La subasta se llevará a cabo en dos días en el edificio comercial, y entre los invitados destacan académicos y expertos de renombre en el campo de la investigación, así como prominentes empresarios en el mundo de los negocios.
Sofía se enteró de ello a través de información relacionada que obtuvo más tarde (en ese momento, ya tenía ciertos permisos como miembro del equipo de investigación Sombras y podía acceder a algunos archivos encriptados).
Esta subasta, llamada «Subasta Vanidad», no solo ofrecía artículos de colección y artículos de lujo, sino también documentos literarios descontinuados.
El difunto dueño de una destilería también había participado en ella y adquirió un libro sin nombre con extraños símbolos a un precio exorbitante.
Según la investigación, los miembros clave de Subasta Vanidad eran seguidores de un grupo conocido como los 'old ones' liderados por un empresario de apellido Rioja.
En esos archivos encriptados, Sofía vio por primera vez la existencia desconocida que yacía dormida en las profundidades del océano Pacífico: Cthulhu. Aunque su nombre había sido transcrito fonéticamente, no podía ocultar su antigua y repugnante pronunciación.
Era como si surgiera de un órgano desconocido en lo más profundo de la garganta, con una extraña entonación pegajosa y dificultosa.
Sus seguidores habían recibido insinuaciones de él en sueños y, en un estado de sonambulismo, habían esculpido una estatua exquisita y maligna en su honor.
Bajo su cabeza de aspecto similar a un pulpo, se encontraba un amasijo de carne gigantesco apilado uno sobre otro. Eran obesos y grasientos, de un color verde oscuro y cubiertos de escamas de pez.
Dos tentáculos flácidos se extendían desde la parte inferior de la masa carnosa, con garras en los extremos y membranas entre ellos. En lugar de un cuello, en una zona irregular de la criatura, crecían viscosos tentáculos que se agitaban, moviéndose como si obedecieran alguna inefable ley cósmica.
La estatua tenía más grabados en su espalda, pero Sofía ya no pudo seguir mirando. Apagó rápidamente la computadora y corrió hacia el baño, donde empezó a vomitar en el inodoro.
¿Cómo podían tener esas fotos repugnantes en los archivos sin dar una advertencia previa? No le dieron ni siquiera la oportunidad de prepararse mentalmente.
Comparado con lo que acababa de ver, el rostro gigantesco que aparecía en sus sueños de repente parecía amigable en mil veces.
Sofía se lavó la cara con agua fría y se quedó mirándose fijamente en el espejo, ya sea los 'old ones' o los 'elder gods' en la nebulosa de su existencia, transmitían una sensación muy similar.
Era aterrador, hacía temblar el corazón, pero de dónde provenía exactamente este miedo era algo incomprensible.
Durante ese breve momento, Sofía sintió que había captado algo, pero se olvidó rápidamente en un abrir y cerrar de ojos.
Recordó sus experiencias, recordó las palabras del adorador de Cthulhu.
Ella supuso que en el universo, los humanos son insignificantes. Tanto las formas de vida cósmicas superiores como el propio universo no se preocupan por la existencia humana.
Y es precisamente esta indiferencia la que despierta la emoción más antigua y poderosa de los seres humanos: el miedo, el miedo a lo desconocido.
Lo desconocido siempre está presente, el miedo es inevitable, pero nada de esto es irreversible como Luis pensaba. No olvidemos que los humanos son las criaturas más adaptables.
Sofía se obligó a mostrar una sonrisa de confianza. Aunque no estaba segura, creía que podría controlar el empeoramiento de esta influencia extraterrestre en los humanos.
Pero si lograba detener la empeoración de esta influencia, sería suficiente para que Luis se alejara de estos rituales mágicos y se liberara de las ataduras de esta mansión.