Al abrir la puerta Silver fue recibido por un aire tibio que era acompañado por un brillante sol incandescente que difícilmente podía adaptarse a tus ojos. A pesar de que para Silver no era un gran problema, su ropa no cubría lo suficiente su cuerpo por lo mal tratada que estaba, portaba una camisa de color gris con arañazos en la espalda y pecho, usaba un pantalón sucio que parecía de color café, pero era de un azul obscuro y tenía unos zapatos de vestir negros.
Silver empezó a caminar por la calle rocosa que conducía a al centro de la ciudad de Nyale, un lugar tan grande que podrías perderte por sus enormes calles transitadas por gente que en su mayoría trabajaba haciendo tantas lámparas de luz pura que se dice que de noche la luz producida por las lámparas impide que se vea la luna a simple vista. Mientras caminaba las miradas de las personas que pasaban se hacían cada vez más obvias, pero a pesar del cómo lo miraban nadie se atrevía acercarse pues los rumores de personas que habían sido poseídas por demonios en aldeas cercanas atemorizó a la gente, excluyendo a los campesinos que iban a comerciar con las ciudades.
Silver siguió un por un tiempo por la extensa calle hasta que pasado unos minutos llegó al centro donde la gran parte de las construcciones son de artículos que nadie necesita, pero todo mundo quiere. Silver se acercó a una tienda que parecía vender artículos para jardinería, pero al ver más de cerca era una tienda de medicinas. Silver abrió la puerta y cuidadosamente la cerró.
- ¿Disculpen, hay alguien aquí?
Un hombre ya mayor salió por una de las puertas que estaban dentro del local.
- ¿Puedo ayudarte en algo?
- ¿Es usted William?
- Si, ¿Me buscabas?
- Puede que no me reconozca, pero soy Silverius hijo de Argón dublang
William tardó en reaccionar, pero después de unos instantes recobro la compostura y dirigiéndose a Silver con preocupación habló.
- Eres del pueblo de los Dosian ¿Qué estás haciendo aquí?
William acostumbraba a vender su mercancía a los pueblos vecinos y solía pasar por él por el pueblo Dosian del cual se hizo amigo de los Dublang enseñándoles la ubicación de su tienda - Todo el pueblo fue atacado por demonios.
- Qué fue lo que pasó- William hizo un gesto a Silver para que se sentara en una de las sillas que habían.
- Tres días atrás antes de dormir escuchamos gritos que provenían de una casa no muy lejos de la nuestra, varias personas incluyendo a mis padres salieron a investigar los gritos, pero antes nos dijeron a mi hermana y a mí que no saliéramos de la casa por seguridad, pasaron varios minutos, pero no volvían, estábamos preocupados, pero se volvió pánico cuando vimos humo salir de varias casas, salí corriendo con mi hermana de la casa solo para ver gente correr y gritos que se hacían cada vez más fuertes, pero no veía a nuestros padres, agarre a mi hermana y la lleve a la casa, saque un macuto con mapas y varias herramientas para salir de la casa, seguimos a un grupo de vecinos que iban a los carromatos, junto ellos escuchamos que decían que los demonios entraron a las casa a matarlos pero ellos se despertaron y gritaron, pero ya era demasiado tarde los demonios ya habían cumplido pero la gente que investigó alertó a los demonios y los obligaron a atacarlos, casi llegando a los carromatos lo vi... Estaba cubierto su cuerpo completo por especie de armadura blanca con líneas rojas, pero no un blanco brillante si no un blanco grisáceo de pies a cabeza y unos ojos huecos que hacían par con la oscuridad de la noche.
Silver agacho la cabeza sin decir una palabra.
- Si ya no quieres hablar está bien.
- Gracias, vine aquí porque sabes leer marcas rúnicas.
Silver sacó del macuto los mapas que tenía y se los enseño a William.
- ¿para que los necesitas?
- Mi padre era aventurero y marcó los puntos a los que iba, me conto que una vez se topó con un mago en lo profundo del bosque y pudo pedir una visión, el marco el punto en mapa, pero no se leerlo, por eso lo necesito.
William tomó los mapas y los puso junto a la mesa.
-Antes de leerlos te buscare ropa, puedes darte un baño en el piso de arriba, sirve y cura tus heridas. - Silver subió para poder darse un baño sin antes fijarse en las heridas que tenía, al terminar por orden de William, Silver se sentó en una silla para que pudiera curar sus heridas.
- ¿Qué cosa te hizo esto?
- Si – respondió Silver con amargura, solo pude ver uno, pero sé que había más de uno.
- La gente sabía demasiado ¿no crees?
Silver hizo una mueca de dolor cuando William empezó a coser las heridas con una aguja de plata.
- Solo decían que fueron a matarlos.
- ¿Por qué lo harían? Los ataques se dan porque sí, y los sobrevivientes que quedan dicen que solo matan y roban, pero no tienen un motivo
William término de coser a Silver, sacó una tela y un poco de alcohol para secar la sangre y desinfectar sus heridas
- Debían tener un propósito, debieron encontrar algo y atacar – Dijo Silver con pequeñas muecas de dolor por el alcohol.
