Los gritos comienzan a hacerse más audibles con cada paso que doy en dirección a dónde provienen. Detrás de mí siento los pasos de los demás, también oigo a otros licántropos exclamando órdenes, buscando armas y procurando esconder a los niños para mantenerlos a salvo.
Denny corre a mí lado y me adelanta para guiarme cuando nota que no sé bien por donde dirigirme entre tantos caminos.
De repente, dos lobos pasan a nuestro lado en una apresurada carrera, me distraigo durante un momento viendo a Denny prestarles atención, como si ellos le estuviesen comunicando algo. Se alejan sin desviar su trayectoria y, aumentando su velocidad, Denny me indica que vaya a la izquierda. Cuando quiero darme cuenta, él se pierde de mí vista al doblar a la derecha por otro camino. Me centro en hacer lo que me dijo y cuando me encuentro frente a otro camino diferente evalúo la escena frente a mí.
Las cintas bordo envolviendo sus cabezas y tapando su frente son lo único que necesito para saber que estamos en problemas. Son sólo tres, pero cada una podría matar fácilmente a una docena de licántropos inexpertos para luchar en pocos minutos; aun así, no es por presumir, pero no serán un gran esfuerzo para mí.
Me dirijo hacia donde se encuentra la más cercana y tomándola desprevenida, agarro su cabello que se mantiene perfectamente atado en una coleta alta y tiro de ella hacia mí, logrando que suelte al licántropo al cual amenazaba con clavarle una pequeña, pero filosa daga.
Arma que rápidamente me dirige al costado derecho del torso y que logro frenar con mi brazo en un rápido movimiento. Levanto la rodilla, impactándola contra su estómago y provocando que suelte un pequeño quejido; estos golpes no son nada para nosotras, pero me sirvió de tiempo para tomar la daga de su cinturón e intentar clavársela sin reparo en la yugular, acción que ella evita al levantar el hombro y dejar que el arma se hunda en él como escudo.
Se la extraigo del brazo y coloco mis piernas entre las suyas en una extraña posición, logrando que ella voltee, quedando de espaldas a mí. Luego, con la mano en la que aún sostengo su largo cabello, envuelvo el mismo alrededor de su cuello en una especie de cadena y aplico mucha fuerza.
Una vez asegurado el agarre que tengo sobre ella dirijo la mano que sostiene el arma hacia adelante y la clavo directamente sin apuntar. Parece darle cerca de la clavícula, por lo que procedo a sacarla de su interior y vuelvo a apuñalarla, reiteradas veces hasta que deja de removerse.
Que decepción.
Y pensar que yo las he entrenado; aunque ahora que la observo bien esta chica no es de las que estaban bajo mi adiestramiento, probablemente es alguna que instruyeron cuando me mantuvieron encerrada.
Un grito ensordecedor llega a mis oídos y volteo encontrándome a unos metros a una bruja que pone contra el suelo a un hombre algo anciano. Se nota en sus ojos la desesperación de no saber cómo actuar en esa posición y sé que también la bruja sobre él lo ha notado, ya que extiende en su rostro una sonrisa sádica, morbosa incluso.
Pero la estúpida es igual o menos competente que mi anterior rival porque ni siquiera mira a su alrededor con tal de mantener exclusivamente la concentración en su víctima. Por lo que aprovecho su distracción y, tomando impulso, corro en su dirección y la embisto duramente hasta que la hago impactar con una pared. Me separo de ella retrocediendo un poco y volteo para hacerle una seña al hombre que me mira con alivio mientras se comienza a arrastrar, tratando de alejarse del peligro.
La bruja comienza a levantarse a duras penas y cuando se coloca enderezada sobre sus pies la punta de mi calzado le gira el rostro en un fuerte golpe que derrama sangre.
Su gruñido es el aviso de que eso la ha enfurecido, pero cuando voltea hacia donde me encuentro y se prepara para abalanzarse, un lobo la sorprende –y me sorprende, pese a que lo escuché acercarse– cuando aparece por mi derecha y, sin contemplación, entierra todos y cada uno de sus dientes en el cuello de ella.
Veo como la bruja con sus últimos respiros intenta encestarle a él un golpe con una cuchilla, por lo que me aproximo a ayudar al macho, no obstante, se me adelantan otros dos lobos que se encargan de atacar sus brazos y piernas, inmovilizándola para, seguramente, proceder a rematarla.
Dando por hecho que aquí no hay nada más que hacer, me giro a observar el nuevo panorama. Avanzo unos cuantos pasos hacia donde oigo revuelo, pero siento una picazón en mi costado izquierdo, lo cual es todo lo que necesito para comenzar a actuar cuando una loba color canela se lanza contra mí con violencia, empujándome al suelo.
Joder, como pesa.
