininteligibles llenaron el aire.Félix (asustado): ¡Esto no era parte del plan!Voces misteriosas: ¿Ha aparecido de repente? ¿Será él? ¡El ritual funcionó!Félix se giró para encontrarse con la figura de un hombre enmascarado, cuyos ojos brillaban con una luz mágica.
Hombre enmascarado: Has sido convocado por un rito antiguo. Ahora, tu destino está ligado a un poder ancestral.Félix (nervioso): No sé qué ha sucedido, pero no tengo miedo.
Hombre enmascarado: Entonces, prepárate para un viaje inimaginable, joven hombre.La cámara se llenó de luz y magia, y Félix sintió que su vida cambiaría para siempre en ese mismo instante.