- ¿Sabes cómo es un demonio? - Dijo William con seriedad.
- Pues las historias dicen que los demonios son criaturas de distintas formas, pueden ser grandes, pequeños o robustos.
William terminó de secar la sangre y dejó el trapo y se sentó en otra silla, se sirvió a él y a Silver un vaso de agua que estaba en una jarra.
- Un demonio es una palabra que engloba todo lo que son... y lo que pueden ser. - William tomó el vaso y dio un trago al agua.
- Existen personas que llaman demonios a asesinos por sus actos, a animales que no comprenden o sencillamente a lo que temen, un demonio no solo es un ser de escamas con cola, cuernos y dientes descomunales, son los miedos más profundos de las personas, un mismo demonio es diferente para cada humano pues cada quien teme distinto.
- Pero los demonios provienen del infierno, son seres nacidos del sufrimiento de todos.
- Todos no. - Dijo William con seriedad
- Hay demonios que eran humanos, pero el odio los consumió, los convirtió en seres que solo buscan volverse humanos de nuevo.
- Pero si se convirtieron en demonios solos, ¿Por qué buscarían ser humanos otra vez?
- Ser poderoso es tentador, ¿pero de qué sirve serlo si tu humanidad es destruida? Dejas todo por un sentimiento que se esfuma con velocidad, claro que hay excepciones y debes de evitar a toda costa a las personas que aman ser enfermas.
- ¿Ha visto un demonio?
- No, pero puedo asegurarte de que las cosas que atacaron a tu pueblo no eran demonios... Eran algo más que eso, algo peor.
- ¿Qué puede ser?
- Una entidad.
William se levantó de la silla para dirigirse a los mapas que estaban en la mesa.
- Veré dónde está el mago, pero dime algo Silver, ¿Qué le pedirías ver al mago?
- Le pediría que me dijera dónde está mi hermana. - Un silencio se apoderó de la sala y antes de que William pudiera decir algo, Silver habló.
- ¿Puedo dormir aquí?
- Si, hay una habitación desocupada al fondo subiendo las escaleras.
- Gracias – Silver se levantó de la silla y subió las escaleras para dirigirse al cuarto, abrió la puerta y vio una pequeña habitación con una cama pegada a la pared y una ventana que daba a la calle. Silver se acostó en la cama tratando de dormir, sin embargo, los recuerdos de esa noche solo producían terror, aferrado a esos pensamientos Silver lloro toda la noche.
Al día siguiente Silver bajó las escaleras y vio a William atender a un par de clientes.
- ¿Dormiste bien? - preguntó William.
- Creo que sí. - Respondió Silver.
- Ahora que lo pienso nunca te dije si habías comido algo y supuse que no, así que te preparé un plato con sopa.
- Muchas gracias, William.
William se acercó a Silver con un vaso de agua.
- Toma – Silver tomó el vaso de agua y lo bebió con rapidez – Ya sé dónde está el mago, pero necesitarías ciertas cosas para ir con el
- ¿Qué necesito? - Dijo Silver con rareza.
- Varias varas de Carfe, unas velas y una lámpara de luz negra para poder pasar muro de huesos.
Silver dejó el plato casi vacío de sopa para voltear a ver completamente a William y notar su preocupación.
- ¿Un muro de huesos?
- Si... El lugar donde está marcado el mago se encuentra dentro de los confines del bosque Sairu, los cuales los rodea un extenso muro de huesos.
William se acercó al mostrador para tomar una nota que contenía los materiales que necesitaba Silver y volvió a él.
- Aquí tienes, esto es para que no olvides los materiales, te daré el dinero necesario para que los compres.
- Gracias... Muchas gracias. – Silver se levantó y abrazó a William.
- No es nada, tus padres me ayudaron y es hora de hacer lo mismo, puedes darte un paseo por la ciudad si quieres despejar tu mente.
- Eso haré William. - Silver agarró la nota y una bolsa con algunos tsabar, se acercó a la puerta sin antes detenerse para preguntar. - ¿Qué es una entidad?
- Todo... Pero no soy el indicado para hablar sobre eso, cuando vuelvas te diré qué hacer con los materiales. - Dijo William con una voz temerosa.
- Está bien... Volveré más tarde, adiós.
Silver salió del local esperando un cálido sol, pero en su caso solo recibió un viento frío a pesar de los transeúntes que pasaban de un lado a otro para sus trabajos y hogares.
Silver tomó la nota y leyó los materiales que necesitaba
4 varas de Carfe, la tienda de metalurgia al costado de la calle de Montry las vende por 3 azurfas.
2 velas de punta de serdyo y una lámpara de luz negra que cualquier tienda de venta de lámparas tendrá a 4 zinariyas.
Diviértete explorando.
