Año 2070, terminando el invierno en la Frontera Salvaje de los Alpes Bávaros.
Los días en la fortaleza de Adrian transcurrían en una calma tensa, mientras los ecos de una amenaza más grande continuaban rondando. A pesar de la aparente tranquilidad, todos dentro de los muros sabían que el nombre de Varian resonaba cada vez con más fuerza en los informes. Aunque Adrian, Clio y Lysandra permanecían inquebrantables, cada miembro de la fortaleza percibía el cambio en el aire, como una tormenta que se aproxima lentamente.
El sol se escondía tras las montañas, dejando paso a la noche que, como siempre, traía consigo una actividad distinta. Las guardianas patrullaban incansablemente, vigilando los límites del territorio de Adrian, conscientes de que cualquier incursión sería respondida con una fuerza aplastante. Varian, aunque distante, había logrado que su nombre fuera temido incluso entre los más fuertes. Sin embargo, los vampiros de la fortaleza no mostraban miedo, sino una meticulosa preparación para lo inevitable.
En una de las torres, Lysandra se preparaba para uno de los entrenamientos nocturnos. Con su aguda mirada puesta en las estrellas que comenzaban a iluminar el cielo, sabía que pronto se acercarían días más oscuros. No le preocupaba la batalla, pues tanto ella como sus guardianas de tercera generación eran cazadoras letales, con siglos de entrenamiento a sus espaldas. Pero el enemigo parecía diferente esta vez. Varian no era solo un líder cualquiera, y su capacidad para unificar manadas de licántropos significaba que el desafío sería mucho más complejo.
Mientras Lysandra afilaba sus armas, Clio se encargaba de reforzar la organización interna de la fortaleza. Su vestido blanco ateniense se movía con suavidad a medida que ella caminaba por los pasillos, observando con detenimiento cada detalle, asegurándose de que las sirvientas y esclavas se mantenían en su lugar. Sabía que el orden dentro era igual de importante que la preparación para el combate externo. "Mantener el control aquí es clave para lo que viene fuera", se repetía.
En las zonas más bajas de la fortaleza, las sirvientas de cuarta generación, con sus atuendos elegantes en tonos plateados y oscuros, continuaban su labor, mientras las recién convertidas de quinta generación comenzaban a entender la nueva vida que les esperaba. Valeria, siempre en su lugar junto a Adrian, observaba atentamente a las nuevas integrantes, evaluando cada uno de sus movimientos, con la certeza de que solo las más leales y competentes serían útiles para la causa.
Valeria, con su vestido negro adornado con detalles dorados, mantenía una actitud siempre alerta. Aunque su rol era el de asistente personal de Adrian, su influencia en las decisiones estratégicas se hacía sentir. Estaba preocupada, aunque su rostro no lo demostraba. Varian había logrado algo que pocos líderes licántropos habían conseguido: una unificación casi total de las manadas que habitaban la región. El desafío que se avecinaba no era solo una guerra entre especies, sino una prueba para la fortaleza de Adrian y su legado.
Aquella noche, Adrian, Valeria, Clio y Lysandra se reunieron en el salón de consejo. Adrian, sentado en su imponente trono de piedra, miraba el fuego de la chimenea con su característica frialdad. A pesar de ser el más poderoso, la amenaza de Varian no lo perturbaba. Sabía que sus fuerzas, junto con las de Clio y Lysandra, eran más que suficientes para aplastar cualquier ataque.
"Varian sigue siendo solo un rumor", dijo Adrian con voz profunda, sin desviar la vista del fuego. "Que él cometa el error de acercarse a nosotros. Entonces comprenderá que no hay lugar para los suyos en este mundo."
Valeria, siempre observadora, fue la primera en hablar. "Mi señor, no debemos subestimar el poder que ha ganado. Sabemos poco de sus intenciones, pero lo que hemos visto sugiere que no es un líder común. Deberíamos estar preparados para cualquier eventualidad."
Lysandra, inclinada contra una de las paredes del salón, sonrió de manera oscura. "Si se acerca, será un placer cortarle el cuello. No es más que otro perro que piensa que puede desafiar lo que hemos construido."
Clio, aunque más tranquila, compartía la misma sensación. "Tenemos la ventaja. Los licántropos nunca han podido entrar en este territorio, y con nuestras guardianas más fuertes que nunca, la fortaleza se mantiene impenetrable."
Adrian asintió lentamente. "Que venga si lo desea. Pero asegúrense de que nuestras defensas estén listas. Las guardianas deben patrullar sin descanso. No quiero que nos sorprendan."
Las palabras de Adrian sellaron la decisión. Mientras el líder vampiro volvía a sumergirse en su habitual frialdad, Valeria tomó nota mental de todo lo discutido. Sabía que, aunque Adrian nunca lo admitiría, Varian representaba un peligro inusual, uno que no debía ser ignorado.
Mientras tanto, las guardianas, lideradas por Lysandra, continuaban sus preparativos. Cada entrenamiento se volvía más intenso, más enfocado. La lucha contra los licántropos no era nueva para ellas, pero la unificación bajo Varian requería un nivel de atención y cuidado mucho mayor. Las estrategias de Lysandra se basaban en su vasta experiencia y en su profundo conocimiento del enemigo, sabiendo que su habilidad para atacar rápido y con precisión sería clave en la defensa del territorio.
Con la llegada de más rumores sobre las acciones de los licántropos en otras partes de Europa, el nombre de Varian se repetía en todas partes. Aunque nadie en la fortaleza sabía exactamente quién era, el impacto de su liderazgo comenzaba a sentirse en los movimientos de sus enemigos. Los vampiros que vivían fuera de la fortaleza en las ciudades vampirizadas enviaban informes cada vez más preocupantes sobre los movimientos de las manadas. Aunque estaban lejos de la fortaleza, las acciones de Varian tenían un eco que resonaba en todos los rincones del territorio de Adrian.
Año 2070. Con el invierno llegando a su fin, el tiempo se agotaba. La amenaza de Varian se cernía sobre ellos, pero en la fortaleza, la preparación era absoluta. Las guardianas patrullaban con una precisión letal, Clio mantenía el orden dentro de los muros, Lysandra perfeccionaba las estrategias de combate, y Valeria, siempre atenta, velaba por Adrian. Aunque el nombre de Varian ya era conocido, su identidad seguía siendo un misterio. Pero si algún día él o su ejército se atrevieran a acercarse, encontrarían en la fortaleza una respuesta que jamás olvidarían.