Chereads / Adrian: El Alba de la Oscuridad / Chapter 5 - Capítulo 5: La Desaparición de la Culpa

Chapter 5 - Capítulo 5: La Desaparición de la Culpa

Adrian, con su piel pálida y cabello blanco jade, se encontraba en un estado de constante conflicto interno. La mujer cuya vida había sido abruptamente cortada por su sed insaciable se había convertido en una sombra persistente en su conciencia. La culpa lo roía, pero la sed, siempre presente, siempre demandante, regresaba con una crueldad implacable.

Las noches se convirtieron en un tormento, un juego macabro entre la necesidad de alimentarse y el remordimiento que lo seguía. Adrian a menudo se encontraba vagando lejos de la aldea, manteniéndose distante de aquellos que alguna vez consideró su gente.

Una noche, mientras deambulaba por el desierto, los gritos de una mujer en peligro rasgaron la serenidad de la noche. Adrian, movido no por un instinto protector, sino por una curiosidad distante, se dirigió hacia el sonido, encontrándose con una escena de horror: una mujer siendo atacada por un grupo de bandidos.

La bestia en su interior no rugió en defensa de la mujer, sino en anticipación al festín que podría seguir. Sin embargo, Adrian no se movió hacia ellos. Simplemente observó, su humanidad desvaneciéndose en la indiferencia, mientras la mujer era consumida por la violencia de los bandidos.

Cuando los gritos cesaron y los bandidos se dispersaron, Adrian se acercó a la mujer ahora silenciosa, su vida desvaneciéndose rápidamente. Sus ojos, una vez llenos de vida, ahora miraban vacíamente hacia el cielo nocturno. Adrian, sin una pizca de la culpa que una vez lo atormentó, se inclinó y alimentó de los últimos vestigios de su vida.

La culpa, que una vez lo había acosado, ahora estaba extrañamente ausente. En su lugar, una aceptación fría y desapegada de lo que era se instaló en su ser.

Las noches que siguieron fueron un testimonio de su creciente indiferencia. Adrian se movía a través de ellas como un espectro, su alma perdida en la oscuridad que lo había consumido. La sed y el deseo, crudos y sin restricciones, eran sus únicos compañeros constantes.

La humanidad que una vez lo definió ahora se había desvanecido en la oscuridad, dejando atrás solo un cascarón de lo que una vez fue, moviéndose a través de la eternidad sin propósito, sin redención.