Silver puso la nota en uno de los bolsillos y camino por la extensa calle mientras trataba de no pensar en sus malos días que pasó solo, la búsqueda de su hermana y lo que había dicho William, ¿Qué era una entidad? ¿Un todo? Los pensamientos de Silver lo atormentaban constantemente y lo cegaban de la verdad. A pesar de ser un chico de aparentes 13 años, los sucesos ocurridos estos días, lo habían cambiado lo suficiente para parecer de 15, sus rasgos de la cara estaban cambiados totalmente, su postura era más rígida y de un caminar más pesado. A pesar de que todo su cuerpo y su espíritu estaba agotado, él seguía tratando de pasar lo más normal posible.
Al llegar a la tienda de metalurgia Silver sacó la nota y entró a la tienda.
- Buenas tardes, señor. - Silver se acercó al mostrador.
- Buenas tardes niño, ¿que necesitas?
- Podría darme 4 varas de Carfe.
- Claro. - El dependiente abrió una caja repleta de varas hechas de distintas aleaciones y saco 4 varas para entregarlas a Silver.
- Serían 3 azurfas. – Dijo el dependiente.
Silver abrió la bolsa con tsabars y sacó 3 azurfas.
- Tome – Silver alzó la mano y le dio las azurfas.
- Un placer hacer negocios contigo chico – La voz del dependiente era muy feliz y amable e inspiraba confianza.
Silver tomó las varas y se marchó del local rumbo a la siguiente tienda, de vuelta a la calle Silver noto un leve olor a quemado que salía de una tienda en la calle siguiente, por chismoso Silver fue a donde desprendía ese olor a quemado, a lo lejos pudo ver como una docena de personas se ayudaban entre sí para apagar un fuego que ardía en un local, pero se sentía diferente, pesado, nadie estaba asustado ni preocupado por el incendio, al cercarse más noto que no intentaban apagar el fuego, sólo estaban observando cómo las llamas se apoderaban y consumían todo.
Intentó irse de ahí pero ya era demasiado tarde, esas personas tomaron palos de madera y los acercaron al fuego para generar una antorcha y quemar todo lo que tuvieran en el camino. Asustado Silver corrió con todas sus fuerzas hasta el local de William, donde entró y fue directo a verlo.
- ¡WILLIAM!!! - Gritó con fuerza.
- ¿Qué ha pasado? - Se notaba el miedo en él.
- La gente está quemando todo – Dijo Silver con nerviosismo.
- ¿Viste algo más?
- Si, la gente estaba observando una casa que se estaba quemando, pero no hicieron nada solo tomaron antorchas y empezaron a quemar todo.
- Hay que salir de aquí. - Dijo William con nerviosismo – Toma los mapas y ponlos en el macuto, yo traeré algunas cosas.
Silver fue rápidamente por los mapas y los guardó en el macuto con brusquedad, William había vuelto con un cuchillo y varias ramas medicinales junto a una pequeña piedra y un libro.
- ¿Crees que pueda entrar todo? - Dijo William.
- Si. - Silver tomó todo lo que dejó William y lo puso en distintas partes.
- Salgamos. - William fue directo a la puerta junto a Silver y salieron.
- Qué demonios.
Lo que era una tarde con un sol y sonidos de personas caminando, se volvió una noche que cubría toda la ciudad junto a gritos de personas que corrían sin rumbo. William y Silver corrieron por las inmensas calles para salir de la ciudad.
- ¡Espera! - Dijo William – Hay una niña, debo ayudarla, tú quédate aquí y vigila.
William se acercó hasta la niña llorando desconsolada.
- ¿Estás bien niña?
- Mis papas ya no están, esa cosa los mato.
- ¿Qué cosa?
Sin poder pensar un ser emergió del humo de una casa y con una mano de látigo agarró a la niña y la arrastró hasta él.
- Silver, ¡¡corre!!
Ya no podía, se congeló, se cerró a todo impulso, ¿Me busco? Pensó, el miedo se apoderó de él y no pudo hacer nada.
El ser con una mano casi humana tomó a la niña por la pierna y como si fuera una rama se la arrancó, un grito de desesperación salió de su boca, pero fue tirada al piso siguiendo por su siguiente víctima... William.
- ¡¡Silver!! ¡¡Corre!!
Antes de poder hacer algo el ser lo tomó por la cabeza y un tirón se la arrancó. Silver trató de retomar la compostura o solo de sus piernas, pero era imposible.
El ser no hizo nada con él, solo se vieron, ¿Qué era diferente? ¿Por qué no me ataca? Cuanto más pasaba, más podía distinguirlo, Fácil podía medir tres metros, tenía tres cabezas que no tenían rostro, dos de ellas más pequeñas que la del centro, pero todas tenían vísceras como pelo que salían de la nuca, un brazo tan largo que tocaba el piso y uno más pequeño, pero con un hueso que sobresalía del hombro en forma de espiral y uno en el codo de una forma curva, sus pies eran lo más normales pues parecían humanos, usaba una túnica blanca con un diseño de rayas azules. Pero a pesar de todo, eso no era un demonio ni mucho menos una "Entidad", era imposible pensar en eso, pues los tres pares de alas que tenía en cada lado lo hacían más fácil, eso no era un demonio... Era un Ángel.