El tiempo pasó volando para Mariano en su nueva ciudad. A pesar de la emoción por seguir sus sueños, no podía evitar sentir un vacío en su corazón debido a la distancia que lo separaba de Elaine. Cada día que pasaba, ansiaba más el momento de volver a estar junto a ella. Planeaban el futuro, un futuro juntos, pero la distancia era un obstáculo constante.
Una noche, mientras charlaban por videollamada, Mariano se encontró nervioso y emocionado al mismo tiempo. Había decidido que era el momento adecuado para dar un paso importante en su relación.
—Elaine, hay algo que quiero compartir contigo, algo que llevo planeando desde hace tiempo. —Mariano habló con determinación, mirando directamente a la cámara.
Elaine lo miró, intrigada y emocionada al mismo tiempo. —¿Qué es?
Mariano sacó una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo y la abrió, mostrando un anillo delicado y hermoso. —Elaine, ¿te gustaría ser mi esposa? Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
Las lágrimas de felicidad llenaron los ojos de Elaine mientras asentía conmovida. —Sí, Mariano, sí. ¡Por supuesto que quiero casarme contigo!
Fue un momento de dicha y emoción, una promesa de amor eterno que unió aún más sus corazones a pesar de la distancia. La alegría que sentían era palpable, y sabían que juntos superarían cualquier desafío que la vida les presentara.
A partir de ese momento, comenzaron a planear su boda, una celebración que simbolizaría su amor y unión. La planificación les brindó momentos de risas, sueños compartidos y anticipación por el día en que finalmente estarían juntos como marido y mujer.
Aunque la distancia seguía siendo su desafío, ahora tenían un objetivo claro y un futuro compartido en el que trabajar. Cada día los acercaba más a ese momento mágico en el que se unirían en matrimonio y empezarían un nuevo capítulo de sus vidas juntos, un capítulo lleno de amor, aventuras y sueños realizados.