Uno podría pensar que un lugar como una taberna tendría una gran clientela, pero en su lugar solo estaba dormido un joven en una de las mesas de la taberna rodeado de mapas que marcaban distintos puntos de la región de Lankro, por dentro de la barra estaba el tabernero que limpiaba con un trapo las pocas jarras que habían sido utilizadas durante el día, al terminar se acercó al joven que a simple vista podía verse que no comía lo suficiente para su edad y carecía de una buena higiene.
- oye, ya es hora de que despiertes niño.
La voz del tabernero a pesar de ser suave, sonó por todos los rincones de la silenciosa taberna.
- No puedes quedarte aquí todo lo que quieras, cerraré dentro de poco y no has pagado una habitación para quedarte.
La voz del tabernero cada vez sonaba más fuerte.
- Eh, di-disculpa, recogeré mis cosas y me iré.
Dijo el chico con una voz cansada y tosca.
- ¿Dónde están tus padres niños? No es un lugar para que niños estén solos y más en estos tiempos donde la gente carece de Cerebro
- Estoy bien, sé cuidarme solo.
- Puede que sí, pero por tu apariencia noto que estás pasando un mal rato.
El tabernero miro de pies a cabeza al chico y noto que tenía varias heridas en el abdomen y brazos, su ropa que, a pesar de no verse de una mala calidad, estaba sucia y arrugada con cortes por los lados.
- ¿Eres un esclavo?
- No soy un esclavo, y no fui maltratado.
- Las heridas demuestran lo contrario, ¿cómo te llamas?
- Me llamo Silverius… Silverius Dublang, pero puede llamarme Silver.
Silver retomó la compostura y después de mirar al tabernero con una mirada fría, bajó la cabeza hacia los mapas que estaban en la mesa y empezó a recogerlos uno por uno.
- ¿Y usted cómo se llama?
Pregunto Silver sin dejar de recoger los mapas.
- Arturo Muliat - Arturo alzó la mano en señal de querer un saludo, pero este no fue respondido.
- ¿Los mapas que tienes son únicos verdad? - dijo Arturo después de su vergonzoso momento.
- ¿Cómo sabes eso?
Silver dejó los mapas casi enrollados para voltear a ver a Arturo con una mirada de felicidad.
- En su momento, este lugar fue una parada para aventureros que siguen toda clase de historias y mitos locos, entre ellos la historia de Verumus, decían que si encontrabas las runas repartidas entre las 7 regiones cercanas y las juntabas crearían un portal que permitirá entrar al infierno y poder pedirle un favor a Verumus.
- y… ¿Es cierto? - dijo Silver con incredulidad.
-No lo sé, la gente se cansó de buscar y lo único que descubrieron fue que los mapas debían ser leídos con marcas rúnicas que los guiaban a más mapas y más acertijos. En mi tiempo conviviendo con ellos aprendí a reconocer las marcas, pero no sé leerlas.
La mirada de Silver que antes era de felicidad se tornó de un aura de tristeza. Silver termino de recoger los mapas y los colocó en un macuto de cuero café que a plena vista se veía lo descuidado que estaba, con arañazos e indicios de quemaduras en la parte de abajo como si alguien lo hubiera dejado puesto encima de una fogata por mucho tiempo, a pesar de cómo se veía Silver lo usaba con orgullo.
- Supongo que ya te vas. – dijo Arturo.
- sí, ya es hora de que me vaya, fue un gusto.
- ¿Y a donde te dijeres niño?
- Voy a visitar a un conocido, solo puedo decir eso.
- Ten cuidado allá afuera, suele ser peligroso incluso de día.
- Lo tendré. – Silver se acercó a la puerta y dio un leve suspiro.