Sus fauces intentan dirigirse a mi rostro, pero con el antebrazo se lo impido, recibiendo allí su ataque. En un intento por desconcertarla, viendo que aún está mordiéndome y que es tan tonta como para acercar tanto su rostro, con un rápido movimiento ensarto dos dedos en sus ojos, haciendo que se aleje un poco y suelte mi brazo. Acto que aprovecho para empujarla de encima, poniéndome de pie.
Veo sus ojos llorosos –furiosos– y me preparo para su próximo ataque, pero un lobo gris de tono claro aparece frente a mí gruñéndole en advertencia y luego le ladra, diciéndole algo en su idioma de perritos supongo. La loba, resignada, de mala gana se marcha perdiéndose entre las casas.
El lobo gris me observa y en sus ojos noto que quiere decirme algo, pero rápidamente asiento en agradecimiento y corro hacia donde se encuentre la bruja faltante.
Al girar en una esquina doy con un grupo de lobos que tienen rodeada a la última invasora, que se encuentra dándome la espalda y que intenta zafarse del ataque brutal que Denny está impartiéndole. Es bueno, sus movimientos son ágiles, sensuales y equilibrados, pero muy violentos. Al luchar deja quizá que sus sentimientos lo dominen, quitándole algo de destreza, tal cual como hacía la bruja anterior, aunque ella en mayor medida.
La luchadora de élite arremete contra él, pero Denny sin dificultad la hace retroceder, herida. Avanzo por la espalda queriendo acabar con esto de una vez por todas y me abro paso empujando a algunos lobos que me impiden el paso, cuando estoy detrás de la bruja, tomo la daga que se encuentra en la parte de atrás de su cinto, empuñándola con firmeza.
La primera puñalada en su omóplato parece no sentirla. Me sorprende un poco, ya que somos muy pocas las brujas que, estando entrenadas, no sientan el dolor de un ataque así debido a la costumbre de pasar por heridas de ese estilo todo el tiempo. La bruja está concentrada en los contrincantes de dientes y garras afiladas que están frente a ella, pero ellos en lugar de aprovechar y atacarla por ambos lados se alejan, excepto Denny, formando un muro con sus cuerpos para que ella no pueda escapar de mi ataque.
Oh, sí, claro. Yo hago todo el trabajo, dejen que yo sola arriesgue el pescuezo. No hay problema.
Retiro la daga de su espalda mientras resoplo y ella voltea hacia mí. Me congelo, reconociéndola. Es Sheila. La recuerdo por los entrenamientos que hacía conmigo, era una pupila, ni siquiera ha alcanzado su edad de maduración.
Por favor, no quiero. No quiero. No me obligues.
Pero ella se acerca amenazante y aprovecha mi consternación para darme un puñetazo. La sangre desciende por mi nariz, empapando mi boca, mandíbula y cuello. Me aproximo de nuevo y lanzo un golpe en su dirección que esquiva a la vez que levanta su antebrazo para detener el golpe que mi otro brazo dirigía con la empuñadura de la daga a su rostro. Su pierna se levanta para patearme, pero en un rápido movimiento ensarto la cuchilla en su gemelo y corto hacia abajo. Ella grita y se zafa del filo retrocediendo.
—Shelpyunjer — "Ríndete", digo en Lenguaje Sirxuomh, propio de nuestra especie.
Me mira confusa, pero se recompone al instante y me ataca de nuevo. Esta vez con su magia, que se dispara hacia mí en una explosión de neblina oscura que toma forma filosa. Reacciono rápido y levanto un escudo aún más opaco con un giro de muñeca, luego disparo en su dirección el mismo hechizo que ella, pero también se ha protegido.
No creí que utilizaríamos la magia que toda bruja normalmente posee. Es un poder que, dependiendo la fuera física y mental de cada bruja, varía en color, certeza y buen uso. Es un método de ataque que sólo sirve a corta distancia, pero que no se recomienda usar porque, en resumen, para que un hechizo salga bien debe perfeccionarse la técnica por años y muchas simplemente no lo logran; además, desgasta el cuerpo, ya que la magia y la energía que se maneja, proviene de uno mismo.
—Do te manu askerentie il nom — "No te lo repetiré de nuevo", le espeto en un gruñido amenazante, pero ligeramente suplicante. Ella da otro paso hacia mí, decidida.
Le brindé una opción y ella escogió otra, así que, sin más, me dejo de juegos y me acerco dirigiendo el filo del cuchillo a su rostro, dónde un profundo corte comienza a sangrarle en la mejilla. Lleva la mano hacia allí por reflejo y esa es la falla que va a matarla; sé que lo sabe por la mirada que se coloca en su rostro.
Sin titubear, saco la daga que alojaba en su cadera ahora desprotegida y corto su garganta en un certero movimiento. Su sangre llueve sobre mi cuerpo entero cuando cae de rodillas y luego se derrumba sin vida a mis pies.
