El tiempo pasó, pero el legado de Mariano y Elaine perduró. Sus hijos y nietos llevaron consigo el ejemplo de amor y dedicación que habían presenciado en su hogar.
La fundación de arte se convirtió en una fuerza positiva en la comunidad, apoyando y nutriendo a numerosos artistas talentosos. Elaine dedicó su vida a inspirar a otros, compartiendo la historia de su amor y recordando a todos la importancia de amar profundamente y sin reservas.
En su memoria, cada puesta de sol sobre el mar y cada obra de arte creada se convirtieron en un tributo vivo a su amor perdurable. El legado de Mariano y Elaine vivió en cada corazón que fue tocado por su historia de amor, un recordatorio de que, en verdad, el amor perdura más allá del tiempo y de las despedidas.