Una ciudad apareció al fondo.
Parecía que estaba llena de vida, cientos de vidas humanas se podían ver por todo el lugar.
En una de las montañas cerca de la ciudad
Un niño estaba aprendiendo a mover una pequeña daga.
"Esto no es tan difícil, Padre puedo seguir aprendiendo" – Comento el pequeño niño, mientras movía la daga de un lado a otro.
"Jajaja, no te confíes pequeño Adrián" – Delante de Adrián, un hombre mayor de pelo negro, vestido humildemente también tenía una daga, aunque esta era plateada. Sin embargo, sus movimientos eran más precisos y calculados.
"Tienes que observarlo detenidamente, solo así aprenderás a ser un gran cazador" – Siguió comentado el Padre de Adrián, quien le mostraba diferentes maneras de usar un arma afilada como lo era la daga.
Adrián observaba detenidamente cada movimiento, guardándolo en su cabeza, cada movimiento se repetía una y otra vez en sus pensamientos, poco a poco empezó a adaptarse a los movimientos que su padre le enseñaba.
"Eso, está muy bien, pero también debes tener una buena postura, recuerda, todo es importante cuando manejamos un arma punzante, debemos tener estilo al movernos, y al momento de clavarlo en nuestra presa" – Siguió hablando con gran orgullo por su hijo, realmente podía ver como aprendía rápidamente. Pero aun necesitaba mucha más educación.
Adrián asintió y empezó a copiar todos los pasos que su padre daba, su movimiento tanto de pies, como de manos, no quería quedarse atrás. Su mente estaba al cien, recordando cada momento, grabando todo lo posible.
Unas horas después, el Padre de Adrián, se sentía muy satisfecho, el entrenamiento estaba dando sus frutos. Adrián era capaz de moverse como alguien experimentado en el arte de la daga. Aunque aún le faltaba solo era un poco más de experiencia.
Pero Adrián llego a su límite y cayó al suelo, gotas de sudor caían de su rostro al suelo. Realmente se había esforzado al máximo.
"Ya…no puedo más…haa.." – Dijo Adrián, mientras respiraba rápidamente, tratando de recuperar el aire perdido, a la vez, que se tapaba sus ojos ya que el sol le caía al rostro.
"Jajaja, siempre debes recordar descansar, no debes sobre esforzar tu cuerpo, después de todo estas en crecimiento, tu madre me mataría si se entera que te estoy enseñando a manejar armas" – El Padre se rio fuertemente, realmente esperaba que su mujer nunca se entere, solo pensarlo le hacía doler el estómago.
Adrián asintió, provocando que ambos se rieran, realmente este era un secreto entre los dos.
Después de unas horas más de practica el padre e hijo empezaron a descender por la montaña.
Era una vista fenomenal la que se podía ver desde tal lugar.
Ambos conversaron por varios momentos.
Hasta que el Padre saco una pequeña hoja y se la paso a su hijo.
"Esto es…" – Adrián miro el contenido, en el cual estaba el nombre de una prestigiosa escuela.
"No somos una familia rica o poderosa, pero al menos puedo prometerte que podrás lograr tu sueño en ese lugar" – Hablo el Padre de Adrián, estaba muy ansioso porque su hijo cumpliera su sueño, y como Padre quería que se hiciera realidad. Por lo cual no dudo en gastar todo lo que podía.
Adrián se sintió muy agradecido, realmente esperaba poder asistir a esta escuela. Después de todo aun tenia muchas metas que cumplir.
"¡Gracias padre!" – Adrián realmente estaba emocionado, por lo cual abrazo a su padre en el acto.
"No tienes que agradecerme, después de todo haría todo lo posible para que el Diablo Celestial cumpliera su sueño" – Comento el padre mientras seguía bajando por la montaña.
Sin embargo, en ese momento, por alguna extraña razón Adrián se detuvo.
Pensó que sería llamado por su nombre, pero no entendía, ¿Por qué lo llamaba Diablo Celestial?
"¿A.…a que te refieres padre?" – Volvió a preguntar Adrián, realmente quería saber si se estaba equivocando.
"Hm, podrás ir a la escuela que siempre has querido, y luego podrás ser el Diablo Celestial, ¿Ese no era tu sueño?" – El padre de Adrián hablo tan natural que parecía ser terrorífico, era como si no estuviera viendo a Adrián, si no a alguien más.
Mientras más lo pensaba Adrián, de pronto un dolor vino a su cabeza, un dolor punzante el cual de pronto le hizo tener varios recuerdos.
El Padre de Adrián, no le ayudo, simplemente se acercó, y sonrió. De fondo de pronto el Rostro del Demonio apareció en el horizonte.
Adrián recordó que este era el día en que lo iba a perder todo, pero no sabia que estaba pasando.
El Padre no miro el rostro del demonio, simplemente miro a Adrián, luego puso sus manos en sus hombros.
"Después de todo…"
Al fondo el Rostro del Demonio abrió sus ojos y toda la ciudad empezó a ser consumida, todas las vidas se alzaron y fueron consumidas, quedando solo sus restos que caían al suelo. Un sinfín de gritos y horrores se escucharon. Ese era el sonido de la muerte de millones.
Adrián no podía hacer nada mas que observar. Incluso su padre poco a poco empezó a ser consumido.
Pero mientras caía al suelo, se acercó a las orejas de Adrián, y le susurro unas palabras.
"…El Diablo Celestial controla la vida misma"
Cuando escucho esas palabras, de pronto el cuerpo de Adrián se movió solo.
Levanto su mano hacia el rostro del demonio y lo señalo.
Una gran aura surgió en todo este mundo, provocando que los cielos, la tierra, y hasta el mismo tiempo se detuviera. Esta aura salió del cuerpo de Adrián como un huracán el cual provoco que el cielo se abriera.
El rostro del Demonio se giró hacia él, y rugió sus dos ojos se abrieron completamente, y una tempestad como ninguna otra surgió, la cual barrio toda la ciudad por completo, hizo que la montaña se desvaneciera, provoco la destrucción de todo el continente.
Pero Adrián no se movió, simplemente siguió señalándolo.
Cuando toda el aura del mundo se posó en su cuerpo, dijo.
"¡VIDA!" – Fue una sola palabra, pero esta vez fue pronunciado por el Diablo Celestial.
Provocando que la sombra debajo de sus pies, se expandiera infinitamente hacia todas partes.
La sombra empezó a consumir y apoderarse de cada centímetro de esta tierra, incluso empezó a devorar el cielo mismo.
Lo engullo todo como una esfera, y también empezó a acercarse al Rostro del Demonio, el cual grito con desesperación, como si pudiera sentir como la sombra empezaba a devorarlo.
Poco a poco el también empezó a ser consumido, no importa cuánto gritara, ni tampoco que habilidad usara todo era engullido por la sombra debajo de los pies de Adrián.
Adrián sabía que no era el quien había pronunciado tal palabra, ni tampoco quien había provocado esto.
Aunque era su cuerpo, no podía moverlo libremente.
Solo estaba siendo usado por alguien más, pero no conocía quien era o que era.
Uso todas sus fuerzas, para poder hablar.
"¿Quién…eres?" – Pregunto, aunque era raro, porque se estaba preguntando a sí mismo.
No había nadie más en esta oscuridad.
Sin embargo, cuando se preguntó a sí mismo, su expresión cambio, esta vez una expresión feroz lleno su rostro.
"¡SOMOS…EL DIABLO CELESTIAL!" – Fue lo único que recito, antes de que Adrián sintiera que perdía toda la fuerza.
Luego. Despertó.