Hay revuelo a mi alrededor, pero no oigo nada en absoluto. Mis ojos quedan fijos en el cuerpo inerte. Luego de unos eternos segundos, levanto la vista y cruzo miradas con Denny, quien lleva su ropa cubierta de sangre y me mira de forma diferente. Permanecemos así durante un momento, el cual se ve interrumpido cuando él observa detrás de mí con pánico.
—Menasteryen et Kora Yunuenko u istet blombyon sunis pronlerén té misme fámico ye mis throwmanas fáyiatenses — "Entréguenme a Kora Yunuenko o esta belleza pronto seguirá el mismo camino que mis hermanas caídas" dice la voz casi macabra y agitada.
Sin girar hacia la bruja que llegó de imprevisto junto al, ahora muerto, grupo de atacantes; observo a los lobos frente a mí y veo sus ojos atemorizados. Seguramente la persona a la que tiene la guerrera debe ser importante para todos ellos.
Cansada y dolida por lo ocurrido recientemente, giro la daga en mi mano, volteo mi cuerpo, levanto el brazo y en un veloz movimiento lanzo la daga que termina clavada en la frente de la bruja, que luego cae al suelo con un ruido sordo, liberando a su víctima.
Quien no es más que, sorpresivamente, la Luna de la manada.
El silencio llena el ambiente, el aire se vuelve pesado. Sólo es interrumpido cuando el Alfa se aproxima junto a otros licántropos y envuelve con desespero a su temblorosa amada en un fuerte abrazo. Él está cubierto de sangre vistiendo un simple pantalón, debe haber estado luchando como lobo y, en algún momento, deduzco que se cambió a su forma humana cubriéndose desprolijamente con esa prenda. Comparten susurros que no me molesto en escuchar y él vuelve a abrazarla sin querer dejarla ir.
La Luna levanta la cabeza del cuello de su marido, me mira por sobre el hombro de él y extiende su mano hacia mí, sorprendiéndome. Hay algo raro en sus ojos, parecen estar gritándome, como si fuesen conocedores de algo que solo ella sabe.
Como si se acabara de dar cuenta de algo que yo no sé, pero que nos une.
Ignoro esos extraños pensamientos y miro a mis costados, creyendo que no soy yo a quien le dice que se aproxime, pero los ojos de los lobos sobre mí indican que, efectivamente, así es. Casi titubeo, pero la voz en mi cabeza me dice que me acerque y la obedezco.
Cuando comienzo a aproximarme, la musculosa espalda del Alfa se tensa y voltea colocando un brazo en el torso de su Luna para mantenerla un poco alejada, con él como su escudo contra mí. La mano de ella se desliza por ese brazo y Mark voltea a ver el rostro de Elena, quien le comunica algo a través del lazo de compañeros que hace que él se relaje por completo.
De nuevo ella extiende su mano y levanto mi brazo para darle la mía, pero me detengo cuando noto que mi palma está bañada en mucha sangre, algo que no parece molestarle, ya que me busca la mano casi con urgencia y la aprieta.
—Creo... no, te debo mi vida, Kora Yunuenko. Como agradecimiento por actuar en defensa nuestra y por salvar a miembros de la manada... —mira a su esposo y pese a que se muestra contrariado, ella sonríe y continúa—. Permitiré que te quedes el tiempo que necesites en mi territorio.
Los susurros ni siquiera me dejan procesar bien todo lo que ha dicho. En el momento en que mencionó que tiene una deuda de vida conmigo me sorprendió, ya que, como respetada tradición en los licántropos, cuando un Alfa o Luna pronuncian esa oración, automáticamente toda la manada del respectivo mandatario tiene la misma deuda hasta que se salde, ya sea defendiéndome o de otro modo.
De todas formas, tardo un poco en comprender lo que esta pasando tan de repente. Anteriormente me salvaron la vida ya una vez al auxiliarme en mi huida del clan y ahora, al defenderlos, yo acabo de saldar esa deuda que tenía con ellos.
No obstante, hoy no solo ayudé a la manada, sino que aparte salvé a la Luna, quien por ello acaba de sellar otra deuda a mi favor e incluso me permite quedarme en su territorio. Ahora me deben un favor, quiero decir, y supongo que Elena busca devolverlo dejando que permanezca aquí como forma de pago.
La situación en sí no tiene nada de inusual, cualquiera podría reclamar la deuda de vida de alguien siempre que lo salve, pero la diferencia es que, con un gobernante, hasta que ellos no anuncien que le deben la vida a alguien, no sé tiene en cuenta el que lo hayas salvado y tampoco se les puede reclamar si deciden no pagarte de algún modo. Tienen el poder de decidir si deberle una deuda de tal magnitud a alguien, pueden elegir si tener o no esas ataduras.
Y por eso me sorprende que ella me la mencionara a mí, su contrincante por naturaleza. Me sorprendió al dejar que me quede entre ellos. Que reconozca su deuda conmigo.
No sé con qué intenciones, pero, a su modo, ella me acaba de dejar entrar.